No fue la primera vez que Foo Fighters se presentó en la Argentina, pero seguramente su participación en el último Lollapalooza, que se realizó hace menos de una semana en el Hipódromo de San Isidro, será uno de los recitales más recordados por los fanáticos de esta banda, ya que fue la última vez que pudieron ver en escena a su baterista Taylor Hawkins, quien recientemente fue hallado muerto en un hotel de Bogotá, Colombia.
En el marco de la gira que estaba realizando por Sudamérica, el grupo de rock llegó a Buenos Aires el fin de semana pasado tras haber estado en Chile, donde también formaron parte del Line Up del reconocido festival, que se realizó de manera simultánea en ambos países.
Al conjunto liderado por Dave Grohl le tocó abrir el evento en Santiago de Chile y cerrar en la última jornada de la edición que se hizo en San Isidro, en la cual mostró todo su potencial y brilló al ritmo de sus grandes clásicos y de algunas canciones de su nuevo álbum, Medicine at Midnight.
Cuando ya había caído la noche en el Hipódromo, la banda salió al escenario y el propio Taylor Hawkins fue uno de los que llamó la atención, ya que en el parche de su batería se podía leer “Foo’s Addiction”, que al comienzo se leyó como un gesto afectuoso y consuelo por la baja a último momento de Jane’s Addiction del festival.
Pero de pronto la combinación se volvió realidad y la multitud enloqueció: los Foo Fighters en pleno invitaron de sorpresa a Perry Farrell para rockear con “Been Caught Stealing”, tema de la banda cuya primera despedida fue el motor de Farrell para idear, justamente, Lollapalooza, allá por 1991.
“Hace más de treinta años estábamos con Kurt Cobain en el primer Lollapalooza. Él estaba muy cebado viendo a sus bandas favoritas, como Siouxie and the Banshees. Por aquel entonces, sentíamos que estábamos haciendo la revolución... Y lo fue. Ahora ustedes son la revolución. En ese festival lo conocí a este señor”, dijo Grohl para presentar a Perry y recordando los días en que Nirvana estaba a punto de explotar con Nevermind. “La música es la cura, la música libera”, saludó el de Jane’s Addiction antes de cantar y poner el broche de oro a esta celebración total que 100 mil personas gozaron en la vuelta a los festivales masivos tras la paralizante pandemia.
Así como el componente emocional del rock dinámico de Foo Fighters sabe tocar en las fibras sensibles de la multitud que los sigue (esa noche pasó desde el comienzo, con una versión lenta y arrolladora de “Times like these” y llegó al pico con “Best of You”), el domingo pasado hubo un fuerte ida y vuelta que no solo se tradujo en coros y pogo permanente: Grohl se conmovió al ver un retrato suyo entre el mar de gente y pidió que se lo alcanzaran. “Tenemos a Picasso en la casa”, elogió al ubicar al responsable del arte que terminó siendo parte de la escenografía del grupo. Además, Dave invitó al pintor fan a que se conocieran al final del show.
También hubo novedades de su último disco Medicine at Midnight (“Shame shame”, “No son of mine”) y el infaltable momento en que los Foo se prenden en modo “escuela de rock” para su habitual sketch de presentación: un meddley que juntó a The Who, con los Ramones y con C+C Music Factory (eternos desde su festivo latiguillo “Everybody dance now” en el tema “Gonna Make You Sweat”) que derivó en que Dave y Taylor invirtieran voz y batería para hacer “Somebody to love”, de Queen.
El recital completo en el Lollapalooza
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