Fanny Mandelbaum: “Empecé en los medios con una estafa, con el nombre de Ana María Dasso”

Auténtica y con bueno humor, la periodista habla de todo: su visión del feminismo, la preocupación que le genera la Argentina y por qué considera que no ha sido una buena madre

Según sus propias palabras, su inicio en los medios fue “con una estafa”, literal. Luego su pasión por contar historias, su experiencia como productora y el amor por la radio la hicieron desembarcar en Telefe Noticias allá por 1991, cuando solo era una mano sosteniendo un micrófono en la calle y nadie decía: “Fanny Mandelbaum estuvo ahí”. Años después, la cobertura de femicidio de María Soledad Morales en Catamarca le otorgó un merecido reconocimiento por su tenacidad y compromiso, marcando un estilo propio. Ganó cinco Martin Fierro, tres durante su permanencia en el noticiero y dos por su programa Sin Miedo. Hoy, con sus jóvenes 84 años, autogestiona sus programas, tanto en radio como en televisión de cable. Conduce Fanny sin miedo todos los jueves de 16 a 18, en Radio Conexión Abierta.

La periodista y psicóloga social recibe a Teleshow en su departamento de la calle Laprida, en el barrio de Recoleta. El desbordado comedor fue el escenario elegido para realizar una extensa y cálida entrevista. Rincón al que se mire evidencia una historia: un laberinto de fotografías, regalos, premios, emoción y puro periodismo impregnan el momento de una charla a corazón abierta. Fanny recuerda sus inicios en el medio pero también analiza al periodismo actual. Confiesa que no le tiene miedo a la muerte y que su gran desafío es mantener sus defensas altas y levantarse todos los días con un propósito. “No hay un día en el que tenga mi agenda en blanco”, destaca.

Fanny Mandelbaum en entrevista con Teleshow en su departamento de Recoleta. Crédito: Cristian Gastón García

—¿Dónde estamos?

—En mi casa desde hace 54 años.

—¿Con quién vive?

—Vivía con mi marido y con mis dos hijos. Cuando me mudé los chicos eran chicos. Pasado el tiempo, mi marido falleció, mi hija se casó, mi hijo estuvo en pareja. Ahora volvió a casa, me lo devolvieron (risas), y vivo con mi hijo, con mi empleada Sully y con tres chicos de Sully, de entre tres y 12 años.

—¿Qué fue lo más importante que le pasó en esta casa?

—Cuando yo me mudé acá no teníamos ni muebles, así que en el living comedor donde estamos tenía una larga mesa de corte y yo hice acá mi fábrica de ropa. Eso fue lo primero que me pasó en esta casa. Después tuvimos un accidente, así que tuve a mi marido en cama ortopédica en una pieza y a mi hijo en otra pieza durante meses. Esas son las cosas feas. Después las cosas lindas: los cumpleaños, las fiestas, los festejos de Año Nuevo.

Fanny Mandelbaum: "El mejor día de mi vida fue cuando, por primera vez, tuve mi casa propia." Foto: Gastoy Taylor Crédito: Cristian Gastón García

—Si tuviera que elegir el mejor día de su vida, ¿cuál sería?

—Es una pregunta muy difícil porque hay un montón, pero creo que el mejor día de mi vida fue cuando por primera vez tuve mi casa propia: esta. El día que entré acá y supe que este era mi lugar, que este era el lugar de todos nosotros, porque en mi época, cuando yo me casé, era muy difícil poder comprarse una casa, salvo que estuvieras en una buena posición económica. Pero hubo muchos más días felices.

—No quiero ser pesimista, pero hoy sucede lo mismo. ¿Cómo vive esta realidad, como abuela y como ciudadana?

—Siempre estuve muy presente con los adultos mayores, sin darme cuenta: elegía para hacer notas con gente que estaba todavía trabajando o que estaba jubilada, y que con lo que ganaba no le alcanzaba, a pesar de haber trabajado 25, 30, 40 años de su vida. Pero la gente comía, la gente podía ir un día a ver un espectáculo, la gente estaba feliz. Ahora yo no puedo quejarme de nada, porque sigo trabajando a mi edad, por suerte mi hija está casada, mi hijo está conmigo, mis nietos están bien, mis bisnietos van a estar bien, espero que en un mundo que haya paz, donde nadie fabrique armamentos y prepare guerras para ganar plata, porque lo que estamos viviendo ahora es terrible. Yo trato de tener las defensas altas y la única forma de hacerlo es tratar de ver lo bueno de la vida. Lo importante es que los chicos puedan estudiar. Ahora mi nieta más chiquita se recibe de médica este año, pero cuando vi que durante 2 años tuvo que estudiar Medicina a través de una pantalla, pensé: “¡Qué mundo terrible que les tocó vivir!”. Creo que las cosas pueden cambiar. También depende de todos nosotros, de que uno les exija a los chicos que estudien, que uno les dé el ejemplo, que los corruptos vayan a la cárcel, que la Justicia funcione. Nos va a llevar tiempo.

—¿Cómo se inició en los medios?

—Es tan tan diferente a lo que le pasó a todo el mundo. Yo compraba telas, diseñaba los modelos, llevaba lo que se cortaba a los talleristas. Un día una íntima amiga mía estaba trabajando en un programa de radio que se llamaba La Gallina verde, en Radio Belgrano. La habían invitado a un festival de cine y hacía poco que trabajaba en el programa, era movilera y tenemos el mismo color de voz, desde que éramos chicas que íbamos al secundario. Cuando una quería salir con un noviecito que la mamá no la dejaba, cambiaba la voz de la otra y decía: “Mamá, estoy con Ana María, llego más tarde”, o: “Mamá, estoy con Fanny”. Cuestión que me llamó y me dijo: “¿No te animás a suplantarme por pocos días? Nadie se va a enterar, tenés que hacer las notas, yo te presento al técnico y listo”. Empecé con una estafa, lo digo directamente. Empecé con el nombre de Ana María Dasso. Lo sabían el técnico y el conductor, que era Raúl Calviño. El productor, que era Alberto Mata, no lo sabía porque sino la echaba porque hacía poco que ella estaba trabajando ahí. Fui a la radio, conocí al operador, que era un genio total, y a Calviño, y empecé a salir a hacer notas. Iba a buscar a mis chicos al colegio y le hacía una nota a la maestra, les hacía una nota a los chicos, porque venía el Día de la Madre, le hacía una nota al taxista. Agregaba notas pero quedaban quedaban en el grabador, y entonces cuando las escuchaban, las mandaban al aire, como si fueran de Ana María. Cuando ella volvió a la radio me fui a despedir y Calviño me dijo: “No, no, yo también me voy del programa, voy a hacer un programa propio y quiero que vengas conmigo”. Y le dije: “Pero Raúl, yo no tengo experiencia, no estudié periodismo”. Y me contestó: “No quiero experiencia, quiero espontaneidad”. Cerré mi fábrica y me fui a trabajar con Raúl. A la primera que le conté fue a la modista que estaba a cargo del corte, de todo.

—¿Cómo pasó de “estafadora” a profesional?

—Raúl Calviño me obligó a ir al ISER porque era un momento en el cual se decía que si no tenías carnet de locutor, no podías usar un micrófono. Así que hice tres años en el ISER y después hice un montón de programas de radio. Estaba enamorada de la radio. Un día, de casualidad, hice un programa con Sergio Velasco Ferrero. Más adelante fui a una presentación para hacer una nota para la radio y Sergio, que era muy ampuloso, muy gritón, me vio y empezó a gritar: ”¡Esa! ¡Esa es la que quiero!”. Y ahí aprendí a hacer producción de televisión. Pasaron muchos años, te estoy hablando del 78. Luego Víctor Sueiro empezaba en Canal 11, en un noticiero con Juan Carlos Pérez Loizeau, que se llamaba Revista 11, y me llevó al canal como productora del noticiero. Me quedé más de 20 años. Hasta que un día el jefe de Noticias, Emilio Zapiola, me dice: “Rusa, hubo un accidente, ¿te animás a cubrirlo?”. Hice la nota del accidente, después me fui al hospital donde estaban los heridos, me fui a la comisaría, y llegué con la nota y los compaginadores, Gardel y Lepera, hicieron una historia maravillosa. “No te quiero más en el escritorio. A partir de ahora te quiero en la calle”, me dijeron.

—¿Cómo fue esa primera nota que hizo en la calle?

—Fue en Pompeya, cerca de la Iglesia: un colectivo había chocado de frente y había varios heridos. Al no haber estudiado con un librito me daba la posibilidad de preguntar todo lo que tenía ganas de preguntar: yo sentía que lo que había que mostrar no era el colectivo chocado y decir “hubo un choque con 4 heridos que están tal hospital”; había mostrar más.

—¿Cuál es la diferencia de no haber estudiado con el librito?

—Fui profesora y a mis alumnos les decía: “El cuestionario no sirve”, porque lo que importa es aprender la historia de la persona. Si vos seguís el cuestionario no estás atenta a las respuestas. Entonces no hay repregunta y lo interesante, para mí, es repreguntarle a la gente.

Fanny Mandelbaum cubriendo el caso María Soledad Morales en Catamarca, para el noticiero de Telefe

—Hablando de preguntas, ¿cómo ve al periodismo hoy?

—Y... yo creo que hay personas que aman al periodismo y hay otras que aman el narcisismo. Con eso te digo todo. Años que no les importa dónde tienen que hacer la nota, si tienen que estar en medio de la guerra de Ucrania, si tienen que estar en un hospital hablando con los enfermos, aunque eso los angustie mucho, pero ponen el corazón en lo que están haciendo. Yo veo periodistas que están en Ucrania y que hasta lloran cuando ven un chiquito que no sabe dónde está el papá, la mamá; eso es una nota. Había una periodista muy importante que decía que el verdadero periodista no se involucra, pero yo creo que es al revés: el verdadero periodista se tiene que involucrar. A mí no me da vergüenza llorar en una nota. Me ha pasado en un camión de exteriores, estar al aire y de repente decir cosas que sentía y explotar de bronca. Me acuerdo que era la época de Menem, que él decía que estábamos en el primer mundo, y yo dije: “En un país del primer mundo no se puede morir un chico porque le robaron las zapatillas y le pegaron un tiro, y en la salita de auxilio no hay respirador”. El enfermero de la salita había estado horas haciéndole respiración y el chico se moría, no había un respirador, el papá estaba desempleado y ningún hospital lo quería recibir. Yo estaba en el hospital esperando los resultados, porque lo estaban operando, y salió el hermano que se empieza a golpear la cabeza contra la pared porque el chico se había muerto, y exploté en el aire... Porque lo digo hoy (llora): no puedo creer que haya ministerios con un montón de gente que no sirve para nada y hay chicos que estén comiendo de la basura. Esto que me pasa ahora, me pasa muy seguido y lo voy a seguir haciendo, porque creo que es la única forma de sentir que sos auténtica, es decir lo que pensás, lo cual no es… No te asegura ningún laburo.

Fanny Mandelbaum: "El verdadero periodista se tiene que involucrar en una nota. A mí no me da vergüenza llorar" Crédito: Cristian Gastón García

—¿Tuvo que pagar un costo alto por ser auténtica?

—Sí. Por eso me compré un espacio y durante 25 años hice mi programa, hice una productora que se llamaba SINPA, que quiere decir “sin patrón”.

—¿Qué le duele?

—Me duele todo lo que pasa a mi alrededor, porque tengo nietos, tengo bisnietos que van a vivir en este país, y no quiero que sufran. Si bien creo que no les va a pasar, porque por suerte tienen una familia que está bien económicamente, que tienen estudios universitarios, que cada uno se está labrando su porvenir, pero hay un montón de chicos que no van a pasar de la primaria o no la van a terminar porque tienen que trabajar, porque otros piensan que es mejor dedicarse a la droga.

—¿Dónde la podemos ver y escuchar hoy a Fanny?

—Ahora estoy en radio, pero estoy pensando en volver a comprar un espacio en televisión, aunque igual tengo radio con cámara. Tengo muchas ganas de hacer televisión, pero los espacios no cuestan lo que costaban antes y las publicidades van a los canales abiertos. Y si no tenés publicidad para bancar el espacio, es imposible.

—¿A qué le tiene miedo?

—A que mis seres queridos se enfermen. Mucho miedo. Le tengo miedo a la muerte de la gente que quiero. No le tengo nada de miedo a mi muerte… Sé que en cualquier momento puede pasar y es natural. Tengo más curiosidad por ver qué pasa desde el otro lado. No tengo grandes miedos. Le tengo miedo a las cucarachas (risas).

—¿Hizo todas las cosas que le gustaron o le quedó algo pendiente?

—Quisiera tener un programa. Yo tuve un micro en Radio Mitre: SOS Fanny. La gente me escribía un mail con los problemas que tenía y yo trataba de solucionarlos. Me fue muy bien con eso. Esa es una asignatura pendiente. Y entrar a la Facultad de Periodismo es otra asignatura. No me va a dar el tiempo.

—¿Por qué no le va a dar el tiempo?

—Porque hago radio y para producir un programa de dos horas me gusta empaparme bien y ver a quién invito, no es fácil. Pero está. Hay que tener proyectos. Lía Lerner fue como mi hermana mayor, ella partió a los 92 años y cuando le preguntaban su edad decía: “Tengo la edad de mis proyectos”. Y es mi frase de cabecera, porque creo que lo que te mantiene viva es tener proyectos.

—¿En algún momento sintió que no podía más?

—Sí, miles de veces: no soy el hombre de hierro. Mirá, una de las notas que hice hace muchos años fue a Ladislao Biro, el inventor de la birome. Tenía 80 y pico de años y en esa época era como tener 100. Cada tanto escucho la nota donde él me decía: ”Cada vez que abro los ojos y veo el sol a través de mi ventana doy gracias a Dios”.

—¿Cómo es Fanny mamá?

Muy mala (risas). No me hagas hablar de ese tema. No podés estar en dos cosas que te llevan la vida. Y yo me enamoré profundamente de la radio, del periodismo, y me enamoré profundamente de mis hijos. Pero mis hijos estaban bárbaros, gracias a Dios, y mi marido fue un tipo fuera de serie que podía hacer de papá y de mamá. Pero indudablemente no era suficiente para mis hijos. O sea que me pasan factura y yo lo acepto. No, no era buena madre.

—¿Tiene culpas?

—Soy judía. ¿Qué querés, que no tenga culpa? (Risas). Sí, pero bueno... Hoy mis hijos saben que estoy para lo que quieran y yo sé que ellos están para lo que quiera.

—¿Qué opina del presidente Alberto Fernández?

—Que es un títere. Que no sé por qué aceptó la presidencia después de haber hablado pestes de Cristina. Su primer discurso me hizo cambiar de idea: era un discurso de cordialidad, de luchar todos juntos por la Patria, de sacar al país adelante. Y de repente veo que se pone nervioso cuando ella está al lado, que ella le tiene que pasar la mano, como a un nene, para que se tranquilice. Permite que le saquen el micrófono en medio de un discurso que está haciendo. Ahora que se pelean, que no se pelean, que si bajo, que si no bajo... Me parece que la presidenta es Cristina y el vicepresidente es él. Me da mucha pena, porque podría haber hecho una buena presidencia alguien que de repente criticó un montón de cosas que estaban mal y las podría haber cambiado. Si mañana me decís que hay que votar, no sé a quién, te juro. No encuentro a nadie. Además veo que hay gente que se quiere postular para presidente que no tiene un pasado transparente y yo quiero gente con ética y con valores. Una persona de 30, 35, 40 años, no tiene la experiencia para llevar adelante un país. No tiene la compasión que tiene que tener por los que sufren. Estoy deseando que aparezca un Illia, que aparezca un Alfonsín. Y no es porque sean radicales, porque no estoy afiliada a ningún partido, si lo hubiera hecho me hubiera afiliado al Partido Socialista de Alfredo Palacios y de Alicia Moreau de Justo porque creo que esos eran verdaderos políticos, que no les importaba, que podían ser presidentes, diputados, lo que fuera, ad honorem. Acá me parece que el signo pesos pesa, aunque parezca una redundancia, mucho más que el hacer por los demás, que el pensar en los demás.

Fanny gano el Martin Fierro Digilal, 2018, por su programa Sin Miedo, en Conexión Abierta. (@fannymandelbaum)

—Hablemos un poco de las mujeres. ¿Qué opina del feminismo?

—El feminismo existió siempre. No hace falta ponerle nombre. Yo te mostraba la foto de Alicia Moreau de Justo: no hubo nadie que luchara más por las mujeres que ella y Florentina Gómez Miranda. Nadie se acuerda de las mujeres que han luchado en el Parlamento para mejorar la vida de las mujeres. Por eso te digo: esto de salir con un pañuelito rosa, verde, amarillo o violeta no me aporta nada. Toda la vida dije que la mujer es dueña de su propio cuerpo. Si la mujer no quiere tener este hijo es mejor no tenerlo. Si se te pinchó el preservativo entonces hacete un tratamiento y si no, abortá, directamente. No traigas un chico para sacrificarlo en el mundo. No tenés que pedirle permiso ni a tu mamá, ni a tu papá, ni a nadie. Yo tenía un marido machista, como todos los hombres de esa época, porque las madres los educaron así; o sea, yo tenía dos hermanos varones, ninguno de ellos levantó jamás la mesa. Yo levantaba la mesa, lavaba los platos, iba a hacer las compras. Y yo a mi hijo también lo eduqué un poco así. Mi hija era la que hacía las cosas en casa y Félix, tirado panza arriba. Por eso te digo: están cambiando las cosas. Mis nietos varones viven solos y cocinan, y no sabés lo bien que cocinan, porque mi hija los educó muy bien. Yo creo que las chicas de ahora los educan diferente. Los varones hacen las mismas cosas que las mujeres y las mujeres hacen las mismas cosas que los varones, y me parece perfecto. La educación empieza de chiquitos: él es varón, vos sos mujer, pero tienen los mismos derechos.

—¿Cómo vive ser un referente para muchos periodistas?

—El otro día, cuando nos dieron un premio a las maestras periodistas el Día de la Mujer, que había muchas estudiantes de periodismo, una me dijo: “¿Vos sabés que nosotros estudiamos con tus grabaciones, con tus reportajes?”, y me dio mucho orgullo.

—¿Recién el otro día se dio cuenta?

—Tengo tiempo, tengo mucho tiempo por delante para disfrutarlo. Lo que sí me doy cuenta es que la gente me quiere. Hoy yo me siento orgullosa de no haber tenido que bajar la vista nunca cuando me miro al espejo, porque yo siempre digo, la única persona que está con vos en el último minuto sos vos. Entonces siento que hasta acá, vengo bien. Veremos los próximos 20 años (risas). Y te voy a decir otra frase de Lía Lerner: “Quiero que la muerte me encuentre vivida”.

Fanny Mandelbaum junto a su madre: “Te extraño y recién ahora entiendo muchas de las cosas que decías, sobre todo ¿qué vas a hacer cuando tengas mi edad?” @fannymandelbaum)

—En su cuenta de Instagram publicó una foto junto con su mamá y escribió: “Te extraño y recién ahora entiendo muchas de las cosas que decías, sobre todo ¿qué vas a hacer cuando tengas mi edad?”. ¿Qué cosas entendió “con la edad de ella”?

—(Se emociona) Me enternece, porque cuando salíamos a caminar le decía: “Apurate”, y me decía: ”Yo no tengo tu edad, yo tengo más tiempo”. O si se le caía algo yo le decía: “Bueno, no importa”, y ella me respondía: “Ya vas a ver a que a mi edad también se te van a caer las cosas de las manos”. ¡Y es así! Seguramente ella entendió a su mamá cuando tenía la edad de mi abuela. Lo dije porque es verdad, siempre me decía lo mismo. Por ahí yo no la llamaba tan seguido. Muchas veces tuve que hacer notas en el Interior del país y no existían los celulares, entonces tenía que hacer cola en los locutorios y no lo hacía, y ella me reprochaba: “Ya vas a ver, cuando tengas mi edad, cómo una necesita un llamadito telefónico”.

—Para finalizar. ¿Qué le gustaría decirle a la gente que la acompañó y la sigue acompañando durante tanto tiempo?

—Lo único que le quiero decir a la gente es que trate de ser feliz. Que los años pasan rápido, que uno no se da cuenta y que hay cosas que dejó en el camino. Pero que nunca es tarde para hacer lo que uno quiere hacer. No es la edad cronológica la que importa, es la edad de los proyectos. Si te gustaba la jardinería hacete un curso de jardinería. No vas a poder agacharte para plantar, pero te vas a poder sentar en un almohadón y hacerlo. Si querés estudiar un idioma nunca es tarde, porque le estás dando el ejemplo a tu nieto de que siempre se puede estudiar. Y si querés aprender a cocinar no me imites a mí porque cada vez que quise aprender, no pude. Pero hago otras cosas.

Fanny Mandelbaum: "La única forma de sentir que sos auténtica, es decir lo que pensás, lo cual no te asegura ningún laburo." Crédito: Cristian Gastón García