Este viernes y después de 132 capítulos, llegó a su fin La 1-5/18. La tira de Polka, que marcó el regreso de las ficciones luego del parate por la pandemia, cerró sus historias ambientadas en el barrio popular La Peñaloza con un sabor agridulce. Porque como suele ocurrir en estos casos, la resolución dividió las aguas entre los seguidores, que celebraron o cuestionaron el desenlace, según las expectativas creadas en los seis meses que duró la ficción.
En rigor, el quiebre de la historia sucedió días atrás, en la previa del desenlace, cuando murió Bruno, el personaje interpretado por Gonzalo Heredia. A partir de allí, crecieron las teorías sobre qué ocurriría con la pareja protagónica de la maestra Lola (Agustina Cherri) y el cura Lorenzo (Esteban Lamothe), un amor prohibido que debió atravesar tempestades y esperar su momento para augurar un futuro juntos.
Horas después del último capitulo, Cherri estuvo en Agarrate Catalina (La Once Diez), donde la conductora Catalina Dlugi quiso saber su opinión sobre el desenlace de la trama. “Ay, ay, ay… Es un final atípico desde un punto de vista y es un final trágico desde otro punto de vista; tiene como esa combinación”, señaló la protagonista, que reconoció que en un momento no la convencía: “Al principio me costó aceptarlo, pero está bien. La historia también lo necesitaba. El final está bueno y vale la pena, para toda la gente que la vio durante todo el año”, aseguró, y destacó la importancia de la vuelta a la ficción después de la pandemia.
La actriz también se refirió a su relación en la ficción con el cura Lorenzo, con quien compartió algunos cuadros subidos de tono. “Se hizo desear la escena de sexo con Lamothe, pero llegó”, señaló con ironía y contó algunas intimidades de la filmación: “Lo hicimos con una confianza y relajación que ayudó muchísimo”, agregó. Y consultada sobre si le gusta ver este tipo de escenas, Agustina fue terminante: “No las miro con mi familia ni sola, me da vergüenza, las chequeo para ver cómo quedaron”.
En los instantes finales de la novela, Lorenzo vuelve al barrio un año después de haberse ido en una misión al África. Y al llegar a la iglesia, donde bautizaban al hijo de Gina (Ángela Leiva), se encuentra con Lola junto a quien cree que es su nuevo amor. “Perdón Lola, te pido perdón, llegué tardísimo, vos ya rehiciste tu vida y yo no tengo derecho a decirte que no te pude olvidar, que te pensé todos los días”, le suplicó Lamothe en la piel de su personaje. Sin embargo, todo había sido un malentendido, y tras aclararlo se fundieron en un apasionado beso al ritmo de la canción emblema que los acompañó en toda la ficción: “Se puede amar”, de Pablo Alborán.
En los últimos minutos la voz en off de Cherri resumió parte de la historia: “Las familias se habían desarmado para volver armarse de las formas más impensadas. Los corazones le ganaron a la razón, al egoísmo y a la posesión para que todos seamos más felices”. La escena final consistió en el brindis de todos los protagonistas de la ficción, donde festejaron la nueva etapa que afrontarían todos unidos.
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