Alcides Miguel Berardo, hoy simplemente “Alcides”, tenía nada más que siete años cuando comenzó a tomar clases de acordeón, sin saber que el instrumento marcaría su destino, convirtiéndose en su pasión y en su fuente de trabajo durante más de medio siglo. Siempre ligado a la música, aquel nene de Río Cuarto, Córdoba, quería en realidad con ser ingeniero agrónomo hasta que a sus 16, un tornado destruyó el campo de su familia llevándose no solo lo material, sino también aquella ilusión.
Casi a sus 70 el intérprete de hits como “Violeta” o “Sopa de caracol”, habló con Teleshow sobre sus infancia, sus inicios, su llegada a Buenos Aires y de cómo la pandemia afectó a su trabajo y lo que significó para él la vuelta de los shows presenciales.
“Quería ser ingeniero agrónomo pero la vida me dio un giro inesperado, en noviembre del 68 pasó un tornado y nos llevó todo, quedamos sin nada y mi papá tomo la determinación de vender el campo y ahí cambio la vida”, contó. Tal vez fue esa sensación de perderlo todo lo que lo llevó a valorar aún más el poder estar mejor y tener un plato caliente de comida, y aportar su granito de arena en pos de ayudar. Sin cámaras “siempre en silencio”, en los ‘90 por ejemplo hizo su aporte para que el Hospital de Niños tuviera un tomógrafo, desde ese entonces vista geriátricos, hospitales y comedores.
“Es lindo visitar los comedores, ver cómo se desarrolla todo, estás un día ahí y ves la forma en la que los chicos y adultos también te agradecen. Fui a cantar y a dar mi apoyo desde ahí, también apoya la Ley Pancitas Llenas, que espero que salga”, dijo sobre le proyecto que consiste en que las empresas que más crecieron en los últimos 30 años aporten el 0,04 por ciento de sus ganancias, para que sean destinadas a más de veinte mil comedores.
El proyecto de Ley que apoyan otros famosos como Víctor Laplace, Carolina Perelitti, Pablo Alarcón, Carmen Barbieri y Alberto Martín, propone la existencia de un control de la sociedad civil, a través de las ONGs que la impulsan y la Comisión fiscalizadora para garantizar un manejo de fondos transparente. Actualmente está siendo tratado en comisión en la cámara de Diputados.
“Visito muchos lugares, siempre en silencio, aprendí mucho y es reconfortante, pero hay que estar bien preparado, porque cuando volvés a tu casa y empezás a recompilar lo que viste y escuchaste y es un golpe feo, no es lindo para nada pero uno anímicamente trata de volver a la normalidad y aceptar las cosas como son es la vida”, reflexionó.
Nacido en Río Cuarto, Alcides trabajó desde niño en el campo familiar, donde se dedicaban a la lechería y a la fabricación de quesos, por eso sus ganas de estudiar para ser ingeniero agrónomo. “La vida me dio un giro inesperado, en noviembre del 68 paso un tornado y nos llevó todo, quedamos sin nada y mi papá tomó la determinación de vender el campo y ahí cambio la vida”.
La familia entera (él, sus padres y su hermano) debieron reinventarse. Compraron camiones y salieron a vender productos alimenticios que compraban al por mayor, luego se mudaron a San Luis. “Allí viví 18 años y como hacia la música paralelamente, ya hice mi primer grupo de 4 integrantes, de lunes a viernes trabajaba en la empresa, sábado y domingo cuando se podía salía a trabajar con la música, me gustaba y gusta de alma”.
Entonces, un nuevo embate cambió su destino, esta vez no se trató de un fenómeno natural, sino económico. Con el Rodrigazo se le hizo “imbancable” seguir con el negocio: “Cargabas un camión el lunes y costaba cinco millones de pesos, al otro siete al otro diez y no te alcanzaba, eso saca tu ánimo de trabajar querés bajar los brazos. Así que me dediqué de lleno a la música, ‘de hambre no me voy a morir’, dije”.
—¿Qué te dijo tu familia?
—Siempre me apoyaron porque veían que la parte empresarial no caminaba, y nunca baje los brazos, encaré siempre.
—Y años después, la decisión de probar suerte en Buenos Aires...
—Sí, en San Luis teníamos baile jueces, viernes, sábado, domingo, no había problemas económicos, pero quería dejar de ser un músico zonal, y la única puerta para ser nacional, es Buenos Aires, que para mí en ese momento era como decir París. Llegué en enero del ‘89, ya venía de una gimnasia de sufrimientos. Veía la posibilidad de crecer un poco más todos los días y eso reconforta, seguí encarando. Cuando uno viene de tanta paliza llega un día en que no te duele mas ninguna parte del cuerpo y no te queda otra que seguir. Los primeros tiempos fueron difíciles porque no me conocía nadie.
—¿Ya conocías la ciudad?
—Sí, y cada vez que venía me endulzaba mas la posibilidad de venir y el estar. Cuando llegué tomé el toro por las astas, los primeros meses fueron duros. De un día para el otro cambió todo de golpe, cuando “el Abuelo” de la barra de Boca agarró el tema “Negrita mía”, lo implantaron en la hinchada y en la actualidad lo cantan todos. Después me di el lujo de hacer un teatro, ¡lo que era decir voy a hacer teatro con un grupo musical en esa época! Me dijeron que estaba loco, que el teatro era para otra cosa. Hasta que dije “lo voy a hacer sí o sí, salgara como salgara (sic)”, no me importaba perder, me importaba el esplendor que me iba a dar el Astros en Corrientes y me di el lujo de hacer una inversión favorable. Fue un jueves 27 de diciembre, se llenó y quedó gente afuera, con eso subí diez escalones.
—¿Y cómo surgió “Violeta”?
—Es un tema que grabo Chayanne por 1984 en su primer disco, de Luis Calda, y cuando lo escuché me atrapó la letra, la alegría que tenía, pero no me servía la música, era muy light, tranquila, lenta, hice los arreglos y así quedo y lo adoró el público.
—Después de un hit como “Violeta”, ¿qué hay? ¿Se supera? ¿Cómo se vive?
—Van 33 años que no se supera con nada. Yo hago en silencio, me quedo quietito porque es cierto lo que dicen que el tren pasa una sola vez y su paso y me dejó “Violeta”, “Lágrimas derramo por ti”, “Negrita Mía” como grandes éxitos, no busquemos tapar lo que tanto costó. Hay temas que se vuelven inmortales, no hay que renegar ni decir “quiero otro para que sea mas exitoso”, lo hiciste, convéncete.
Todo lo que sembró en años de carrera fue en parte lo que le permitió poder pasar la cuarentena, período complicado para el sector artístico. “Ese tiempo no pude hacer nada, no se podía proyectar ni para la semana que seguía, entramos en una nube oscura en la que no sabíamos nada. No tuve problemas económicos pero ante la incertidumbre que había de como cuando ni donde te hace daño, te paraliza esperar, me bajoneé un poco. Se escandalizó todo y se transformó, el virus estaba pero se dio manija y se atemorizó a la gente”.
Aunque siguió viendo a parte de su familia que estaba cerca de él y que no le tuvo miedo al virus, dejar de trabajar dolió: “Van 57 años haciendo mi trabajo y es todo una vida y te cortan de golpe y te paran no sabes qué hacer, es como si te raparan la cabeza con un tarro”. Aunque ya volvieron los shows presenciales a todo el país, se reinventó y por el momento, se focaliza en hacer giras por el país, este viernes por ejemplo estuvo en Luján y el fin de semana en Mendoza y tiene fechas agendadas hasta mayo, siempre acompañado de su equipo de músicos y bailarinas: “Somos cinco y nos llevamos bien, siempre digo que hasta siete personas se llevan bien”.
Llevar ese ritmo de trabajo y de viajes no es para cualquiera y por eso no es fácil encontrar compañera de vida. Actualmente Alcides está en pareja desde hace un año con una mujer que conoció hace cinco: “Tanto uno como otro tienen que saber soportar entender y confiar, si hay confianza hay todo, amor alegría todo, y acá prevalece”.
“Estoy tranquilo y muy bien, es lo que esperaba ‘más adelante’ como se dice, la vida del músico es jodida. No cualquier mujer tiene la suerte de tener un marido músico”, bromeó como buen cordobés aunque vivió más tiempo fuera que dentro de su provincia natal. A la vez reconoció que todo “termina en la palabra aguantar” y explicó: “Un marido que no lo tenés un fin de semana, cumpleaños, Día del Padre o de la Madre, a veces tampoco en Noche Buena o durante el primer día del año”.
“Siempre se dice que el hombre madura entre los 25 y 40 años, yo pasé de largo. Experimenté demasiado, hice la universidad de la pareja y 18 veces aprendí, estoy quieto y tranquilo ahora, soy una fruta madura”, cerró quien en julio cumplirá 70 tras el recorrido por el camino que lo trajo hasta su presente.
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