Mamá de Cairo Cruz, de dos años, desde que vive en Los Ángeles Eva De Dominici cultiva el perfil bajo. Sin embargo en las últimas horas la actriz decidió mostrar en sus redes sociales por primera vez la cara de su hijo, fruto de su relación con Eduardo Cruz, hermano de la reconocida Penélope.
“Felices Pascuas”, escribió en su cuenta de Instagram junto con una serie de fotos del gran festejo familiar que hicieron en el que hubo pileta, inflable, conejos, show de títeres y hasta disfraces: ella y el pequeño que en octubre cumplirá tres años estuvieron vestidos de piratas. Rápidamente, el posteo se llenó de “me gusta” y de comentarios, la mayoría de los cuales destacaba la belleza del pequeño. “El muñeco de Cairo está hecho un bombón de pirata”, “Ay por dios es muy igual a vos”, fueron algunos de los mensajes que recibió.
Hace un tiempo, en diálogo con Teleshow, habló sobre cómo transitó el embarazo en Estados Unidos, lejos de su familia: “Ni la gestación ni el parto fueron tránsitos románticos. La maternidad me conectó con la vida, pero también con la muerte. Con la idea de finitud. Con la certeza de que mi hijo algún día morirá. Una contradicción a la gran experiencia, al acto de valentía que significa ser mamá. Hoy confirmo que me gusta más este presente con Cairo que los primeros meses juntos”.
Al tercer mes de embarazo, Eva recibió un llamado de un genetista “sin empatía alguna” que le advirtió de la presencia de dos mutaciones en su ADN, concernientes al área cerebral y a la renal. En resumidas cuentas, si Eduardo tenía al menos alguna de ellas, había 25% de probabilidades de que el nacimiento el bebé tuviese un pronóstico fatal. “Durante el mes y medio que tardaron en llegar los resultados de la punción, estuve ida por la incertidumbre. Entramos en una burbuja de silencio. Nos costaba comunicarlo, compartirlo. Y lo atravesamos como pudimos”, contó.
Respecto al 7 de octubre del 2019, recordó: “Entré con la medicación conectada a una vía, sin miedos, sin estrés... ¡Drogada! Nada malo pasaba en el mundo. Pero cuando el efecto desapareció, caí de golpe: tenía un hijo”. En ese momento no pudieron acompañarla sus padres, y esa soledad la sintió. Fabio Quatrocchi, su padre, se ausentó por “un problema personal”. Y Patricia, su madre, fue internada de urgencia horas antes de subirse al avión hacia L.A. “Los médicos le detectaron una aneurisma y por suerte fue a tiempo”.
Aunque de inmediato pudo conectar con su “pichón”, el postparto no fue fácil: “Todo me angustiaba. Un día pensé: ´¿Esta será mi vida de aquí en más?’. Luego se pasa... Bajé mis exigencias conmigo misma, me permití el ocio, algo que jamás había logrado, y entendí que debía parar. Cambié mucho después de ser mamá. Me paré de otra manera. Con más entereza y determinación. Aprendí a valorar y administrar mejor el tiempo. A afinar mis búsquedas. A definir hacia dónde quiero ir”.
En tanto, también se había referido a la educación que le gustaría brindarle a su pequeño. “No quiero que mi hijo se coma ningún cuento, ni siquiera los nuestros”, señaló. “Que escape de las imposiciones que tantas veces no impiden crecer. Que sepa que no nos debe nada por ser nuestro hijo. Y que su misión es descubrir su propio mundo, sin condicionamientos sobre cómo ser o a qué rezarle”. Aunque en realidad, admitió, “en este camino es indefectible ir educándonos juntos y a la vez”, había afirmado.
SEGUIR LEYENDO: