Este viernes 15 de abril se estrena la película Father Stu, que refleja la vida del padre Stuart Long. A sus 50 años, Mark Wahlberg logra quizás la mejor interpretación de toda su carrera. Allí, el actor se pone en la piel del eclesiástico -mejor conocido como P. Stu- un hombre que, por medio de la fe, decide enfrenar una enfermedad degenerativa que lo llevará a la muerte. Su lucha logró conmover a miles, como a Wahlberg, quien buscó -a través del filme- dar a conocer al mundo el nombre de Stuart.
Pero Father Stu no solo es especial para Mark desde lo profesional: durante el rodaje, el actor perdió a su madre. Por eso, su trabajo está teñido de sufrimiento y emotividad, que seguramente el espectador percibirá al ver la cinta. “Podemos sentirnos un poco desesperados, pero nos tenemos unos a los otros y estamos ahí para apoyarnos los unos a los otros, pero es muy difícil”, dice Wahlberg, en diálogo con Infobae.
El filme podría dejar una lección de fe, constancia y conexión con lo supremo, por lo que una de las frases más impactantes de la película es cuando Dios podría dejarte razones para sentirte enojado con Él. Walhberg parece que ha trenzado su camino a un lado más íntimo y espiritual. La fe lo salvó de una vida muy oscura y dolorosa. “Me dio esperanza, fe, inspiración y un propósito”, sostiene, en medio de la entrevista.
La vida de Mark, como se ha dado a conocer, transitó instancias muy delicadas. Llegó a tener conflictos con sustancias psicoactivas, y distribuirlas con tan solo 14 años. En junio de 1986, a sus 15 años, Walhberg y tres amigos pandilleros persiguieron a un niño al grito de “¡Maten al negro! ¡Maten al negro!”. Le lanzaron piedras y los acosaron por varios días, de manera continua. Por este hecho delictivo, fue demandado.
En 1988, también junto a su pandilla, protagonizó otro ataque racial –físico y verbal– a vietnamitas inmigrantes en Estados Unidos. Durante la investigación se descubrió que Mark estaba bajo los efectos de la PCP, una droga similar a la cocaína. Aceptó los cargos y permaneció en prisión durante 45 días, a pesar de que su condena era de dos años.
Cuatro años más tarde, en 1992, perpetró otro ataque físico, esta vez a un vecino, Robert Crehan, a quien le fracturó la mandíbula. Finalmente hubo una conciliación, y lo ocurrido no llegó a un juicio.
Tiempo después, Mark realizó un cambio radical en su comportamiento. De aquellos ataques raciales pasó a convertirse en un hombre profundamente espiritual a tal punto que le resultaba necesario asistir a la iglesia y reconciliarse consigo mismo. Admite que buscaba “a la gente equivocada para convertirme en un líder, pero ahora soy lo suficientemente fuerte para decir que no y empezar a hacer el bien”.
Es consciente de que, en su momento, no fue un modelo a seguir. En 2014, y con la intención de aliviar su cargo de consciencia, solicitó un indulto, lo que generó controversias: “Un racista, siempre será racista”, afirmó una de sus víctimas. En cambio, Trihn, otra de sus víctimas, decidió perdonarlo públicamente por “esos actos tan horripilantes”.
El actor asegura que su mayor lucha fue en la pandemia, ya que “no había faltado a la iglesia durante unos 15 años”. “Pero esta vez no tenía la misma conexión con la iglesia, y eso realmente me puso a prueba: cuando empecé a decir que íbamos a hacer la película, volví a entrar”.
En Father Stu comparte protagónico con Mel Gibson, con quien mantiene una química magistral: ya lo habían probado en una comedia navideña. Pero ahora, los dos experimentan una sensación sublime acerca de la fe. “Fue muy diferente porque antes íbamos por las carcajadas. Esta vez él entendió las luchas de Bill (Long, el papá de Stuart). Creo que ha sido la mejor actuación que Gibson ha dado en mucho tiempo”, consideró Wahlberg.
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