Luego de varios intercambios a través del correo electrónico -no usa WhatsApp-, Mario Pergolini cumple con su palabra y visita los estudios de Infobae para conceder una entrevista que no reconocería veda alguna: asiste dispuesto a hablar de todo. Llega puntual, y lo primero que sorprende es encontrarse con un hombre que no aparenta los 57 años que ya tiene. Humilde, recibe el halago, pero aclara que no se cuida en nada. Hasta le resulta irónico: no entiende cómo puede mantenerse tan bien, y todas las personas que estamos en el estudio nos reímos de manera cómplice.
Creador de éxitos televisivos como CQC y radiales, con su emblemático Cuál es?, la intención de Pergolini es tener cada vez menor presencia mediática. De lunes a viernes despunta el vicio con la conducción de Maldición, hoy va a ser un día perfecto , de 7 a 10 en Vorterix, aunque ya no sea radio, como explicará. Innovador, provocador y creativo, Mario asegura que, por experiencia propia, a veces estar adelantado es lo mismo que estar atrasado. A lo largo de una charla íntima y distendida, hablará de sus nuevos proyectos, opinará de radio y televisión, y hará foco en las nuevas generaciones y su relación con las redes sociales: “Hoy cualquiera cree que puede lograr cualquier cosa, y no es así”, avisa. Pero también se detendrá en su renuncia a la vicepresidencia de Boca.
Sencillo, buena onda y con su ego intacto, este es el Pergolini versión 2022.
—¿En qué momento de su vida se encuentra?
—Ya voy a cumplir 58 años. Entonces, ha pasado mucho tiempo de todo. ¿Y en dónde estoy? En una etapa no alejado de los medios, pero intentando cada vez estar menos dentro. De poder hacer otro tipo de cosa. Hace ya más de una década que me dedico, casi exclusivamente, a tecnología y a medios dedicados a la tecnología. Vorterix, que va a cumplir 10 años, es el primer formato latinoamericano con streaming y cámaras en vivo que es realmente multiplataforma. Tengo la suerte también de participar en Board, una compañía en donde se hacen análisis de distintas formas de trabajar las redes sociales, la comunicación, las palabras y ese tipo de cosas que pueden terminar en un medio de comunicación, los comienzos de Filo News, o incluso algunas que se dieron al comienzo acá, en Infobae, tecnología, streaming, análisis de audiencias, inteligencias artificiales aplicadas en redes neuronales para facilitar distintos tipos de cosas, casi todas relacionadas al entretenimiento, y mucho de lo que análisis de datos.
—¿Cuándo dijo: “Basta de televisión voy por la tecnología”? ¿Cómo se reseteó?
—Yo creo que siempre hemos ido juntos: la tecnología y lo que he hecho en medios. Mis programas de radio fueron los primeros que se editaron digitalmente, los primeros que tuvieron correo de Internet, ya que tuve la suerte de desarrollar una compañía de Internet, en sus comienzos, que le dio soporte a muchas de las cosas que hice. Cuatro Cabezas fue una empresa tecnológica cuando todavía no existían los filtros, no existía Instagram. Caiga Quien Caiga estiraba narices, estiraba las cabezas. La tecnología y lo que hice siempre fueron de la mano. Creo que el gran éxito de Cuál es? era cómo se podía editar rápido, disparar música cuando todavía no había música digital, pero nosotros ya teníamos digitalizado casi el 100 % de lo que estábamos pasando. Siempre me ha gustado la tecnología, siempre la apliqué a todo lo que hice.
—¿Cómo manejó su ego cuando bajó el éxito de CQC?
—Bueno, no es fácil… El ego fue igual en todas las épocas de la humanidad.
—Sí, pero el ego en televisión tiene un valor superlativo.
—Correrte del ego es complicado. Creo que hoy en día le pasará también a un streamer si ve que su audiencia le empieza a bajar. A mí se me dieron dos cosas al mismo tiempo: una fue que vendimos la compañía, con lo cual había que trabajar para otro, y la otra, que Caiga Quien Caiga debía tener un cambio: nosotros ya estábamos... La verdad es que a mí no me gusta hacer programas largos, nunca vi el mérito de decir: “Este programa tiene 20 años al aire”. ¿Cuál es el mérito? ¿Sobrevivir?
—¿Caiga Quien Caiga dejó de existir porque no le gustan los programas largos o porque sintió que había llegado a su techo?
—Todo tiene un techo. Vemos todo el tiempo a esa gente que decís: “¿Para qué estiraste la agonía?”.
—¿Es una agonía?
—Sí, es estirar la agonía. Lo que pasa es que la vanidad no te lo permite. Incluso en radio uno dice: “Bueno, pido tal y tal cosa, sino me voy y la gente se va a ir conmigo”. Y a la semana te das cuenta de que ya nadie se acuerda de vos. ¡Y está bien! Somos minutos en la vida de todo el mundo. Así que aproveché que no soy una persona melancólica, creo que todo tiene sus tiempos, tienen sus equipos y sus formas de llevarla adelante. Insisto que esto fue hace 10 años, y yo ya hacía casi 30 años que estaba en el medio; empecé desde muy chico.
—Hablando de chicos, ¿cómo ve a los jóvenes en los medios?
—Mirá, ser joven siempre es complicado, en cualquier cosa: en un banco, en los medios, en la ciencia. Ser joven muchas veces te descalifica. Pero creo que el medio, en tecnología, ahora te califica un poco. Ha cambiado. Aunque también está quien cree que por ser joven va a ser exitoso, por ser joven va a ser influencer, por ser joven va a ganar millones. La verdad es que es una generación a la que le está costando mucho poder superar ese tipo de cosas. Las redes sociales, y por cómo se comunican, te dan elementos que hacen creer que cualquiera puede lograr cualquier cosa. Por ejemplo, si uno ve a un chico en su casa con una cámara haciendo cosas geniales, que tiene 2 millones de seguidores, el otro dice: “Yo tengo una casa, tengo una cámara, tengo la misma conexión, ¿por qué no puedo ser tan genial como él?”. No funciona tan así, no es tan lineal. Primero, porque el éxito no se puede predecir, sino todo el mundo sería famoso... Uno no sabe dónde está el éxito. De golpe girás para un lado y lo encontrás. Muchas veces es búsqueda, pero muchas otras veces te tropezás con el éxito.
—¿En su caso, fue búsqueda o tropiezo?
—Yo creo que en la búsqueda me terminé tropezando. Empecé muy chico pensando que podía hablar mucho de música; lo hice, busqué cómo hacerlo. No me podía autogenerar en esa época, no había ni radios independientes; de hecho, yo armé una de las primeras. Si vos querías estar en un medio, tenías que ir a un medio, y si querías ir a la tele podías ir a cuatro canales y hablabas con los dueños.
—¿A qué medio fue a golpearle la puerta?
—El primero fue Radio Belgrano, con 16 años. Me empecé a ratear y conseguí el trabajo. Me quedé dos semanas en la puerta hasta que me atendieron.
—¿Cómo lo consiguió?
—Les causó gracia que hacía dos semanas que estaba ahí… Y yo, imaginate cómo fui con mi carrera, e imaginate con 16 años, todavía mucho más cocorito (risas). Les dije que la música que estaban pasando era una porquería, que nadie sabía hablar… Y realmente era una porquería y nadie sabía hablar de música. Todavía no había FM, no había nada. ¡Yo estaba en el colegio! Mi mamá me quería matar. Llamaron a mi casa preguntando por qué hacía 20 días que no iba al colegio. No calculé esa parte.
—¿Cómo reaccionó su familia?
—Casi me matan. Además me decían: “Mirá, Larrea hay uno solo” (risas). Y yo les contestaba: “Pero yo no quiero ser famoso, yo quiero hacer algo que me guste”.
—¿Siente que la fama hoy influye más que su deseo genuino?
—Tiene mucho que ver con el ego.
—¿Cómo está su ego hoy?
—Siempre ha estado perfecto.
—¿En las épocas de mayor exposición nunca se mareó o sintió que perdía el control?
—Obvio. No es lo mismo tener 20 años que 30, 40. Incluso, al día de hoy, cuando contrato gente que está en los medios, le digo: “¿Estás preparado para que mucha gente te halague?”. Porque todos estamos preparados para que nos desprecien, sabemos cómo son las herramientas para luchar cuando nos desprecian. Sin embargo, es muy complicado cuando todo el mundo te endulza el oído, cuando todo el mundo te aplaude. No es común que todo el mundo te esté aplaudiendo, no es común tener un trabajo en donde cada vez que terminás ves, no sé, 200 personas haciendo: “¡Eeeeeh!”. Es muy difícil de entender a los 20 o a los 30. He tenido mis épocas más que evidentes, de más subido al caballo, menos subido al caballo. Siempre fui muy combativo, pero hoy ya no lo soy tanto: no le encuentro tanto sentido a ser así. Creo que la competencia pasa por otro lado y de otra forma. Pero cuando tenía 20, era: “Nosotros o ellos”.
—¿Cuáles fueron los momentos bisagra en su vida?
—Soy técnico electromecánico y no ejerzo, así que haber estudiado esa carrera y no haberla seguido adelante puede haber sido algo de eso. Estuve en política mucho tiempo, trabajé en Casa de Gobierno, trabajé con Alfonsín en el 83 cuando asumió, renuncié cuando salió al balcón y dijo: ”Felices Pascuas”. Ahí le presenté mi renuncia. Momento bisagra realmente es cuando entramos a Continental con Ari Paluch, una persona a la que conocí de casualidad. Hicimos Feedback y entramos en la radio, después pasamos a Rock & Pop. Luego, haber tomado la decisión de producir y no como empleado. Yo desde los 22 años he controlado las cosas que he hecho. Por último, dejar la televisión y la radio, donde estuve tantos años, fue otro gran cambio. Pero no me molestan los cambios, no me asustan, creo que aprendí a convivir con ellos.
—¿Qué es lo que más aprende de los cambios?
—Que hay ciertas cosas melancólicas, hay ciertas cosas en el trabajo que uno las tendría que separar. Uno tendría que vencer ese miedo a dejar lugares seguros, tu lugar de confort, y desafiar ese tipo de cosas te puede llevar a mejores lugares. Cierto que la probabilidad es más baja. He tenido cientos de fracasos y muy pocos éxitos, pero los éxitos que tuve me han dado el lugar que he tenido, el lugar que puedo llegar a tener en el día de hoy. Yo doy charlas para universidades o para ciertos grupos de gente, y siempre intento terminar con esto: “Miren, es un gran momento para fracasar y animarse a fracasar”, ya que vamos a entender muy rápidamente si algo va a andar bien o va a andar mal. Y también intento decirles: ”Cuando veas que está mal, aunque sea la mejor idea que tuviste en tu vida, largala, no te quedes con ‘no, yo voy a hacer que ande bien’. Y no tomárselo como un fracaso, sino decir ‘no funcionó’”.
—¿Un ejemplo de algo que no le haya funcionado?
—La verdad es que hay muchas cosas. Habíamos sacado, hace un tiempo atrás, unas valijas inteligentes que tienen carga, que veías por el celular si la valija viajaba con vos y llegaba con vos. Hemos acompañado a un grupo de desarrolladores.
—Una buena idea para los pasajeros que temen perder las valijas.
—Sí, pero el problema fueron las baterías. Hubo como un lobby de las compañías de no subir cosas con baterías al avión, entonces una valija sin batería dejaba de ser smart para ser la misma valija tonta que era antes.
—Y luego del fracaso, ¿qué le pasó?
—Perdí plata. Para algunos puede ser la plata de su vida y para otros, no. Bueno, ahí es cuando digo: “Okey, entonces, si vas a perder plata, tené cuidado hasta dónde estás dispuesto a invertir con estos grandes sueños que querés tener”. Algunos te van a llevar a ser híper millonario. Le habrá pasado al de Global, le habrá pasado a (Jeff) Bezos. A esta generación ahí le está fallando un poco: están buscando fondeo y después ni saben muy bien cómo administrar el dinero, entonces, no pueden llegar a otras etapas. Son pocos los que lo logran.
—¿Qué les faltaría para llegar a las siguientes etapas?
—Gestión y procesos. Es importante entender que estamos en una época en donde se ha avanzado mucho, hay muy buenas herramientas, pero hay algo un poco básico que es gestión y procesos.
—¿Qué es lo más importante a la hora de gestionar? ¿Cómo se logra hacer una gestión exitosa?
—Yo creo que te da orden. Hay ciertas cosas en una organización que tenés que tener en claro: ¿qué tipo de organización tenés?, ¿qué tan lineal es? Entender que tus segundas líneas son gente en las cuales tenés que tener confianza, apoyarlos y que gran parte de todo lo que vas a llevar adelante es gracias a cómo trabajan esas segundas líneas y confiando en ellas. No es fácil, porque uno quiere llevar el barco solo al lugar donde uno quiere, al puerto que uno quiere y en la forma que uno quiere. Entonces, creo que parte de la gestión es eso: gestionar sobre todos los recursos humanos, ideas y cómo llevarlas adelante.
—¿Cómo ve a la radio hoy?
—Depende. A la FM, en franca decadencia: ya casi no hay oyentes. Esto no es una creencia: no la hay, no hay oyentes por debajo de 35, 40 años escuchando. Ha caído un montón el formato de “nosotros hacemos programas, ponemos publicidad y con eso sobrevivimos”. Ya no está funcionando para costear lo que sale tener una antena de 200 mil dólares en una terraza. No tiene sentido. Por otra parte, veo a la radio AM muy segmentada para un público bastante adulto, en donde hay lugar para tres o cuatro, por lo menos acá, en Argentina, y en el resto de Latinoamérica. Después todo eso que se entiende como plataformas digitales o radios digitales, bueno, no son exactamente eso y no están pasando por un gran momento. Pero hay ciertas combinaciones que están funcionando en el mundo.
—En la actualidad ¿no percibe un resurgimiento de la AM?
—Los números no estarían diciendo esto. La verdad es que la AM se escucha en momentos de transición más que antes, porque vos tenías la radio en la cocina, en tu oficina, cuando el dispositivo, cambia ya tiene radio. ¿Tenés una radio?
—No.
—Claro, nadie tiene una radio. Nosotros con el programa Maldición, hoy va a ser un día hermoso salimos por radio, pero ni la medimos, es un commodity para nosotros. No hacemos radio.
—Ah, pensé que hacía radio.
—No hacemos radio en lo más mínimo.
—¿Por qué?
—Vorterix se ve: Vorterix es YouTube, es Twitch. Ni siquiera pienso en radio. La verdad es que no hay radio en el mundo que no esté haciendo esto que hacemos nosotros. Los dispositivos que estamos utilizando ya no son una radio, y también tenemos que entender que las audiencias ya no vienen a nosotros. Antes vos ibas a Mitre, ibas a distintos tipos de radio FM. Hoy en día la radio no está en plataformas realmente populares y que te amplifican. Ya nadie va a la página de Vorterix; la tenemos por dominio, porque hay que tenerlo, pero nuestras audiencias más grandes están en cientos de plataformas que no controlamos, lo cual también es un problema. No hay ningún chico que piense que Vorterix es una radio, toda nuestra programación son gente que tiene más éxito por tener sus streamer que por estar en Vorterix: nosotros estamos tomando su éxito cuando antes era al revés. Antes yo cobraba el 20% o el 30% de lo que ganaba el medio y hoy hay que pagarle más al talento. Nosotros tuvimos mucho tiempo a Santiago Maratea y él una vez, con toda razón, me dice: “Mirá, yo vengo acá de lunes a viernes de 2 de la tarde a 6 y vengo por un sueldo que para mí es un posteo de 10 minutos, ¿qué sentido tiene? Me encanta estar acá en Vorterix, me siento parte de una comunidad y siento que soy parte de algo, pero me gustaría tener horarios mucho más móviles, no entiendo por qué tengo que venir en un horario”. Y es cierto porque esa forma lineal de escuchar, ya no existe. Nosotros no estamos haciendo esta nota en vivo, nosotros apostamos a que sea segmentada, apostamos al mérito de esta nota, si fue buena o si fue mala, va a ser evaluada por números fríos y totalmente ajenos.
—¿Cómo ve a la televisión actual y qué ve?
—No veo mucho. No hay nadie… El promedio de edad de la gente que ve televisión argentina es de 75 años, del cual, gran parte, son mujeres. Mucha gente me dice: “¿Por qué no volvés a la tele?”. Y la verdad es que no sé a quién le hablaría. ¿Qué programa querés que haga con ese público? Y está a la vista cuando llevan gente de otras plataformas, instagramers, influencers. Me siguen ofreciendo volver a la televisión y hacer cosas.
—¿Qué le ofrecieron?
—De todo. Algunos me dicen: “Tengo un formato para vos”, lo veo y digo: “No”. De hecho, algunos están hoy en día al aire y sigo teniendo esa oferta.
—¿Algún proyecto en tele?
—Sí, ahora voy a producir a Dante Gebel en El Nueve. Dante empezó, por lo menos conmigo, haciendo una sección en Vorterix. Nos fue realmente bien, y nos pareció que podíamos amplificarla para otro tipo de público, que son los televisivos. Así que la producción la hacemos en Los Ángeles, que es donde está él. Dante es una persona híper conocida.
—Es de cuidar mucho su vida personal. ¿Cómo logró preservarse tan bien en un país tan indiscreto?
—Fue una decisión. Porque era ridículo hacerle creer a la gente que la vida de uno es todo lo que muestran los medios. O por qué los que hacen un programa tienen que mostrar a su familia. La gente es ávida de todo eso, por supuesto, pero no tiene sentido. Mi vida en los medios no es mi vida: aun cuando estaba recontra expuesto, nunca nos pareció con Dolores, mi mujer, que tuviera sentido. Estar con una mujer que tiene su propia vida, su propia profesión, que no necesita estar expuesta, a lo mejor le traería un tipo de exhibición que no quiere, y de la misma forma hemos educado a nuestros hijos, haciéndoles entender también que esto es mucho cartón pintado, que la fama es muy agradable, lo han visto con su padre, hemos tenido muchos beneficios, pero otras cosas son complicadas.
—¿Qué cosas pueden ser complicadas, por ejemplo?
—Bueno, estar todo el tiempo expuesto es complicado. Que la gente tenga un pensamiento sobre vos o un montón de cosas que te dan la fama, para bien y para mal, son complicadas. Hay cuestiones que te gustarían tener en privado que no las podés controlar. Entonces yo creo que haber logrado eso, haberlo hecho durante mucho tiempo, fue una gran decisión, sobre todo con nuestros hijos... El chico tiene que ser chico, tiene que disfrutar de la vida, de su colegio, con sus iguales; exhibirlo, llevarlo a la fama, diferenciarlo, no nos pareció, ni a mi mujer ni a mí, una forma de educarlos. Cada cual se conseguirá su fama y su forma de vivir.
—Le evitó la presión de ser el “hijo de...”.
—Supongo que la tienen un poco, igual. Muchas veces vamos caminando y escuchan muchas cosas... Me hice vicepresidente de Boca. Pero bueno, creo que le hemos allanado bastante más el camino.
—Fue vicepresidente de Boca, no entiendo mucho de fútbol, pero supongo que ese puesto le daba un lugar de poder absoluto en el club. ¿Por qué renunció?
—Sí, sin duda. Porque me encontré con una dirigencia que no estaba dispuesta a escuchar soluciones u opciones por las cuales creo que podría haber contribuido. Lo intenté una vez, lo intenté dos veces, cuando a la tercera vez ya ves cosas con las que no estás de acuerdo, pero que podrías transformarlas, bueno, es mejor correrse que quedarse en un lugar de poder solo por tener poder, porque un poder sin sustento no es poder. Sino, preguntale al Presidente de la Nación... Tener un puesto solamente para pasar cuatro años y decir: “Yo fui el vicepresidente de Boca”, e irte y no poder transformar nada, o peor, quedarte enganchado con cosas con las que no estabas de acuerdo, a lo mejor buenas, pero que no estabas de acuerdo. De todas formas, muchas de esas, para mí, son malas. Es un lugar al que he ido toda mi vida con mis hijos, es un lugar donde nos sentamos, disfrutamos como hinchas. Y la verdad es que me parecía mucho más decente poder seguir yendo a la cancha en la que no ves ningún presidente, vicepresidente dando vueltas por ahí.
—¿Los insultan mucho?
—Sí, sacando raras excepciones. Entonces, la verdad es que me parecía mucho más decente, incluso con el socio que me votó, decir: “Bueno, miren, yo vine a hacer esto, intenté hacer un cambio tecnológico, un cambio de ciertos paradigmas de lo que es un club, que creo que puede acompañar Boca Juniors. Ahora, si la dirigencia o quien fuere está haciendo otra cosa, mejor renuncio”.
—¿Cuál fue la gota que rebalsó el vaso, por lo que dijo “basta”?
—Fue bastante popular por qué me fui.
—¿Por sus diferencias con Riquelme?
—Sí, porque se estaban haciendo como demasiados canales paralelos con respecto a la comunicación y a la forma de cómo Boca podría aprovechar ese tipo de cosas. Boca tiene varios medios que hablan sobre Boca y tienen un valor, pero Boca como institución no puede tener cuatro, cinco, seis, seite medios y cada cual hacer de su medio lo que le convenga y de la forma que le convenga.
—¿Volvería a la dirigencia de Boca?
—Sí, volvería a Boca.
—¿Con Daniel Angelici?
—No, no es una cuestión de nombres. Yo no creo que Angelici pueda volver, por lo menos, en lo inmediato.
—¿Y con quién le gustaría presentarse?
—No es como la política nacional. Un club es manejado por muchas agrupaciones con mucha gente que quiere participar y sin la unión de todos ellos. La verdad es que es ridículo, porque se necesita consenso y ser participativo, no tiene sentido llegar a un club y decir: “Ahora voy a hacer lo que a mí se me antoja”, porque si no terminás como muchos clubes, que terminan con marchas. En cambio, con consenso, incluso las equivocaciones son mucho mejores, se atraviesan de mejor forma. Entonces solo de la unión de los que quieran hacer de Boca algo más que ver si se gana o no un torneo, hacerlo grande y llevarlo adelante. El deporte va a cambiar, ya no hay tanta gente viendo fútbol.
—Amplíeme eso, por favor. ¿En qué va a cambiar el deporte?
—La verdad es que ya hay cierta cantidad de gente que no ve fútbol, no le interesa. Los ratings de todo el mundo están bajando a niveles muy grandes. De seguir así, no sé si en 10, 15 años va a seguir siendo este fenómeno masivo que es hoy en día. Ya a los chicos no les interesa mucho lo que pasa entre gol y gol, y más allá del resultado. ¿Cómo vas a mantener eso? ¿Cómo vamos a mantener nuestros estadios? Más allá de ver ganar a su equipo, ¿qué quiere la gente cuando va a un estadio? Bueno, hay que dar un paso importante. Por ejemplo, cuando el Real Madrid o equipos grandes, que no necesitan cambiar nada, siguen evolucionando, siguen armando búsquedas de otros tipos de negocios, de otros tipos de desarrollos internos del club, no lo hacen porque tienen ganas de gastar dinero o porque creen que no están reinando en su momento, sino porque es todo muy coyuntural, es para adelante. Lo mismo le está pasando al tenis.
—¿Por qué no usa WhatsApp?
—No necesito estar comunicado con todo el mundo todo el tiempo, con charlas eternas que nunca terminan o que me entren por un montón de lados que la verdad, no…
—¿Habla por teléfono?
—Tampoco.
—Esta entrevista se gestionó por mail.
—Sí, sí, comúnmente es por mail, que tampoco es que me llegan 500. No los dejo guardados en mi bandeja de entrada, no tendré más de 20 mails, porque leo, borro, leo, borro. La verdad es que mucha gente dice: “Yo sin WhatsApp no podría vivir”, y a todos les digo: “Bueno, intentalo a ver si podés vivir, vas a ver que podés”. De la misma forma que también le digo a la gente que trabaja conmigo que no hay cualquier hora para trabajar, no es que a las 9 de la noche mandás un WhatsApp diciendo: “Acordate mañana de traerme tal papel”. En el mismo horario que tenés para trabajar, ahí podés mandar WhatsApp, podés decirle lo que necesites. A menos que se esté prendiendo fuego, que realmente haya un problema.
—No sería mi caso, confieso.
—Claro, eso es un error: haber llegado a eso.
—¿A qué hora deja de trabajar?
—7 de la tarde.
—¿Y ahí qué hace?
—Nada. Juego, veo algo, cocino.
—¿Cocina?
—Sí, claro. Hago lo que cualquier ser humano. Voy a hacer las compras…
—¿Cuánta plata necesita a diario para vivir en este país en estado de inflación imparable?
—La verdad es que tengo una vida muy acotada. No almuerzo nada. Hoy en día no sé cuánto se necesitaría para vivir siquiera. Creo que no tenemos precios, que no tenemos parámetros, no tenemos referencias. Creo que si voy a comer y me cobran a mí solo $3000 diría que está bien, si voy y me cobran $8000 diría está bien, si me cobran $1500 diría está bien. No hay parámetro, no hay forma. Estamos complicados.
—¿Cómo ve al país hoy?
—Veo un país que no avanza, con problemas que no veo cómo los vamos a solucionar. No sé cómo nos vamos a sacar de encima la inflación con estas políticas, incluso, si viniese un gobierno totalmente distinto tampoco sé cómo lo haría. No veo un futuro alentador en este país y me gustaría… He trabajado siempre acá, he tenido empresas acá, empleados acá, y salvo pocos momentos, y eso que me fue muy bien, siempre fueron complicados, siempre fueron sufridos, siempre fueron con inflación, con reglas poco claras, sin mirar, a lo mejor, problemas estructurales que deberíamos solucionar. La educación es un grave problema, no digo que por maldad o por ceguera, pero seguimos pensando una forma que ya no funciona, seguimos hablando siempre de estadísticas viejas, seguimos hablando de los mismos líderes repitiendo que somos, no sé, peronistas, 70 años que nadie ha decidido cambiarlos, me incluyo, y la verdad que así va a ser difícil. Yo no aliento a que la gente se vaya del país, pero ves cada vez más chicos en el exterior, otra forma de vida, ¿sabés por qué? Por las redes, por la híper comunicación, porque hoy tenemos más para comprar, es decir, a lo mejor yo sería más feliz acá y no sé si sea cierto, pero es un buen momento para intentar.
—Última pregunta. Es un juego: le regalo una caja con todas las cosas que perdió en su vida y puede recuperar una sola, ¿cuál sería?
—La ZX Spectrum, la primer computadora que tuve. Esa me encantaría volver a tenerla y programar esas primeras líneas. Sí, eso me quedaría. Ya sé: hubiese dicho una remera, un amigo, un familiar. No. La verdad es que lo que más me gustaría recuperar sería mi ZX Spectrum. Es un poco difícil pensar en qué rescatarías para atrás, lo que se perdió se perdió, lo que se ganó se ganó, no sé si pondría muchas cosas hoy en día.
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