“No nos pueden encerrar así, nos tienen que dar una explicación”. Esa es la frase que enciende la chispa del misterio en la trama de Último primer día, la serie que se estrenó el 21 de abril en Flow. Protagonizada por Eleonora Wexler -en la piel de una intimidante detective-, junto a Rafael Spregelburd -como un poderoso empresario y padre de uno de los estudiantes-, el asesinato de un profesor encarnado por el español Marc Clotet sirve como puntapié para descifrar no solamente el crimen que mantendrá en vilo a los espectadores, sino además para profundizar en la problemática juvenil que gira en torno al ritual que comenzó poco tiempo atrás, llevado a cabo por los alumnos de quinto año de las escuelas secundarias: el último primer día.
También conocido bajo la sigla “UPD”, la fiesta que realizan los jóvenes la noche previa al primer día del último año lectivo compone el escenario inicial del thriller policial. Los excesos, las peleas entre las parejas, los códigos y el rigor de la ley por un homicidio que todavía no tiene autor material ni intelectual, abre todo tipo de sospechas. El personaje de Marc Clotet muere en el primero de los ocho episodios -de media hora de duración cada uno- que componen la ficción producida por Story Lab, al mando de Nacho Viale, que en este caso además es uno de los autores de la serie.
Bajo la dirección de Diego Palacio, el cuestionamiento sobre el descontrol de una celebración que se impuso no hace mucho tiempo representa el disparador de una historia mucho más profunda, donde todos los personajes guardan secretos. La maternidad irrumpe también en el argumento, de la mano de Wexler como la detective Victoria Duval, y su nombre no es casualidad: intentará descubrir quién mató a Joaquín Vergara, pero tendrá un triunfo personal si lo logra, porque no es simplemente un docente, también es su ex yerno y el ex prometido de su hija, Sofía.
“Es un vacío insoportable que no se llena con nada. En cada adolescente veo tus ojos, tus miedos, tu intensidad, así que tenías razón: todos somos diferentes, pero iguales”, narra en off el personaje de Wexler, que le revela así al público que su hija falleció en una accidente de auto a los 18 años, la misma edad que tienen los jóvenes que interroga para descubrir al responsable y develar el misterio. Ahora también debe lidiar con la muerte del ex novio de Sofía, que era al único a quien podía culpar por ser quien conducía el vehículo que desbarrancó al borde del acantilado. Aquella vez Joaquín sobrevivió, intentó sobreponerse a la repentina partida de su pareja, se convirtió en profesor de Biología, y menos de dos décadas más tarde encontró un trágico destino al ser asesinado mientras tenía lugar la fiesta de sus estudiantes.
Dolores (Minerva Casero), Tomás (Santiago Achaga), Nahuel (Lautaro Rodríguez), Ana (Candela Saitta) y Agustín (Lion Bagnis), interpretan a los alumnos del exclusivo colegio. Son amigos inseparables desde preescolar, y todas las anécdotas que comparten en tantos años juntos desembocan en un pacto de silencio que parece impenetrable. “Pase lo que pase ahí adentro, que ninguno diga nada que pueda comprometer al otro”, propone uno de ellos antes de que se enfrenten al audaz cuestionario que la detective les preparó en la cancha de básquet del secundario.
A todo este halo de intriga sobre cuál era el verdadero vínculo del profesor con los jóvenes, se suma la ausencia de Agustín, quien faltó a clases justo después del alocado festejo de UPD. Eso lo posiciona como uno de los principales sospechosos, mientras sus compañeros se preocupan por su desaparición y se muestran impactados al descubrir que su maestro había sido encontrado muerto en un bosque.
Las playas de Pinamar y Mar del Plata son los paisajes que le aportan vistas panorámicas que dan cuenta de la inmensidad que envuelve el lugar donde todo ocurre. Las olas y el fluir del agua también encubren un sentido: la filosofía de vida que Joaquín intentaba inculcarle a los jóvenes, con una enseñanza no tradicional que los invitaba a buscar sus destinos profesionales y personales con menos temor. “Lo que importa no es lo que somos, sino quiénes queremos ser”, se lo escucha decir en uno de los flashbacks que propone la historia.
Sexo, drogas y alcohol
—¿Qué estás haciendo?
— Viviendo sin límites, como decís vos.
— Nahuel, la droga sí es un límite.
Ese diálogo entre el profesor y su alumno refleja el contundente mensaje que atraviesa el relato. El sentimiento de culpa de los padres, la omnipotencia de sus hijos, y la postura del centro educativo se combinan en una encrucijada que invita a una introspección del propio espectador. La curiosidad y el deseo de la experimentación que los jóvenes viven en las sombras por temor a ponerlos en palabras y ser juzgados, también ocupan un rol central en el final de cada capítulo. En cada interrogatorio, uno a uno, los estudiantes descubren que no tienen todo tan claro como creían, y la desconfianza entre ellos mismos los va invadiendo gracias al trabajo fino de la detective, que va conociendo sus puntos débiles.
La combinación del poder y el dinero aparecen en este argumento como la gran tentación de los adultos, que se corrompen y obnubilan con ambiciones que sus hijos no dudan en imitar. “Sos un niño rico que sufre”, ironiza el personaje de Minerva Casero mientras charla con su novio en una de las escenas. Las actrices Ana Celentano, Juana Viale, Juan Gil Navarro, y la actriz española Natalia Sánchez completan el elenco, con papeles que aportan aún más suspenso a la historia.
Tabúes, fantasías, amores incomprendidos y el duelo de una madre que no está dispuesta a perdonar. Sin dudas son muchos los temas que están puestos sobre la mesa en el guión, y la propia Wexler brindó su opinión en una charla con Teleshow antes del estreno: “Creo que nuestra generación no supo poner bien los límites a los hijos; y los límites también son amor. El UPD es un exceso, así que está bueno que la serie lo muestre, no como bajada de línea ni desde un lugar moral, pero que lo muestre”.
“La pregunta es qué hacemos como padres, porque en el intento de no querer parecernos a nuestros padres, que nos ponían demasiados límites, nos transformamos un poco en amigos de nuestros hijos; y en el medio de todo esto, hay algo que a veces perdemos, que es llegar a un equilibrio donde también somos responsables”, reflexionó la actriz, quien en la vida real es madre de Miranda, de 18 años.
De vuelta al misterio central sobre el asesinato de Joaquín en el Último primer día, tal como comenta uno de los protagonistas, la clave está en una perspectiva integral del relato: “No es sólo quién, sino por qué lo mataron”. Aquellos que quieran conocer la respuesta a ambas preguntas, encontrarán disponibles los ocho capítulos en Flow, bajo la promesa de que todos los secretos saldrán a la luz.
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