Los 8 escalones del millón se convirtió en uno de los programas preferidos de la audiencia. Cada noche, y desde hace un tiempo cada tarde, en la pantalla de El Trece ocho competidores se disputan el premio en un formato clásico de preguntas y respuestas con algunos matices que hace que el público los elija. Uno de ellos, es la elección de los concursantes, diversos en edades, en orígenes y en historias de vida. Hay veces que pasan desapercibidos y otras cautivan al conductor Guido Kaczka y al jurado por algún detalle que les llama la atención.
Esto último ocurrió en la edición nocturna del miércoles durante la recorrida por el primer escalón cuando Guido pasó lista entre los participantes y se detuvo en uno en particular. “Hace tiempo que vendo sahumerios en los colectivos de la Línea 182″, se presentó Matías. En su salsa, el conductor indagó en los detalles del oficio y el participante reveló algunas estrategias: “Tengo un speech, tengo que levantar la voz para bancar el tráfico y lograr la que la gente levante la vista del celular”, señaló, antes de dar algunas precisiones de su itinerario.
Matías contó que trabajaba exclusivamente en la línea que conecta la estación Federico Lacroze con la localidad de Villa Adelina, en el norte del conurbano. “Encontré mi nicho en esa zona, marqué territorio y me quedé. Arranco en José Hernández entre Cabildo y Ciudad de la Paz”, contó antes de quejarse por el tráfico de la zona y de compartir con todos su pregón.
“Gente país, tengan muy buenos días, soy Matías ¿cómo les va? Y a continuación este endémico pandémico tenempié laboral intitulado ‘rajando tamangos buscando ese mango que te haga morfar’”, relató el participante ante el auditorio que lo seguía atentamente. “¿Te va bien con eso?”, quiso saber Guido. “Subsisto. Volví en febrero después de los dos años de pandemia y la verdad, mejor de lo que pensaba”, replicó Matías, que actualmente vive en un hotel y contó que en caso de hacerse con el millón pensaba usar una parte para poder alquilar un lugar y también ayudar en los estudios de su hija. “Ella está en el Universidad Nacional de Arte, en tercer año, y le quiero hacer un fondito como para que cuando termine la segunda parte se pueda capacitar y hacer algunas otras cosas”, detalló.
Matías arrancó su recorrido con solvencia y así lo continuó. En la previa, había contestado el 90 por ciento de las preguntas lo que le permitió holgadamente la participación, y durante la competencia solo tuvo un error. Así llegó a la instancia final, en la que de entrada sacó ventaja sobre Marion y mantuvo la delantera. Por momentos, su rival llegó a acercarse pero nunca pudo igualar su línea. Cuando faltaban dos preguntas, el vendedor llevaba una luz verde de ventaja por lo que en caso de contestar de manera correcta, y no hacerlo su adversaria, lograría hacerse con el tan ansiado millón.
La encargada de hacer la pregunta fue la periodista Valeria Sampedro, invitada en esta oportunidad, para abordar el tema de política y actualidad. “¿Cuál de los siguientes políticos es el único que en el momento no ocupa el cargo de embajador argentino en un país?”, indagó la conductora de TN. Los finalistas meditaron la elección hasta que marcaron sus respuestas. “D”, eligió Matías, por Felipe Solá, mientras que Marion optó por la “B”, Daniel Scioli.
El vendedor ambulante estaba confiado en su respuesta, al punto que guiñó un ojo y hacía lo que podía por contener la sonrisa en su cuerpo tembloroso. “La correcta es la de Matías”, anunció la periodista, desatando ahora sí un festejo alocado. El vendedor sostuvo su cheque con el millón, chocó el puño con su competidora y se dejó llevar por las lágrimas y los aplausos del jurado y el resto de los participantes. Imaginando cómo sería el próximo viaje, en el que suba al colectivo, salude a los pasajeros y recite una vez más su speech.
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