Parece el guion de una de las ficciones más vistas en las plataformas tan populares en estos tiempos, pero es una historia de amor real que desemboca en uno de los casamientos del año. En el momento inicial de la trama, una joven abogada integrante de un reconocido buffet mediático defiende a una figura del espectáculo en una controvertida causa contra uno de los periodistas políticos más destacados del país. Esta noche, Jorge Lanata y Elba Marcovecchio celebran su amor con una gran fiesta de casamiento en un imponente haras en las afueras de Buenos Aires. En el medio, una historia de amor de las menos pensadas y de las más lindas para contar.
Corría 2018 cuando los protagonistas se cruzaron en una sala de conciliación. Elba defendía a Florencia De la V en el litigio (demanda y contrademanda por dichos de ambos lados) que la actual conductora de Intrusos (América) mantuvo con Lanata. Y aun estando en bandos opuestos, o quizás precisamente por eso, algo se activó en el radar de la abogada. Esa admiración algo culposa que provocan los adversarios, esa seducción que generan los desafíos y esa curiosidad de siempre querer saber más. “Inteligente, astuto... Durante las dos horas que duró la audiencia, fue el mejor némesis que pudiera tener, yo cuidando los derechos personalísimos y él, la libertad de expresión”, describió recientemente la abogada en una profunda entrevista que le brindó a Teleshow.
Elba salió de la contienda queriendo saber más de aquel hombre y en su cabeza quedó dando vueltas la idea de organizar un encuentro por fuera de tribunales que tardó un tiempo en concretarse. Hasta que un asunto profesional se convirtió en la excusa ideal. “Me vino a ver como un año después, para pedirme una opinión acerca del Derecho de imagen, una especialización que está haciendo ella y que es realmente muy interesante”, relató Lanata durante un mano a mano televisado con Juana Viale.
Por entonces, Elba todavía trabajaba en el estudio de Fernando Burlando y entre otras clientas famosas contaba a Valeria Lynch y Claudia Villafañe. Para ella, Jorge Lanata no era uno de los periodistas más importantes de su generación, sino el notable espadachín que había defendido su postura en aquella instancia judicial con coraje y sapiencia. “No tenía preconceptos ni conceptos sobre él. Ni siquiera sabía que conducía un programa de radio... Solo había quedado prendada a la imagen de semejante oponente en esa audiencia. Alguien demasiado brillante a quien poder escuchar, de quien poder aprender”, explicó a este medio.
Se encontraron en el departamento del periodista y ya ninguno volvió a ser el mismo. Cuando a Jorge le informaron que había llegado Elba, no tenía en claro de quién se trataba, hasta que la vio y se acordó de inmediato de aquella abogada. Cuando empezaron a hablar, se dejó llevar por la conversación y ya no le importó más la agenda de ese día. Cualquier otra cosa podía esperar. Y desde ese momento ya no se separaron.
“Quedé flasheada. En shock”, resumió la abogada. “No conversamos sobre temas personales, pero estoy convencida de que yo me enamoré en ese preciso momento. En el estómago no sentía mariposas... ¡Tenía tornados!”, reconoció. Pasaron menos de dos días y se produjo un nuevo encuentro, en el mismo lugar pero de otra índole: Él la invitó a comer sushi. Y ella ratificó sus sensaciones. “La química fue sinérgica. Algo indescriptible”. Fue tal el flechazo que a los pocos días ella despachó a un candidato que estaba dando vueltas y sintió que era el momento para volver a creer en el amor.
Durante un tiempo mantuvieron la relación en secreto y la manera en que se hizo pública también parece salida de alguna pluma inquieta. En noviembre de 2020, cuando hacía poco más de tres meses que salían, Elba acompañó a Jorge al programa de TN Palabras más, palabras menos. Entre las invitadas, también estaba Yanina Latorre, muy cercana a los dos, clienta de la abogada y columnista durante muchos años del programa radial del periodista.
“Cuando entro al estudio estaba Lanata, espléndido. Lo abracé, y a lo lejos veo a mi abogada, con un vestido blanco todo transparente... una diosa. Yo le pregunté si era la novia y me dijo que sí… Terminaron los dos de la mano, caminando por el pasillo”, contó Latorre al otro día en LAM, cuando la noticia dejó de ser secreta. Ese día, Elba salió en un móvil desde su casa, preparada para hablar de la batalla judicial entre Valeria Lynch y Cau Bornes y terminó contando intimidades de la pareja formada por Lanata y Marcovecchio. “Estoy enamorada… hace menos de tres meses, pero intensos. Estoy enamorada desde el primer día”, reveló.
Al mismo tiempo, y desde su programa radial, Lanata era acorralado por Marina Calabró, buscando confirmar la bomba que acababa de explotar en la pantalla de El Trece. “Usted sabe mejor que yo que si yo hablo de cualquiera de estos temas relacionados a la intimidad, uno abre una puerta que nunca más cierra. Hablar en detalles de esto, es abrir a que me pregunten: ¿cuántos pol... te echás por semana? o ¿de qué color son tus calzoncillos?”, respondió el conductor huidizo y con su estilo ácido. “Lo que tenga que decir a ella, se lo voy a decir en privado”, cerró.
El que calla otorga, dicen, y lo concreto es que Jorge y Elba vivían su amor a su manera. Por entonces, estaba terminando el 2020, el año de la pandemia, el contexto en el que su amor se volvió inseparable. Ella se mudó a un departamento en la calle Arroyo a un pasillo de distancia del que ocupa el periodista. “Estamos todos los días juntos, es genial. Y a veces me quedo a dormir en su casa”, señaló en Intrusos en junio, antes de revelar cómo era el vínculo del periodista con sus hijos: “Se llevan bárbaro. Ellos me critican a mí, porque yo bailo y canto. Para mis hijos es un papelón y Jorge les da la razón a ellos. Es compinche de ellos”.
El de los hijos es un aspecto clave de la relación, ya que Jorge y Elba construyeron su historia en el universo de las familias ensambladas. El periodista es padre de Bárbara (32) -de su relación con Andrea Rodríguez- y Lola (17) -de su pareja anterior con Sara Stewart Brown, mientras que la abogada es madre de Valentino (14) y Allegra (12), frutos de la relación con Alejandro Mazzeo, su primer novio y su primer marido, que murió en 2013. Por primera vez en casi diez años, Elba presentó formalmente “un amor” frente a sus hijos, “porque nada es más sagrado que ellos”. Aunque, según le confió a este medio, los chicos ya lo habían sospechado. “Cuando les conté, no dejaron de mascar chicle, como si escucharan algo obvio. ´¡Ay, má, ya lo sabíamos!. Porque cuando atendías sus llamadas ponías voz de tonta. Siempre que vos estás contenta, nosotros también vamos a estar contentos´. Y fue tan natural que luego cada uno siguió con lo que estaba haciendo”, reconoció”.
El 28 de diciembre pasado, y durante las vacaciones del conductor, Marina Calabró sacudió la modorra de las fiestas con una noticia que pocos esperaban: “Se casan Jorge Lanata y Elba Marcovecchio. Será en abril en Buenos Aires”, contó la periodista. Hasta ese momento, era un secreto bien guardado entre los íntimos y enseguida todo el mundo hablaba de eso. “Estoy súper feliz, feliz, feliz. Es la mejor descripción que te puedo dar de mi estado. Nos vamos a casar también por iglesia, lo cual me pone más feliz todavía”, confirmó la abogada por si quedaba alguna duda. Otra vez se propusieron mantenerlo en la más absoluta reserva pero se fueron filtrando algunos detalles. Que se ampliaba la lista de invitados. Que no habría carnaval carioca ni proyección de videos emotivos. Que en lugar de regalos se iban a aceptar donaciones. Que hablarían de las despedidas de solteros, de los looks de la ceremonia y hasta de la canción de entrada. A esa altura, ya habían bajado la guardia, entregándose al disfrute del día más esperado de sus vidas.
Ni el astuto periodista ni la persistente abogada que se sacaron chispas en una audiencia judicial imaginaron que tiempo después iban a estar en el mismo bando dispuestos a dar el sí. Que lo iban a compartir con un selecto grupo de invitados en un imponente salón campestre en Exaltación de la Cruz. Que iban a jurarse pasar el resto de su vida juntos. Porque se sabe que la vida te da sorpresas. Y que a veces, solo a veces, la realidad se empeña en mejorar cualquier ficción.
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