Al fablar de sagas que marcaron una época del cine, la mención de Terminator resulta inevitable. El primer filme, dirigido por James Cameron, se realizó con un bajo presupuesto: fue una apuesta que terminó en un éxito tan arrollador como el imponente T-800 de Arnold Schwarzenegger. La idea original era agotar la historia en una sola película, pero el suceso provocó la llegada de las secuelas.
La primera vio la luz en 1984. Allí, a la misma altura de Schwarzenegger estuvo Linda Hamilton con su Sarah Connor. La tercera figura, fundamental en la historia, recayó en el actor Michael Biehn, quien se puso en la piel de Kyle Reese. ¿Quién era? El que daba origen a la trama: un soldado de la Resistencia que era enviado al pasado para proteger la vida de Sarah, eslabón fundamental para la lucha contra las temidas máquinas, como el T-800.
Su participación es más que importante: Kyle y Sarah se enamoran y tienen un hijo, John Connor (el adolescente que aparece en la segunda entrega interpretado por Edward Furlong), quien en el futuro lideraría a la Resistencia. Pero Reese -ya pasaron casi cuatro décadas como para hablar de spoiler...- muere en el final de la primera entrega. Aparecería como un cameo, a manera de cierre, en la segunda, que se estrenó en 1991.
Aun cuando la atención recayó en Schwarzenegger y Linda Hamilton, Terminator también fue un punto de inflexión para Biehn. La popularidad que allí alcanzó no la tuvo antes ni la volvería a vivir después. A medida que el fuego generado por ese éxito se fue extinguiendo, también corrió la misma suerte su incursión en el mundo hollywoodense, allí donde están reunidas las estrellas. Seguramente le quedará el sabor de haber pertenecido al selecto universo de las celebridades, al menos por un rato: por distintos motivos, no lograría conservar ese privilegio.
Michael Biehn nació 31 de julio de 1956 en Alabama, Estados Unidos, pero prácticamente no vivió allí, ya que cuando era muy pequeño se mudó con sus padres al estado de Nebraska. Por motivos laborales la familia siempre estuvo en continuo movimiento, y aquel niño se fue adaptando a lo que exigían las circunstancias. Al terminar sus estudios secundarios, donde se destacó en varias obras escolares, comenzó la carrera de actuación en la Universidad de Arizona, otro de los destinos de los Biehn.
Su primer trabajo fue en Grease, que se estrenó en 1978. Si bien tuvo un papel menor que hizo que ni saliera en los créditos, su trabajo fue reconocido: compartió algunas escenas con John Travolta, el gran protagonista. Fue un debut auspicioso, y la industria le abrió sus puertas.
Motivado, Michael decidió mudarse a Hollywood. Le llegaron otras propuestas, como Coach y The fan, aunque por la misma línea: sin demasiada participación. Pese a eso, había un talento que Cameron notó, y no dudó en darle su primer protagónico al sumarlo como el héroe de Terminator.
Los dos se hicieron muy amigos. Y lo mejores papeles del actor están vinculados con películas del director de cine: Biehn ostenta la marca de ser quien más colaboró en los proyectos del aclamado Cameron. No obstante, nunca conseguiría ser una estrella, sí el gran líder de los proyectos serie B.
En 1986, a dos años de Terminator, el cineasta volvió a convocarlo para ser uno de los protagonistas de Aliens, el regreso. Fue una década en la que brilló: después vinieron Abyss y Navy Seals. Pero en los 90 esa carrera ascendente se empezó a apagar. En 1992 tuvo el cameo mencionado en Terminator 2. Luego actuó en Tombstone (1993), Jade (1995), La Roca (1996) y La luna del desierto (1997), junto a Angelina Jolie. También una participación en Asteroid, para completar el cuadro de sus proyectos más renombrados.
Su última gran aparición en la pantalla grande fue en La víctima, en 2011. Con el tiempo se conoció que lo habían convocado para Terminator: destino oculto, que se estrenó en 2019, pero no aceptó. Michael sorprendió al aclarar que nunca había sido su ambición aparecer en una película de Schwarzenegger: su gran anhelo era trabajar al lado de artistas de la talla de Al Pacino y Robert De Niro.
Sin el despegue que tal vez buscó, decidió buscar otro camino y se convirtió en director de cine. El primer filme que dirigió fue The Blood Bond, en 2010. No le fue bien. Un año más tarde se tomó revancha con The Victim. Su último trabajo completo, si se quiere, aunque siempre a escala menor, fue en Killer Weekend, una película que se estrenó en 2018. Desde entonces, no se ha sabido mucho de él.
Recién reapareció en el 2021 con una participación especial en la temporada 11 de la serie The walking dead. Se lo ve en el capítulo 13: aparece unos minutos antes de morir, cuando hasta él pensaba que había llegado para quedarse. Esto, claro está, no le hizo mucha gracia. “Desde el punto de vista del personaje, estoy muerto, así que realmente no supuso ninguna diferencia. Pero desde el punto de vista de la actuación, realmente se sintió como una especie de violación. Como actor, me hizo sentir incómodo”, comentó luego del rodaje.
En cuanto a su vida privada, tras dos relaciones fallidas, primero con la actriz Carlene Olson –juntos fueron padres de Devon y Taylor-, de quien se separó en 1987, y luego con la productora de cine Gina Marsh -con quien también tuvo dos hijos, Caelan y Alexander-, en 2009 conoció a la actriz Jennifer Blanc. Todavía están juntos. En 2015 2015 celebraron el nacimiento de Dashiell.
La familia se convirtió en su gran refugio. Sin ir más lejos, las películas que dirigió fueron en compañía de su pareja. Su felicidad parece transcurrir por ese lado, ya que en alguna oportunidad remarcó que no renegaba del lugar que le había tocado, y que entendía las reglas del juego de la meca del cine. Y en definitiva, filmar con Schwarzenegger no está nada mal...
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