Si algo retrata a las personas son los objetos que nos rodean o aquellos que vamos atesorando a lo largo de la vida y China Zorrilla es el fiel reflejo de una personalidad única e irrepetible. El pasado 14 de marzo pasado se cumplió el centenario de su nacimiento y en este marco se viene realizando una muestra en Uruguay para homenajear a la artista.
Imágenes en blanco y negro, recuerdos de distintos momentos de su vida e intervenciones artísticas integran una exposición que emociona y muestra la humildad de una de las actrices más respetada y aclamada por el público y sus colegas. Ahora, sus sobrinos resolvieron enviar a remate cuadros, pequeños muebles, libros, medallas y hasta estolas y chales que pertenecieron a la carismática artista, que durante más de seis décadas consecutivas dedicó su vida al teatro y al arte en el más amplio sentido de la palabra.
Por cierto, el próximo miércoles 4 de mayo, su público tendrá la posibilidad de tener en sus manos obras de arte y objetos personales en los que descubrimos el mundo íntimo de China Zorrilla, desde José Luis Zorrilla de San Martín, Rafael Barradas y Federico García Lorca hasta Manuel Mujica Lainez, Susana Giménez y Victoria Ocampo. Dicha subasta estará a cargo de su sobrino nieto Sebastián Zorrilla, encargado de bajar el martillo a cada oferta.
Mucha curiosidad provoca al recrear la intimidad de la figura inolvidable que durante décadas —sin perder nunca la pisada y sin dejar, al mismo tiempo, de ser fiel a sí misma— emocionó con su arte y su palabra a nuestros países, principalmente a la Argentina y al Uruguay, en la cultura de la que ella fue consecuencia y también causa, pero también más allá de nuestras fronteras rioplatenses.
Este doble significado, sin embargo, constituye las dos caras de una misma moneda: el arte. Siempre es una maravilla poder apreciar la colección que una persona ha logrado reunir en su vida, encontrar en estos conjuntos la sensibilidad propia de quien los ensambló en un mismo diálogo, poder interpretar la búsqueda personal del individuo, que siempre ha de ser única, motivada por las variadas inquietudes y circunstancias con las que se elabora la existencia.
“En el caso de China Zorrilla y su colección de arte es más que patente. Basta un instante, al encontrarnos frente a este conjunto, para percibir no ya su sensibilidad sino su misma presencia al contemplar estas piezas, en las que China conjugó el renombre con el anónimo, lo simple con lo notable, con ese estilo que es el resumen perfecto de todo cuanto ella fue, en su propio arte, en su vida y en su trato”, reafirma Amalia Amoedo, nieta de la fallecida empresaria Amalita Fortabat.
La colección China Zorrilla es producto de la herencia de los sobrinos de la actriz, que en el centenario de su nacimiento decidieron seleccionar algunas piezas para armar una exposición en el museo de la casa de Pocitos y otras para subastar. “China tenía una energía especial. Mirás la colección y no hay cosas de gran valor ni nada, son cosas con mucha personalidad. Fue la selección que hicimos y creo que habla mucho de ella. Toda la gente que la conocía viene y se emociona, porque dicen que esto es China”, sostiene Sebastián.
También salen a la venta obras de Eduardo Galeano dedicadas. El fútbol a sol y sombra es una de ellas, en el que el autor escribió de su puño y letra. Y de Mario Benedetti. Se sabe que ambos, se profesaban mutua admiración y los unía una amistad de larga data. En la portadilla de su poemario, El amor, las mujeres y la vida, Benedetti estampó: “Para China, con tantos buenos recuerdos y la admiración de siempre”.
Están allí, el libreto original de El diario de Adán y Eva, con anotaciones hechas por China, un disco simple con la canción de la legendaria obra Un enredo y un marqués que coprotagonizó con Taco Larreta en los tiempos del TCM y un libro que perteneció a Sarah Bernhardt y que China compró en París en 1960.
“El diario privado de Adán y Eva fue un show mágico, que tradujimos y compusimos juntos, acompañados por Federico García Vigil y su música. Era un papel que yo quería hacer de cualquier manera. La idea original era para ser interpretada por una chica jovencita, monísima, y un muchacho espléndido, buen mozo. ‘Bueno, lo vamos a hacer Carlitos y yo’. Y el éxito fue brutal. ¡Así era China! Con esta obra recorrimos muchos países, la llevamos a los lugares más inesperados. En Argentina fuimos desde San Ramón de la Nueva Orán hasta Tierra del Fuego, pero no ciudad por ciudad, sino pueblo por pueblo. Empezamos en el Teatro Liceo y terminamos en una cancha de bochas, y en todos lados fue una locura”, recuerda Carlos Perciavalle.
Además, hay una selección de esculturas que van desde un estudio en bronce de una Venus Genetrix, la diosa romana de la maternidad, hasta una alegoría del teatro que hizo para su hija y representó con una mano que remueve la máscara de la tragedia para dejar ver la comedia, o una reproducción de la misma mano del escultor.
“Pocas cosas eran tan geniales como visitar a China en su casa, donde siempre nos podía esperar con una sorpresa o con las circunstancias más inesperadas, espontáneas, que nacían de su enorme amabilidad y generosidad. Podía suceder, por ejemplo, que un día fuésemos y nos encontráramos con un señor que no conocíamos, sentado en la sala y mirando la televisión. ‘Es el plomero’, nos explicaba. ‘Dice que todavía no vio mi película, así que lo puse a ver Elsa y Fred’”, escribió Susana Giménez sobre la artista uruguaya.
“China era una bohemia que jamás iba a aparecer con el mejor juego de té del mundo para acompañar los chocolates y las cajas de bombones que le llevábamos y que tanto le gustaban. Pero eso a nadie le importaba, porque con China la cuestión era simplemente escucharla hablar, o verla jugar al backgammon con la duquesa de Tamames. Todo eso era en sí mismo un espectáculo”, agregó la actriz y la conductora
En este sentido, Soledad Silveyra también dejó su cálido mensaje en el catálogo presentación de la subasta y remarcó: “No había lujos en China, en el sentido corriente de la palabra. Se hacía su propia ropa, y así andaba, con sus conjuntos que inventaba en media hora, con los que nunca perdía la distinción. El lujo, en China, era la sencillez. Dirán algunas filosofías que es ahí donde radica el verdadero buen gusto, y en la vida de China esta fue la verdad.
“Para mí es un gran honor, rematar los objetos de China”, dijo a El País el martillero Zorrilla, que no duda en calificar que afectivamente esta es la subasta más importante que le ha tocado realizar en sus veintiún años de carrera. Zorrilla , indicó, que todos los lotes saldrán con un certificado que avala su autenticidad firmado por la familia Zorrilla.
El resto de los objetos que formarán parte del remate serán: un reloj suizo de bolsillo a cuerda marca Framond. Caja en metal plateado decorado “dama”. Funcionando (Precio base 50 dólares), un prendedor en plata calada y cincelada “aves” decorado con corales y turquesas (Precio base 150 dólares), Dos mazos de naipes franceses en estuche de cuero bordeaux (Precio base 50 dólares), tres mates en calabaza negra y alpaca, dos de ellos con bombillas en alpaca (Precio base 150 dólares), un reloj de arena en peltre con depósito de vidrio. Realizado en homenaje a los treinta años de Les Luthiers, 1967-1997 (Precio base 40 dólares) y un Juego de seis cucharas para café en metal plateado alemán WMF, una medida para whisky en metal plateado Kingstone y una cuchara pasa salsa en metal plateado francés América con borde perlado (Precio base 70 dólares), entre otros.
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