Una madre activista detenida por el FBI y un padre asesino a sueldo: las increíbles historias familiares de Kiefer Sutherland y Woody Harrelson

A ambos actores los conocemos por su talento, volcado en distintas películas y series. Pero además, coinciden en las historias atípicas -y dignas de ser contadas- de sus progenitores

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Kiefer Sutherland y Woody Harrelson
Kiefer Sutherland y Woody Harrelson tuvieron padres atípicos que marcaron profundamente sus vidas

Ya sabemos que los humanos podemos elegir a nuestros amigos, a la persona con la que queremos iniciar un romance, a un acompañante de viaje y algunos hasta pueden seleccionar a sus compañeros de trabajo. Lo que nadie elige es a sus padres biológicos. El que te toca, te toca; no hay oficina de reclamo ni se aceptan devoluciones. Kiefer Sutherland y Woody Harrelson pueden dar fe de ello.

Si algo jamás dirá Kiefer Sutherland es que su vida resulta aburrida. Conocido por su papel del agente Jack Bauer en la serie 24, fue protagonista de películas exitosas como Cuenta conmigo y Línea mortal. Fuera de lo laboral, su fama mayor la encontró -pero no la buscó- cuando a punto de casarse con Julia Roberts: ella lo plantó y se fue con otro. Casi como un cliché de muchas estrellas de Hollywood, Kiefer pasó un tiempo de adicciones y hoy se ufana de ser “uno de los tipos más afortunados del mundo porque tuve la oportunidad de hacer lo que me gusta y vivir de ello”.

La vida de Kiefer fue interesante no desde su llegada a Hollywood sino desde la cuna. Su padre es Donald Sutherland, uno de los actores más versátiles y famosos de su tiempo, y su mamá fue Shirley Douglas, actriz y mujer de armas tomar, literalmente. Shirley era una actriz preparada, graduada en la Academia de Arte Dramático de Londres. Había estado casada con Timothy Emil Sicks, con quien tuvo a Thomas, pero después se enamoró de Donald Sutherland y juntos fueron padre de los gemelos Kiefer y Rachel. El matrimonio no funcionó y cuando los chicos cumplieron cuatro años, la pareja se divorció.

Shirley Douglas partició en las
Shirley Douglas partició en las películas Lolita, de Stanley Kubrick, y Pacto de amor, de David Cronenberg, entre otros

Como actriz, Shirley trabajó junto a grandes directores como Stanley Kubrick y David Cronenberg, pero lo más interesante de no es su vida amorosa, ni siquiera su carrera de actriz, sino su compromiso: fue una de las activistas más aguerridas contra la Guerra de Vietnam. Cuando el conflicto terminó y en tiempos donde el Me Too era impensado, se involucró en la lucha a favor de los derechos de las mujeres y luego sumó la de los inmigrantes. Entre manifestación y manifestación se ocupó de organizar un programa de desayunos escolares gratuitos en todo Los Ángeles.

De todas sus actividades, la que la puso en la mira de las agencias federales fue la organización de Amigos de los Black Panthers, creada para recaudar fondos. La asociación luchaba por los derechos de los afroamericanos y defendía a la comunidad negra de una forma distinta. Patrullaban las calles y si veían a policías apaleando a un afroamericano, bajaban armados de los autos y detenían la paliza, mientras le leían los derechos constitucionales a su compatriota. La Policía no podía acusarlos de intimidación porque llevar armas era legal. El lema de las Panteras Negras era: “No es parte de la naturaleza de la pantera atacar primero, pero cuando es atacada y acorralada, ella responde de forma violenta y acaba con su agresor”.

Los Panthers pronto tuvieron el reconocimiento de su comunidad y también de muchos blancos, entre ellos la madre de Kiefer. Shirley, que no había tenido problemas con la ley, en 1969 fue arrestada en Los Ángeles acusada de “conspiración por estar en posesión de explosivos”. Según los cargos, había intentado comprar granadas de mano para arrojar con los Panteras Negras. Kiefer todavía recuerda la conmoción que le causó el operativo para detenerla. “No importa la edad que tengas, si el FBI entra corriendo en tu casa con las armas desenfundadas, lo vas a recordar”.

Detenida, ella siempre aseguró que fue una trampa del FBI. Pasó una semana en la cárcel y por falta de pruebas la liberaron. Lo increíble es que durante su encierro aprovechó para organizar el primer Sindicato de Prisioneros.

Tiempo después un tribunal la absolvió, pero no pasó lo mismo con ciertos organismos de seguridad. Deportarla no era opción ya que hubiera sido un gran escándalo; las autoridades decidieron revocarle su permiso de trabajar. Sin posibilidad de conseguir empleo tuvo que volver a instalarse en Canadá.

“Siento que he sido muy
“Siento que he sido muy afortunado en lo que concierne a mi familia”, asegura Kiefer. “Crecí con mi madre y ahora tengo una relación muy, muy cercana con mi padre” (Foto: REUTERS)

En Canadá, lejos de dejar su activismo comenzó a luchar por el acceso a la salud para todos. No era para menos: Shirley era hija de Tommy Douglas, uno de los políticos más queridos de ese país. De ideas socialdemócratas, fue el que introdujo el sistema de salud público y universal en ese país, lo que lo sacó del rango político y lo elevó al de prócer. Fiel a ese legado, su hija se convirtió en una de las principales defensoras de la salud como derecho de todos y no de los que puedan pagarlo, y luchaba porque no debía ser privatizado. Participaba en marchas, ponencias, y cada vez que estaba delante de un micrófono les recordaba a los funcionarios: “Nunca olviden que el gobierno federal es el guardián y ejecutor de los cinco principios de la Ley de Salud de Canadá: accesibilidad, cobertura integral, universalidad, portabilidad y administración pública”.

La salud pública no era su única batalla, Douglas cofundó Performing Artists for Nuclear Disarment, una iniciativa donde distintos artistas organizaban eventos para protestar contra la proliferación nuclear. Shirley admitía que por su compromiso muchas veces dejó a sus hijos solos “y no felizmente” pero que era mejor madre “por no estar en casa amargada por no poder salir”. Además daba un ejemplo de por qué actuaba como actuaba. “No hay otra opción. Es como si vieras a un niño a punto de ser atropellado por un automóvil. Agarras al niño. Para mí, muchas cosas que veo mal son tan obvias como agarrar a un niño, ¿y qué más harías?”. Quizá por eso cuando Shirley falleció, su hijo no tuvo reproches sino una maravillosa definición de despedida: “Mi madre era una mujer extraordinaria que llevó una vida extraordinaria”.

Para graficar lo extraordinario de esta mujer, Kiefer compartió una anécdota. El actor había sido condenado a 48 días de cárcel por conducir ebrio: “Recuerdo que mi madre me dijo: ‘¿Cuánto tiempo te dieron?’. Le contesté: ‘Tres meses’. Y ella respondió: ‘Oh, podrías hacerlo con los ojos cerrados’. Creo que la mayoría de las madres dirían: ‘Oh, cariño, lo siento mucho’, pero la mía no. Lo dijo en el mejor de los sentidos, y me hizo reír.”

Shirley Douglas con sus hijos,
Shirley Douglas con sus hijos, Kiefer y Rachel Sutherland (Foto: AP)

Si de padres con historias extraordinarias se trata, nada mejor que la del progenitor de Woody Harrelson, aunque en su caso, y parafraseando al dicho, quizás era “mejor perderlo que encontrarlo”. La madre del actor, Diane, era una mujer que cuando no trabajaba de secretaria cantaba en el coro de la Iglesia y les leía textos bíblicos a sus hijos. Su apellido era Oswald, y nada tenía que ver con Lee Harvey Oswald, el asesino de John Fitgerald Kennedy. De quien sí se sospechaba que algo había tenido que ver con el asesinato de quien fuera el presidente estadounidense fue de Charles, marido de Diane y padre de Woody.

Cuando a Woody algún compañero le preguntaba sobre el trabajo de su padre prefería cambiar de tema; es que el hombre se ganaba la vida jugando al póker. “Solo un puñado de personas en el mundo podía hacer lo que él hacía con una baraja de cartas”, contaría el actor. Pero si ser artista es una tarea inestable, imagine el lector lo que será ganarse la vida con las cartas. Harrelson padre se encontró rodeado de deudas y de amenazas estilo “pague ahora o lo matamos después”, así que decidió probar con otro trabajo. No intentó ser croupier, mucho menos cargar bolsas en el puerto o buscar algún otro trabajo honesto. Nada de eso. Decidió ser asesino por encargo.

En 1968 Woody cumplió siete años, pero no pudo festejarlo con su padre. El hombre se había separado de su esposa y además estaba preso, acusado del asesinato de Harry Berg, un vendedor de alfombras. Los hermanos de la víctima aseguraban que un competidor le había pagado a Harrelson 1500 dólares para que lo librara de su rival. El acusado pasó un tiempo en la cárcel, pero fue liberado por falta de pruebas.

Una teoría decía que había
Una teoría decía que había sido el padre de Woody Harrelson, y no Lee Harvey Oswald, quien disparó a Kennedy durante el desfile presidencial (Foto: AP)

Se podría pensar que luego de semejante experiencia el hombre se habría enderezado, pero no. En 1974 fue condenado a 15 años por la muerte del dealer Sam Degelia Jr. Harrelson salió en libertad por buen comportamiento tan solo cinco años después.

El combo cocaína más libertad condicionada resultó explosivo y volvió a las andadas. Fue contratado por un tal Jamiel Changra para matar al juez John H. Wood, famoso por aplicar la pena máxima permitida a todos los traficantes. El asesinato ocurrió el 29 de mayo de 1979 y cuatro meses después la policía atrapó al padre de Woody. Fue entonces que tuvo una idea que lo convertiría en leyenda. O mejor dicho, en una gran mentira.

Rodeado por la policía, pasado por el consumo de cocaína y luego de resistir el arresto por seis horas, Harrelson se sintió acorralado. Para evitar que llegara el tiro del final se le ocurrió admitir que sí que había ultimado al juez, y para no andarse con chiquitas, además le sumó que había matado a Kennedy. No agregó el asesinato de Trotsky, de Gandhi y del archiduque Francisco Fernando porque ya era demasiado.

A Harrelson lo acusaron de
A Harrelson lo acusaron de asesinar a John H. Wood, un juez federal de distrito, en su casa de El Paso, Texas. Ese crimen fue considerado como el primer asesinato de un juez federal en funciones en la historia de Estados Unidos (Foto: AP)

Tiempo después, en una entrevista en televisión, Harrelson explicó: “Sí, dije que había matado a Kennedy, lo que podría darle una idea del estado de mi mente en ese tiempo”. Aseguró que lo hizo en “un esfuerzo por alargar mi vida”. El FBI terminó descartando cualquier participación de Harrelson en el magnicidio. Sin embargo, la historia pronto se transformó en leyenda urbana, de esas que todos conocen y donde lo que importa es ratificar la opinión más que conocer la verdad.

Por el crimen del juez Harrelson fue condenado a dos cadenas perpetuas, y esta vez sin posibilidad de salida. Encarcelado, tuvo tiempo para una última aventura. El 4 de julio de 1995 intentó escapar con otros dos presos deslizándose por un paredón con una cuerda improvisada. Lo atraparon y mandaron directo y sin escalas a un penal de máxima seguridad. Lejos de deprimirse por el destino, le escribió a un amigo que “el silencio de este lugar es maravilloso”.

En cuanto a la relación con su hijo, ya lo dice el dicho: la sangre no es agua. Lejos de abandonarlo, Woody intentó ayudar a su padre. “Traté por años de sacarlo, que tuviera un nuevo juicio (…) No sé si él merecía un nuevo juicio, pero yo solo era un hijo tratando de ayudar a su padre”, confesó y agregó que gastó “millones” en abogados que pudiesen defenderlo.

El 15 de marzo de 2007, Charles Harrelson fue encontrado muerto en su celda: sufrió un ataque cardíaco mientras dormía. Tenía 69 años. Unos meses antes le había dicho a una periodista que logró entrevistarlo: “Cuando salga de aquí, si es que salgo, y me sienta libre para poder hablar, podré contar la historia más importante que usted haya podido escribir”. No la pudo contar, pero si algún día me toca entrevistar a Harrelson hijo, le aseguro estimado lector que le diré: “Y ahora, estimado Woody, cuénteme la historia de su padre y su increíble pero no imitable vida”.

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