En las últimas horas,a casi 22 años de la muerte de Rodrigo, Pepe Gozalo, quien fue representante de ídolo cuartetero habló sobre la adicción a la cocaína que tenía el cantante. Lo hizo este sábado en Secretos verdaderos, el programa de Luis Ventura que en su emisión hizo un repaso al suceso y caída de figuras de la cumbia y de la música popular.
“Se pegaba un saque y se ponía ingobernable”, dijo Gozalo. “Pero no era que me zamarreaba o que yo lo zamarreaba a él. Yo a Rodrigo le decía una sola cosa: ‘Nene, no jodás’”, contó, sobre la lucha que tenía el Potro en pleno suceso de su carrera.
Luego, Pepe dio más detalles de su relación con los artistas que manejó. “Yo empecé en el rock and roll. Conmigo trabajaron todos y todos consumían. ¿O me equivoco?”, siguió, quien fue cuestionado después de la muerte del ídolo por cómo lo acompañaba. “Agarraba en mi escritorio el number one, armaba la línea y tomaba. Sacaban la lapicera. Me decían ‘toma, José’ y yo no, aunque nadie me lo crea. Jamás probé ni un porro, ni merca. Jamás”, señaló en el programa de América.
Tiempo atrás, el ex manager del Potro Rodrigo también había sorprendido al revelar un detalle jamás contados de los instantes posteriores a la trágica muerte del cantante. “Llegué, vi la camioneta de él cruzada arriba del guardrail, pero Dios me hizo frenar al lado de Rodrigo sin ver nada. La ambulancia de la autopista no llegó nunca y él ya estaba helado, hacía mucho frío esa noche”, comenzó a narrar el empresario.
“Le acomodé un poquito la parte del costado que estaba al descubierto y lo encontré ‘bolsiqueado’”, contó Gonzalo, sobre el fatídico fallecimiento del cuartetero. “¿Bolsiqueado?”, preguntó sorprendido Luis Ventura. “Sí, con todos los bolsillos para afuera”, aclaró entonces Pepe, ante la indignación generalizada en el estudio.
“Le había desaparecido el reloj, le habían desaparecido las cadenas, le habían desaparecido todas esas cosas. Eso pasó ahí y son las cosas que me había guardado, pero hoy lo digo porque ya está, el que lo tenga que le sirva para algo, para comprar remedios”, completó el ex manager del Potro.
El 24 de junio del 2000 la Argentina amanecía con una de esas noticias que paralizan al país: en pleno auge de su carrera, Rodrigo había muerto cerca de las 3.30 en un accidente de tránsito, por esas horas todavía confuso, cuando volvía de brindar un show en la bailanta de la localidad bonaerense de City Bell, cerca de La Plata. “Fractura de cráneo con hemorragia cerebral”, repetían en los programas de televisión ante una audiencia que no podía creer lo que pasaba.
Las pantallas no tardaron en mostrar su cuerpo tendido sobre la autopista, la sangre en el asfalto, la camioneta Explorer roja abollada. Poco después se reveló también que en el impacto había muerto Fernando Olmedo, hijo del célebre comediante, Alberto Olmedo. De inmediato se supo que en el asiento del acompañante iban Patricia Pacheco, ex pareja del artista, y el pequeño hijo de ambos, Ramiro, de tres años. También viajaban con ellos Cachi Pereyra, uno de los asistentes del artista, y el Negro Moreno, productor musical.
Rodrigo, que iba al volante y no llevaba puesto el cinturón de seguridad, salió expulsado al perder el control del vehículo, en medio de la niebla y la llovizna que humedecía el camino. Encontraron su cuerpo sin vida –con sus botas texanas, el pantalón clarito y su inconfundible chaqueta, esa imagen que vuelve una y otra vez– a 150 metros de la camioneta.
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