Fue una de las grandes figuras de la década del 90. Apenas apareció en la pantalla su imagen resaltó de una manera que hizo que el mundo hablara de ella. Sin embargo, cuando el nuevo milenio se fue acercando, su carrera, ese fuego sagrado, sorpresivamente se fue apagando. Alicia Silverstone continuó trabajando pero sin tanta exposición en Hollywood. Ese mundo que le abrió las puertas, también le dio la espalda.
Sucedió lo que les pasó a muchos de los jóvenes talentosos: no se pudo despegar del rol con el que saltó a lo más alto y ese fue su arma de doble filo. Silverstone debutó en la pantalla grande en 1993 en el filme The Crush, interpretando a una adolescente que buscaba seducir un hombre mayor de edad. Papeles como este se fueron repitiendo a los largo de los proyectos que la convocaron.
Pero quizás lo más recordado de Alicia sea su labor en el videoclip de “Cryin”, de Aerosmith. Su frescura hizo que la banda la convocara luego para otros dos más, correspondientes a las canciones “Crazy” y “Amazing”. El mundo del rock la adoptaría como musa inspiradora.
De un día para el otro Silverstone pareció tener a todos rendidos a sus pies. En 1995 estuvo embarcada en cuatro proyectos casi en simultáneo, entre ellos Clueless y The Babysitter, los cuales protagonizó, aumentando su popularidad. Fue una manera de asentar un camino de éxito. Nada podía salir mal.
Alicia nació el 4 de octubre de 1976, en San Francisco, Estados Unidos. Desde el vamos, su infancia no fue como la de cualquiera. Su papá, un agente inmobiliario que también escribió un libro sobre cómo ganar apuestas, hizo que sus primeros años fueran distintos. De alguna manera, le robó la inocencia. Tenía apenas cuatro años cuando el hombre la fotografió porque decía que su hija iba a ser una de las modelos más importantes del mundo. Envió esa imagen a una agencia de modelos. En ese momento no logró su cometido.
Repitió la escena tres años más tarde, pero subiendo la vara. No quería perder la oportunidad de que Alicia saltara a las pasarelas. La hizo posar -con apenas siete años- al costado de una pileta y en bikini. A partir de entonces los productores comenzarían a tener en cuenta para diferentes producciones.
Silverstone no solo pasó su adolescencia trabajando de sol a sol, sino que también se fue de su casa con apenas 15 años. Sucedió que cuando la convocaron para The Crush, ofreciéndole el rol protagónico, surgió un escollo legal, que en verdad está pergeñado para proteger a los menores: encarnar ese personaje le demandaría muchas horas de filmación, cuando en realidad, a esa edad solo podría hacerlo durante un tiempo acotado.
Así las cosas, ella misma acudió a la Justicia para emanciparse de sus padres. Con eso consiguió vivir como si tuviera 18 y gracias eso logró ese anhelado papel. Aceptó todo, menos el desnudo contemplado en el guion del filme erótico. Se lo aceptaron, y para esa escena convocaron a una doble de cuerpo.
Ya con 18 años cumplidos hizo la portada de la revista Rolling Stone, y allí le preguntaron por su trabajo y la manera en la que trascendía. Comentó que no era consciente de su sensualidad y de lo que generaba. De alguna manera, quedó marcada como una de las elegidas para reemplazar a dos figuras de los 80 y 90: Kim Basinger y Sharon Stone. Además de cargar con esa mochila, el lugar en el que se la encasillo siendo tan joven hizo que en un momento quisiera escaparse. Dar el salto hacia otro destino, para que se hablara de su virtuosismo como actriz y no solo de su belleza.
En 1997 filmó contrato con Columbia a cambio de 10 millones de dólares. El primer proyecto para la empresa fue Batman y Robin. Lo que en principio sería un gran paso, en realidad fue el inicio de la debacle. El paso a otras ligas, a otro público, hizo que la prensa de aquel entonces no le tuviera piedad. Terminaría siendo víctima de violencia mediática: en la prensa solo se hablaba de su físico y de su peso, con el traje de Batgirl en el centro de las miradas. Hasta fue material de estudio como “la primera víctima de Internet”.
“Fue doloroso pero no me confundieron, yo sabía que no era correcto burlarse de la forma del cuerpo de alguien, eso no es correcto para ningún ser humano. No es que dije ‘¡Fuck you!’ y salí de ahí como una luchadora, pero sí me fui sabiendo que eso era todo, que no iba a meterme en algo así otra vez”, recordaría tiempo después. De alguna manera, Alicia comprendió que ya no quería ser la de antes, un ícono sexual, más allá de que eso significara correrse del pedestal de Hollywood. No quiso seguir pagando ese precio.
“Yo era solo una niña de teatro. Nunca quise estar en películas o televisión. No hay apoyo o educación sobre lo que haces cuando de repente te encuentras famosa y joven. Fue demasiado para mí”, admitió sobre sus años de plenitud, y cuando todo fue quedando atrás. A partir de entonces evitó las grades producciones, más allá de las propuestas tentadoras desde lo económico. No claudicó, pero si se enfocó en proyectos más pequeños, independientes y no tan comerciales.
En cuanto a su vida privada, en el 2005 se casó con el músico Christopher Jarecki luego de ocho años de pareja. Llevaron adelante una gran boda frente al mar, y más tarde se convirtieron en padres de Bear Blu. Con la llegada del bebé se fueron a vivir a una casa ecológica, con paneles solares para proveer energía eléctrica, y en la que tenían una huerta que usaban para consumo propio. En 2018 se separaron, pero en buenos términos. Hoy mantienen una gran relación de amistad.
En cuanto al trabajo, lo mencionado: nunca frenó y se mantuvo activa en la industria que le dio un nombre y quiso hacerla a un lado. Caminó por otras veredas. En la última década, su trabajo más preponderante fue en The Killing of a Sacred Deer, película que ganó como mejor guion en el Festival de Cannes.
Sus últimos proyectos son del año pasado. Por un lado, estuvo en la película Last survivors. Por otro, y ya hablando de filmes taquilleros, protagonizó Sharwater, estrenada recientemente. Dos productos de gran repercusión en Estados Unidos, pero que no tuvieron vuelo internacional. Más allá de eso, de ya no estar en las grades ligas, recuperó la felicidad haciendo lo que le gusta, pero sin ser hostigada.
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