Quizás el mayor mérito de Russell Crowe resida en su capacidad de pasar de un papel al otro sin morir en el intento, interpretando con igual prestancia personajes disímiles entre sí. Versátil y todoterreno, a lo largo de su carrera sorprendió por sus interpretaciones y también por sus cambios físicos. Literalmente, siempre le puso el cuerpo a la cuestión, subiendo y bajando de peso según lo requiriera el guion.
Crowe, de 57 años, nació en Wellington, Nueva Zelanda. Pero casi no tiene recuerdos de su país de origen, más allá de que allí se encuentra gran parte de su familia. Sucede que cuando tenía cuatro años sus padres se mudaron a Sídney, Australia. Al ser tan pequeño, cuenta que no sintió el desarraigo y rápidamente se adaptó a su nueva vida, compartiendo muchos días con sus abuelos maternos. Desde entonces Russell se presenta como australiano.
Apenas llegaron sus padres lo anotaron en Vaucluse, una escuela pública en la que hizo todo el primario. Luego continuó sus estudios en el Sydney Boys High School, donde practicar deporte y pertenecer a unos de los equipos del instituto era una materia más. El adolescente Russell se destacó en tenis y en cricket.
Jugaba tan bien que la familia avizoraba un futuro por ese lado. Sus abuelos tenían una cancha de tenis y Crowe se pasaba las tardes enteras jugando con sus amigos y hasta con su abuela, gran apasionada de esa disciplina. “Mostraba una determinación total para batirme, pero casi todos los partidos acababan con su raqueta volando por los aires. Jugábamos asiduamente, y él corría de un lado al otro de la pista y se enfurecía cuando veía que no podía ganarme”, contó la mujer, años atrás.
Cuando cumplió 15 años los Crowe regresaron a Nueva Zelanda. La economía familiar no era la mejor y decidieron retornar, en busca de oportunidades. No les fue sencillo, al punto que Russell retomó sus estudios pero debió abandonar antes de finalizar. En ese entonces era primordial el ingreso de dinero para cubrir las necesidades básicas y así fue como, pese a ser un buen alumno, dejó todo para ponerse a trabajar.
Sus progenitores empezaron a ganarse la vida haciendo el catering para rodajes cinematográfico. Él se encargaba de llevar las viandas y, sin querer, se fue empapando de ese mundo. Cada vez que iba tardaba más en regresar al hogar, ya que se quedaba observando cómo se desenvolvían los actores. Fue tal lo que la fascinación que entendió que tenía que ser parte del cine. A los 21 años regresó a Australia decidido de lo que quería para su futuro.
Se anotó en el Instituto Nacional de Arte Dramático para darle vida a una carrera de tres años. Pero acá tampoco finalizó sus estudios. Según explicó, a los pocos meses se cruzó con quien era el jefe de apoyo técnico y le preguntó qué opinión tenía sobre su desempeño como estudiante. “Me dijo que era una pérdida de tiempo. Dijo: ‘Tú ya haces las cosas que se supone que te enseñan allí adentro, y has estado haciéndolas durante la mayor parte de tu vida, así que no hay nada que puedan enseñarte, salvo malos hábitos’”.
Recién a los 23 años se probaría como actor. Claro, era otra realidad. Más allá del respaldo de quien le advirtió que ya estaba preparado para salir al ruedo, las chances no le llegaron de inmediato. Sus primeras herramientas las hizo como actor callejero, a cambio de propinas. Fueron apenas uno pocos meses hasta que al fin le llegó la oportunidad en televisión.
Su primer rol fue en Neighbours, una serie en la que tuvo un papel menor pero de gran repercusión, con varios premios cosechados por su labor. Esa sería su carta de presentación. Apenas habiendo cursado unos meses en la escuela de actuación, Crowe dejaba en claro que el arte escénico estaba dentro suyo desde siempre. Un talento innato.
La oportunidad en el cine se dio en 1990 con The Crossing. Dos años después le llegó el protagónico tan esperado cuando lo convocaron para el filme Romper Stomper, además de otros proyectos. Ya toda una estrella en Australia, necesitaba dar el salto. Lo logró en 1995 cuando secundó a Denzel Washington en Virtuosity. Ese mismo año, en su rol de cineasta, Sharon Stone le dio un lugar preponderante en Sam Raimi: Rápida y Mortal. Lo que era una promesa se terminó de afianzar en 1997 protagonizando L.A. Confidential.
Ya toda una figura, codeándose con los más grades talentos que tiene la meca del cine, los productores se peleaban por tenerlo entre sus proyectos. Desde ese momento empezó a jugar, a ir de un papel a otro, cambiado sus looks de acuerdo a las necesidades.
Finalmente, y si necesitaba algo más para posicionarse, en el 2000 fue la gran figura de Gladiador. Su destacado desempeño lo llenó de laureles. Una película taquillera, que se llevó cinco premios Oscar. Le dio vida a Máximo, y desde ese personaje protagonizó las escenas emblemáticas y emocionantes. Momentos heroicos de un general que fue desterrado de la Roma antigua pese a haber comando a un ejército de elite. El regreso a su tierra, con la atroz muerte de su familia, se da como un prisionero. Y a sangre y punta de espada, alcanza su redención.
Sin embargo, Crowe se sinceró al hablar de este proyecto. Lejos de seguir agigantado la leyenda, en una entrevista con el programa The nice guys remarcó: “Teníamos 21 páginas cuando empezamos a rodar; un guion normal tiene unas 110. Es la forma más tonta de hacer una película. De vez en cuando nos reunimos, tomamos una copa y nos reímos: vaya bala esquivamos. No solo la hicimos, ¡ganó el Oscar a la mejor película!”.
Además recordó que para poder seguir la historia él también se involucró en el guion. “Volamos a Marruecos. Se eligieron unas localizaciones, se montaron los sets, estaba todo listo. Pero nos quedamos sin páginas. Habíamos gastado las 21. Así que tuvimos que escribir furiosamente ese fin de semana, pero también teníamos a gente enviando cosas desde otras partes. William Nicholson y John Logan. Llegamos a una situación en la cual nos llegan de diferentes escritores versiones de lo que podría ocurrir: ‘Oh, me gusta esa línea, el resto es mierda’; ‘Esta situación es buena, pon esto aquí'; ‘Pero esto debería decirlo este personaje, no el otro’. Nos pusimos a encajarlo todo”.
Tras las palabras del actor quedó al descubierto cómo una de las películas más exitosas de Hollywood fue realizada sobre la marcha, agregándose líneas a medida que se iba filmando. Impensado para las superproducciones. Al fin de cuentas, no hace más que enaltecer la figura de Russell Crowe, evidenciando que su versatilidad va más allá de la filmación de cada escena.
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