Hablar de las series juveniles que marcaron una época en la televisión argentina nos remite a Pelito (1983 a 1986), Clave de sol (1988 a 1991) y Montaña Rusa (1994 a 1995). Todas emitidas por El Trece, tenían una trama en común: narraban las problemáticas, los amores y los conflictos de un grupo de amigos que compartían el colegio o un club. Y de los distintos elencos surgirían grandes figuras como Adrián Suar, Leo Sbaraglia, Guido Kaczka, Julián Weich, Florencia Peña, Federico D’Elía, Gustavo Bermúdez, Nancy Dupláa, Gastón Pauls y Diego Ramos, entre otros.
Pero hubo una actriz que participó de las tres novelas: Paola Cocciaglia. Nacida el 20 de enero de 1972 en Buenos Aires, debutó en Pelito con apenas 10 años, luego de que sus padres la llevaran a estudiar arte dramático al verla cómo se desenvolvía en los actos escolares y en los personajes que improvisaba en las reuniones familiares. Allí tuvo un papel menor. Pero significaría el primer paso.
Cuando a los 18 años se sumó a la segunda temporada de Clave de sol, para entonces su nombre ya tenía otro peso. Por caso, estuvo unos pocos capítulos: de inmediato lo convocaron para Celeste, la exitosa novela que protagonizaron Andrea del Boca y Gustavo Bermúdez. Luego llegaría Montaña rusa: un solo periodo en pantalla fue suficiente. Con 22 años, Paola entendió que debía buscar otro lugar para desempeñarse. Aquello que tanto la apasionaba de chica la había cansado, y la fama no era algo que disfrutara tanto.
Sin las largas horas que demandaban las grabaciones de las tiras, se volcó por completo a sus estudios universitarios para recibirse de licenciada en Comercio Exterior. Con el título en su poder, comenzó a incursionar en el mundo de la política: su primer trabajo fue ocupando un cargo en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Lejos de lo mediático, y adoptando un perfil muy bajo, empezó a desenvolverse en la arena política.
En 1999 dio el gran salto: fue subsecretaria adjunta durante la presidencia de Fernando de la Rúa. Un año más tarde fue designada con un cargo en la Secretaría de Fomento e Integración de Economías Regionales de la Jefatura de Gabinete. La caída del Gobierno, en medio del estallido social por la crisis del 2001, decretó también el final de sus funciones. A partir de entonces, Cocciaglia se iría alejando de la política. Ya poco se sabría de ella. En las crónicas políticas su apellido dejaría de escribirse.
Lejos de las luces televisivas que hacía tiempo no la alumbraban y de los pasillos de la Casa Rosada que ya no recorrió más, en el verano de 2005 Paola se fue con su familia de vacaciones a Cariló. El 11 de enero, regresando de Miramar -adonde había ido a participar de un cumpleaños con sus hijos pequeños, un nene de dos años y una nena de tres, y una niñera-, la fatalidad se cruzó en su camino en el kilómetro 404 de la ruta 11, cerca de la 1:30 de la madrugada.
Fue en ese tramo en el que Cocciaglia perdió el control del vehículo. En un intento por regresar a la cinta asfáltica, su Land Rover 4x4 terminó dando varios tumbos hasta terminar volcando. Según lo que informaron por entonces fuentes policiales, la niñera salió despedida de la camioneta por una de las ventanillas en uno de los tantos tumbos; murió en el acto. El hijo de Paola también fue despedido y finalmente, trasladado de urgencia a un hospital cercano con heridas graves y fracturas múltiples. Su hija, en cambio, llevaba el cinturón de seguridad y salvó su vida.
La actriz quedó atrapada en la camioneta. Aún aturdida por los golpes recibidos contra el parabrisas y el volante, consiguió salir. Procurando buscar ayuda, regresó como pudo a la ruta, cubriendo a tientas unos 15 metros. La oscuridad le impidió divisar a un periodista que estaba a bordo de un Renault Clio, quien no logró detenerse a tiempo y terminó atropellándola.
Paola Cocciaglia murió en la ambulancia cuando era llevada al Hospital de Pinamar. Tenía apenas 32 años. Horas más tarde, su hijo sería trasladado a Buenos Aires donde, luego de varios meses de recuperación, recibiría el alta. Hoy los chicos tienen 19 y 20 años, pero nada se sabe de ellos.
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