Anita Martínez: “Amo la aventura de la maternidad y sus quilombos”

En una charla a fondo con Teleshow la actriz de Madres habló sobre cómo el humor la ayudó a mostrar su maternidad y romper con estereotipos. Además, quien se recibió de instructora de yoga contó detalles de la huerta que tiene en su casa

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Anita Martínez
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“¿Los nenes de la foto de WhasApp son tuyos? Qué chiquitos”, dijo Anita Martínez apenas atendió el teléfono para hablar con Teleshow y destacó que “cada etapa es linda” y que no vive de la nostalgia. Es que aunque en sus redes sociales se define como “Actriz - Huertera - Bailarina - Titiritera - Instructora Ashtanga Vinyasa Yoga”, desde hace trece años -aunque cree que es algo que está en ella desde siempre- lleva el título también de “Madre”, rol que ama y que disfruta en cada momento, porque se define como “una apasionada y enamorada”.

Justamente ese ese rol, el de mamá -aunque esta vez no de Lorenzo sino de las mellizas Mili y Pili- es el que deja al descubierto en Madres. Hablar de la maternidad real, esa que a veces incomoda, que no es políticamente correcta y que no se puede contar a cualquiera, era una deuda que ella siente que estaba pendiente. “En la época de mi vieja por ejemplo, la mamá tenía que ser perfecta”, dijo y entiende que ella fue una precursora en mostrarse tal cual es, y que en eso el humor jugó un papel fundamental: “La risa es una puerta que cuando la abrís libera y todos entran y con ella se pueden contar cosas que otro contexto no”.

Entre todas sus tareas, la de maternar es la que más la apasiona, incluso porque, admite “se es maternal no solo con los hijos, uno con ese instinto cuida... a un perro, a un padre, yo siempre tuve eso”. La maternidad endulzada ya está quedando demodé y aunque hace trece años, cuando recibió a su hijo aún las tapas de revistas mostraban la vida “color de rosa” de las mamás perfectas, ella se siente un poco precursora de la ruptura de los estereotipos y estructuras.

Anita Martínez
Anita Martínez

El haberse separado de su pareja cuando su bebé tenía nada más que 8 meses fue un ejemplo de ello: “Yo era una mamá separada de movida y autosuficiente”. Y aunque está orgullosa de cada decisión, admitió que “fue muy difícil” y tiene en la cabeza la imagen de un viaje a una gira en La Pampa en el que ella manejaba el auto mientras su hijo estaba en el huevito y paraban para que él pudiera tomar teta.

Protagonizada también por Sabrina Garciarena, Flor Otero y Viviana Puerta y producida por Valentina Berger y Carlos Mentasti en el Paseo La Plaza, la pieza muestra maternidades completamente diferentes y la de ella representa la de una workaholic que llega a su casa y al ver a Mili y Pili peleando piensa “qué ganas de volver al trabajo”. Aunque ella también trabaja mucho y siempre, hace cierta salvedad: “Yo estoy muy conectada con el trabajo pero lo incluyo (a su hijo) y por eso me armé un unipersonal, en cambio mi personaje es el de una mamá abogada que delega, yo estoy en los 700 chats de mamis, organizo las compras de libros, me fui de viaje de egresados... amo este rol, no vivo del cliché, pero amo esta aventura, no lo tomo como enamorada de la vida, amo los quilombos que tengo”.

Es que ahora le toca acompañar a su hijo en la adolescencia, lo que como mamá de varón toma como “un desafío, el más lindo”. “Le hablo de lo que le voy a dejar, que no es material. Él pertenece a una generación donde ya hay muchas cosas habladas, yo he sido siempre una laburante y digo que a una mujer hay que darle laburo y herramientas para armar el bolso e irse de la casa, autoabastecerse. Hoy son mas fáciles charlas, las cosas antes no se hablaban, tienen otra cabeza. Es una construcción hermosa que hacemos entre todos, con las escuelas, las clases de ESI”, dijo.

Aunque tiene igual que su madre una veta histriónica muy desarrollada, Lolo -así lo llamó ella cariñosamente durante toda la charla- es muy bueno en matemáticas, cosa que ella sufre a la hora de ayudarlo con dichas tareas, y aún -tiene tiempo- no sabe qué le deparará el futuro. De lo que sí puede estar seguro de que Anita estará allí, acompañando sus paso. “A nosotros nos gusta hacer de todo juntos, ver pelis, series, nos encantan los perros y la naturaleza e invitar gente a casa, nos reímos de pelotudeces porque él tiene mucho sentido del humor”.

De la danza al yoga y su huerta como forma de vivir

Ya de muy chica Anita supo que su futuro sería en un escenario, aunque no como actriz, sino como bailarina, y así las cosas le pidió a su mamá que la anotara y empezó a estudiar en la Escuela Nacional de Danzas, su sueño: ser bailarina clásica. Anhelo al que lamentablemente pocas chicas, por tiempo, dinero u otros factores, logran acceder. Recordó que “tenía condiciones” e incluso había conseguido una beca, pero que la separación de sus padres, casi en paralelo con la hiperinflación, hicieron que tuviera que salir a trabajar, lo cual es casi incompatible con el baile.

Aunque... “los bailarines nunca dejamos de ser bailarines”, dijo feliz y explicó: “Después de haber hecho teatro me considero bailarina porque es mi origen y me enseñó sensibilidad, ritmo, lenguaje caporal”. Al ser consultada sobre si le quedó cierta “espina”, dijo que no, pero que le hubiera encantada hacer el ballet Giselle, que cuenta la historia de una bailarina que se entera que está lesionada.

Tal vez algo parecido a lo que sintió la heroína de la obra fue lo que descubrió ella cuando en el 2016 una lesión en el Bailando la alejó nuevamente de la pista. Como no puede estar quieta, comenzó a estudiar yoga, en pandemia se recibió de instructora y da clases: “Empecé a conectarme con el cuerpo desde un lugar distinto, mirada al cuerpo, apasionada, porque somos cuerpo”.

Anita Martínez
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En su camino hacia una vida más saludable, la alimentación juega un rol fundamental y por eso desde hace años tiene su propia huerta. “Ahora tengo aromáticas y los vegetales y frutas de otoño e invierno”, dijo sobre los alimentos disponibles en esta época. Así, logra abastecerse de casi todo sin tener que pasar casi por la verdulería, salvo para comprar papas “que nunca alcanzan”.

Si bien es un hobby, tiene un costado muy laborioso. “Lleva muchísimo tiempo, llega un momento que decís ‘voy a la verdulería’, porque todos los días crece un yuyito o una plaguita”, dijo pero está convencida de que ese puede ser un granito de arena para el futuro: “Habitamos el mundo poco tiempo, vivimos poco pero si todos los que venimos hacemos desastre hacemos mierda todo, la critica que hago es que somos consumistas, necesitamos todo el tiempo algo nuevo y vivimos alejados del animal que somos, podríamos vivir con menos cosas, este teléfono me lo di una amiga que lo iba a tirar y acá estoy, hablando”.

Además de maternar 24 por 7 -o mientras- Anita da clases de yoga y en paralelo con Madres en el Paseo La Plaza hace en Club Rivas su show de stad up con títeres para adultos, en el que también ahonda sobre los vínculos y la maternidad.

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