Facundo Arana y María Susini son amantes de la naturaleza y tienen una casa de campo en la provincia de Buenos Aires que comparten con sus tres hijos, India, Yaco y Moro. En esta propiedad, en la que se refugian del ruido de la gran ciudad, cuenta con todo lo necesario para ser felices sin tener que irse demasiado lejos.
La familia -que comenzó con la historia de amor entre Facundo y María en 2007- es muy unida y lleva un perfil bajo. En el campo conviven con perros, conejos, patos, caballos, cerdos y ovejas, con quienes suelen compartir imágenes en las redes sociales.
En este nuevo plan de vida, cada uno de ellos pudo conectar con distintas áreas artísticas, y fue eso lo que motivó al actor a armar una habitación especial para que puedan desarrollarlas. Así como él desarrolló su pasión por la escritura, que lo llevó a publicar su primer libro de cuentos (La pluma de Caly), Susini comenzó a pintar y sus hijos, a probar con distintas actividades.
Recubierta con maderas, la habitación está especialmente destinada para jugar y hacer arte. Allí la modelo crea sus cuadros y sus hijos dibujan y modelan. Entre pinceles, acrílicos y bastidores se puede ver la decoración, con guirnaldas de papel, una espectacular vista a la laguna y hasta un tren, cuyas vías pasan muy cerca del techo, también de madera.
En un video que la pareja publicó recientemente en su cuenta de Instagram se la ve a Susini súper concentrada terminando un cuadro, y a uno de sus hijos a su lado, también pintando. En ese mismo espacio, el actor se sumerge en la escritura.
“Me divierte mucho esto de poder meterte en un lugar lejano, en otro tiempo, en otra realidad, en otra circunstancia, a contar una historia y no necesitar mucho para que vos, con tu imaginación, puedas estar”, contó en una entrevista con Teleshow sobre el proceso creativo.
“Siento que acá va lo mejor de mí”, escribió en el prólogo de su libro. “Me gusta pensar que doy mi mejor versión todo el tiempo en todo lo que hago, pero no por una cuestión de cómo sea recibida, sino por cómo me siento yo a la noche cuando me voy a dormir”, aseguró sobre su nueva obra que propone un recorrido serpenteante entre la ficción y la realidad, en el que aborda temáticas como la soledad, el orgullo por su padre docente, el dolor ante una pérdida colectiva y la amistad marcada a fuego plasmada en la relación con Caly -el de la pluma del título-, su gran amigo, que falleció a los 18 años y que de alguna manera a él le salvó la vida.
En la portada de La pluma de Caly se ve a un Arana adolescente, esa etapa fundacional en la que empiezan a definirse muchas cuestiones. Un momento de sueños, de aventuras, de asumir riesgos y de sentar las bases del futuro. Y el futuro llegó, uno luminoso junto a su familia rodeado de verde y de naturaleza, como siempre lo sonó.
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