Robert De Niro sigue filmando Nada, para Star+ y cuando no trabaja aprovecha para recorrer un poco Buenos Aires. Lo intenta hacer como un turista más, pero no lo es. Aunque seguramente ignora quién es “Mostaza” Merlo, sabe que sus paseos son una reversión del “paso a paso” del legendario técnico. Es que periodistas, curiosos y fans del actor intentan seguir sus movimientos “paso a paso”. No es sencillo. Se sabe que el actor es muy parco y retraído. A diferencia de otras estrellas de Hollywood como Tom Hanks o Dwayne “la Roca” Johnson que tiene el récord de firmas de autógrafos; De Niro detesta que se lo pidan como comprobó una admiradora argentina que contó su mala experiencia con él. Por eso, en cada un de sus salidas su entorno se encarga de que no se le acerquen.
Ayer las grabaciones de la serie Nada comenzaron a las siete de la mañana y la locación fue el barrio de La Boca. Pese a que la jornada comenzó bien temprano, por la noche, la estrella de Hollywood con 78 años muy vitales, decidió conocer algunos sitios. Quizá alguien le comentó de esa mítica Buenos Aires a la que alguna vez llamaron “la ciudad que nunca duerme” y se animó a realizar su primer paseo nocturno. No eligió la avenida Corrientes ni ninguno de sus múltiples espectáculos, él prefirió ir hasta Palermo Soho, aunque como neoyorquino nacido y criado se debe haber preguntado porque llaman “Soho” a un barrio en el sur del continente. Ya en Palermo cenó en La Cabrera. Es conocida la afición del actor por la buena comida, así que la elección del restaurante seguramente no fue al azar. El establecimiento varias veces resultó elegido entre los 50 mejores de Latinoamérica y es famosa por su parrilla excelente.
Dada la fama de la carne argentina en general y de la parrilla en particular, De Niro probó varios cortes de carne. Comió entraña, ojo y bife de chorizo. No degustó achuras ni pidió el asado de novillo pero de corte americano que también se sirve en el lugar. Es conocida la afición del actor por los buenos vinos y bebió uno de una clásica bodega argentina y con una cepa típica de estas pampas: malbec. Para terminar aceptó la degustación de postres que incluyó panqueque y flan volcán de chocolate y helado. Tal vez porque ya se sabe que “panza llena, corazón contento” hizo una excepción y aceptó firmar un autógrafo. No lo hizo en un papelito trucho ni en una servilleta. Le acercaron un plato y escribió en nuestro idioma: “La Cabrera. Gracias. Muy bueno”. Lo firmó con el coloquial Bob De Niro y no el formal Robert. Agregó la fecha y puso un B. A. para que no queden dudas de la ciudad donde está.
Después de cenar, partió para conocer El Bourbon Exclusive Jardín Escondido By Coppola, un hotel boutique donde su amigo, el director Francis Ford Coppola suele alojarse las veces que visita la Argentina. Aunque seguramente en su agenda habrá un hueco para asistir a algún espectáculo de tango todavía no sucedió.
Quizá porque era una salida nocturna, esta vez ni la pareja del actor, Tiffany Chen, ni Helen Grace, su hija menor lo acompañaron. El actor paseó solo. Lució una sencilla campera, un pantalón sport y una gorra que le daban un toque informal pero canchero. Se sabe que al actor nunca le importó mucho vestirse bien y que en Hollywood circulaba el rumor que tenía un solo frac que repetía en todas las galas. En sus salidas tampoco se lo ve usar barbijo.
Después del paseo, De Niro, volvió a Suite Presidencial de La Mansión del Four Seasons, por la que paga 10 mil dólares diarios. En el hotel se comunica con los empleados en inglés. Algo muy diferente de lo que ocurre en el set de filmación cuando debe hablar con Brandoni. Como De Niro no habla español, ni Brandoni domina bien el inglés, para comunicarse lo hacen en italiano.
Pese a eso, el protagonista de grandes éxitos como Taxi Driver, se encargó de aprender a saludar y a agradecer en español. Y así lo hace con todos los trabajadores de Nada. Desde sus compañeros de elenco hasta los técnicos, productores y asistentes. Dispone de un motorhome privado en el que descansa cuando no le toca filmar ya que las jornadas son extensas y demandan muchas horas. Allí, además, tiene un asistente personal, un maquillador y en todo momento camina al lado de un custodio privado que contrató él durante sus días en Buenos Aires. Por caso, hizo lo propio para su novia y su hija, quienes recorren la ciudad acompañadas por efectivos de seguridad.
Por otro lado, cada vez que el actor sale de su motorhome lo hace caminando alrededor de colaborados, para dificultarle la visión a los fotógrafos y así evitar que sea retratado en primer plano.
Quienes compartieron estos días de rodaje con Robert De Niro, lo describen como “un tipo tranquilo, conectado con su trabajo”. Y agregaron que, a diferencia de otros actores, él filma la escena y no se acerca al monitor para ver cómo quedó y tampoco pide que se repita, si no por consideración del director. Sí suele repasar la letra en la previa, minutos antes de que se encienda la cámara, aclaran.
Profesional como pocos, el actor sin embargo, se muestra parco y poco sociable. Por eso, en la producción todos saben que no pueden acercarse a hablar por cuestiones que no sean estrictamente laborales y mucho menos pedirle una foto o un autógrafo. Uno de los pocos argentinos que logró “romper el hielo” con De Niro es Leonardo Sbaraglia. En 2011 filmaron la película Sin retorno. Aunque no compartieron escenas, el argentino logró conversar con él. En el diario ABC contó: “Con Robert de Niro tengo una cosa tremenda. Me fui dos días a verlo trabajar. Para mí era un master ver a ese monstruo. Es un icono del cine. Ha cambiado el concepto de la interpretación, de los mejores actores modernos del cine americano, junto con Marlon Brando y Al Pacino. Se me caían las lágrimas. Lo hace como Dios. Conversé un rato con él y sentí que es un tipo normal, que te mira y sientes que lo conoces de toda la vida. Es muy afable y es un privilegio compartir un reparto. ¡Madre mía!”.
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