El sábado tuvo lugar el último adiós a Gerardo Rozín en la cochería Caramuto del barrio porteño de Almagro, a donde se acercaron gran cantidad de allegados y seres queridos para despedirse del productor, quien falleció a los 51 años tras hacerle frente a una larga enfermedad. Unas horas después del velatorio, Julio Bárbaro expresó conmovedoras palabras sobre su ex yerno en diálogo con Implacables (El Nueve). El dirigente peronista contó la relación de “compinches” que los unió hasta sus últimos días.
Invadido por la tristeza, el politólogo y escritor charló con Susana Roccasalvo y elogió la bondad de quien fue el marido de su hija, Carmela Bárbaro, durante seis años. Además, fruto de ese amor nació Elena, de 11 años, y adorada nieta de Julio. En este sentido, definió a Rozín como un “padre de lujo”, y destacó el diálogo que mantuvo a pesar de su delicado estado de salud: “Gerardo no hace tanto llevó a Elenita a Estados Unidos, él era consciente de lo que iba a atravesar, y hasta la semana pasada charlaron todos los días”.
También explicó que habían organizado una cena junto a los seres queridos del productor, y que el propio Rozín había hablado con cada uno para concretarlo hasta la semana pasada, pero su cuadro médico no se lo permitió, y siguió el consejo de los médicos de suspender el encuentro. “Es una persona que hace un año sabía cuál era el resultado de todo esto, y me asombró hoy la repercusión, porque si hay algo que tenía Gerardo era una síntesis del talento y la bondad de ser”, comentó con la emoción a flor de piel.
“Tenía una calidad humana impresionante. La amplitud, la grandeza, la sensibilidad, fueron virtudes propias de él, y también era un obsesivo del trabajo y el rating”, reconoció. En cuanto sus tiempos como suegro y yerno, aseguró que compartieron muchos asados en familia, en los que sin falta el productor llevaba consigo los diarios para leer en la mesa.
“Muy buena persona, generoso como pocos, y además reflexivo, creativo. A mí me asombró que en una sociedad como la nuestra donde la grieta entre los medios de comunicación es enorme, hoy el recuerdo a Gerardo lo hacían todos, porque él estaba por encima del bien y del mal”, expresó. “Nos hicimos compinches con Gerardo, y hoy acepté esta entrevista porque es una enseñanza no tener codicia, no tener ambición, era un ejemplo entre tanto sectarismo”.
En cuanto a su hija, contó que toda la familia se unió para asistirlo en todo momento. “Mientras él tuvo vida, el diálogo era permanente. Nos poníamos en campaña de buscar una cocinera, una enfermera, ella siempre estuvo al lado y trató de explicarle a Elena”. De hecho, aseguró que reinó la armonía desde el instante en que Rozín les comunicó que estaba grave de salud, y todos se unieron para colaborar.
“Las tres hablaron todo este último tiempo frente a la dificultad, nunca dejaron de dialogar. No había ningún roce porque las diferencias son coyunturales, y cuando al vida nos desnuda este nivel de necesidad, prima la ayuda mutua”, sentenció en referencia al rol que cumplió Carmela Bárbaro, Mariana Basualdo -madre del primogénito del productor, Pedro- y Eugenia Quibel, la última pareja del conductor de La Peña de Morfi (Telefe), quien lo acompañó en el momento más difícil.
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