El mundo entero se horroriza ante una nueva guerra. Y el espectáculo no resulta ajeno. Desde aquel fatídico 24 de febrero, cuando Rusia invadió Ucrania, las celebridades hacen sentir su voz pidiendo que se detenga esta barbarie. Una de ella es Milla Jovovich, una de las grandes figuras de Hollywood, a quien el conflicto bélico la atraviesa: nació en Kiev. Y en la zona de batalla tiene muchos familiares y amigos que han sido alcanzados por las esquirlas de la sinrazón.
“Estoy desconsolada y estupefacta tratando de procesar los eventos en mi lugar de nacimiento, Ucrania. Mi país y mi gente están siendo bombardeados. Amigos y familiares escondidos. Estoy partida en dos”, comentó Jovovich a través de su cuenta de Instagram, y remarcó que está en contacto con organizaciones sociales, ayudando y aportando desde su lugar.
“Mi sangre y mis raíces provienen tanto de Rusia como de Ucrania. Estoy dividida en dos mientras veo el horror que se desarrolla, el país siendo destruido, las familias desplazadas, toda su vida yaciendo en fragmentos carbonizados a su alrededor”, agregó la actriz y sus palabras no pasaron desapercibidas.
Cuando Milla nació, el 17 de diciembre de 1975, Kiev –hoy capital de Ucrania- todavía pertenecía a la Unión Soviética. Y lo seguía siendo cuando arrancó como modelo: era apenas una niña de nueve años cuando le pagaron por su primer trabajo en publicidad. Poco después se transformaría en la cara visible de marcas internacionales como Christian Dior y L’Oréal, entre otras. Se transformó en uno de los rostros más codiciados por las revistas de modas más prestigiosas. A principios de los 90 su popularidad estalló.
En 1985 su madre, Galinda, que también era artista, la inscribió en una escuela de interpretación. Enseguida sus profesores descubrieron su enorme talento. Luego de tres años de estudio intenso, su debut se dio en 1988 cuando fue parte de Night Train to Kathmandu, una película para televisión.
Su salto a al mundo hollywoodense lo dio en 1991 con su recordado protagónico en El regreso a la laguna azul. Desde entonces, los proyectos se multiplicaron. Entre los filmes de mayor repercusión aparece Resident Evil: Apocalipsis, en 1994. Luego vinieron las secuelas. La sexta y última fue Resident Evil: The Final Chapter, estrenada en 2007.
En 1997 protagonizó El quinto elemento junto a Bruce Wills. Un año más tarde llegó He got game, y en 1999, su destacada labor en Juana de Arco. Los proyectos estuvieron siempre a una misma altura: con ella ocupando un rol estelar. En cuanto a sus últimas apariciones, en 2020 protagonizó Monster Hunter, un rol distinto a las películas de acción que suele protagonizar, aunque con esa versatilidad que todo productor resalta en Milla.
Sin embargo, para llegar hasta acá tuvo que pasar momentos complejos. Esos mencionados al comienzo, vinculados a una adolescencia que dejó huellas en su alma y que todavía recuerdo hasta el día de hoy. También vivió el desarraigo, cuando por cuestiones políticas, cuando ella tenía 5 años sus padres tuvieron que irse a vivir a Londres, Inglaterra. Eran perseguidos y tuvieron que emigrar para ponerse a salvo. Nunca quiso profundizar sobre esto.
No tenía 10 años cuando por responsabilidades laborales de su papá -el pediatra Bogdanovitch Jovovich-, armaron las valijas y se instalaron en California, Estados Unidos. Poco tiempo después sus progenitores se separaron. Milla se quedó viviendo con su padre y su mamá, quien no pudo conseguir trabajo como artista y se dedicaba a limpiar casa, se instaló en Londres.
Bogdanovitch Jovovich luego sería arrestado: fue encontrado culpable de ser el testaferro de la mafia rusa. Lo condenaron a 20 años de prisión. Jovovich jamás hablaría en público de esta situación: siempre fue muy reservada de su vida privada, y aquí lo sería todavía más. Por entonces, ella también se mudaría a Inglaterra.
Más tarde regresarían a Norteamérica, esta vez, a Los Ángeles. Su mamá, controladora, estaba atenta a cada paso que daba y solo la dejaba salir de su casa por trabajo. Esto provocó que, como la propia Jovovich reconocería, se juntara con malas compañías. “Pensé que mi rebelión le demostraría a mi madre que puedes divertirte y tener éxito. Pero llegó un momento en mi adolescencia en que se puso serio”.
“Mis amigos y yo nos drogábamos y yo hacía demasiado, cruzaba límites. Pensé que iba a morir. En realidad oré el día que más al límite estuve. Dije: ‘Dios, si me dejas despertar mañana nunca volveré a hacer esto’. Me imaginé a mi madre suicidándose cuando se enterara de lo inútil que habría sido mi vida”, confesó.
Su vida amorosa también transcurrió por caminos inciertos. A los 16 se casó con Shawn Andrews, con quien protagonizó Dazed and Confused. El actor tenía 21 años en ese entonces. Su mamá, descontenta porque lo hizo a escondidas, anuló el matrimonio dos meses después. Romances de esta índole fueron moneda corriente. “Cuando tenía 13 años jugaba personajes en mi cabeza, conocer hombres mayores sofisticados era un juego. En cierto sentido, pensé que era una cortesana. Pero yo era pequeña, no deberían haberlo hecho y gracias a Dios nunca me violaron, aunque podrías llamarlo violación porque era menor de edad en ese momento. Nunca conté mi historia por respeto a las mujeres que han sufridos traumas de verdad. Yo no tengo ira y nunca me afectó”.
A los 21 se casó con quien fue su director en la película El quinto elemento, Luc Besson, de 38 años. A los dos años se divorciaron. En 2009 conoció a Paul Anderson, su actual pareja. Tienen tres hijos: Ever, Osian y Dashiel. En el último tiempo cobró protagonismo por esto que su hija mayor, hoy de 14 años, empezó a recorrer su camino, como actriz. Ever debutó a los 9 años, con la misma edad que lo hizo ella, por eso ciertos sentimientos se removieron. Hoy disfruta de verla actuar y junto a Anderson, se encargan de acompañarla. Para que repita lo bueno. Y conozca todo lo malo, sin necesidad de transitarlo.
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