De criarse sin luz eléctrica a crear un imperio, quebrar, y terminar vendiendo manzanas en una favela: la vida de Rubén Orlando

Empezó como aprendiz de Miguel Romano y en los 90 llegó a tener más de 30 salones de belleza. Después de cortarle el pelo a estrellas como Sophia Loren y Alain Delon, se quedó sin nada. Empezó de cero en Brasil. Y finalmente volvió a la Argentina con un objetivo que pudo cumplir. En una entrevista con Leandro Rud, abrió su corazón

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El peluquero que llegó a tener 32 locales quebró en 1997, pero se reinventó y supo sortear el peor momento de su vida

El peluquero Rubén Orlando repasó su historia de vida en un íntimo mano a mano con Leandro Rud en La Noche, ciclo que se emite los sábados a la medianoche en la pantalla de C5N. El coiffeur fue uno de los más renombrados en la década del 90 y llegó a tener más de 30 salones de belleza. Sin embargo, algunos años después entró en quiebra y tuvo que empezar de cero. Se fue a Brasil para reinventarse, donde vendió manzanas acarameladas en la favela, y después de probar suerte con otros proyectos, volvió a la Argentina. Por estos días lleva las riendas de la peluquería escuela que abrió en la Villa 31, pero el recorrido hasta su presente estuvo cargado de desafíos.

Sus primeros pasos los dio en Del Carril, partido de Saladillo, donde vio a su madre ejercer el oficio que más adelante haría suyo. “Mi vieja era la peluquera de pueblo, y no teníamos energía eléctrica, así que ella las ponía al sol a las clientas”, rememoró. “Yo hasta los 11 años me crié sin luz; solamente una familia, los Falasco, tenían su equipo electrógeno”.

“Mi hermano y yo nos criamos entre las clientas. De ahí nos vinimos a vivir a San Martín, y mi madre se puso una peluquería. Yo estaba en sexto grado y mientras tanto estaba trabajando en un almacén, y con lo que ganaba me pagaba una escuela de peluquería donde estaba Miguel Romano, al lado del Obelisco”, continuó. El famoso peluquero de Susana Giménez fue el envión de la carrera de Orlando: a su lado aprendió codo a codo las técnicas de corte y peinado acompañándolo a los eventos donde requerían su servicio.

Rubén Orlando estuvo invitado en La Noche, el ciclo conducido por Leandro Rud en C5N
Rubén Orlando estuvo invitado en La Noche, el ciclo conducido por Leandro Rud en C5N

Aunque aclaró que estuvo “muy poquito tiempo” junto a Romano, confesó que ese fogueo lo hizo reafirmar que su vocación estaba intacta, y los próximos cinco años trabajó en otra cadena de peluquerías, hasta que llegó la oportunidad de abrir su primer local en el barrio de Recoleta. “Nos gastamos un palo verde con mi hermano para poner todo el equipamiento y contratar personal, pero yo hacía, mínimo, 50 cortes de pelo por día; mi récord fueron 105 en un día, y los cobraba 60 dólares en ese momento”, detalló.

Además tenía a su cargo 120 empleados, y empezaba a vislumbrar la posibilidad de comenzar su propia cadena de peluquerías. “La primer franquicia la puse con Guillermo Cóppola, que duró muy poco porque después a Guille lo contrató Diego Maradona y se fue a España”, reveló. El puntapié sobre sus amigos famosos lo llevó a dedicarle algunos minutos a sus anécdotas con Carlos Monzón, sus viajes a Europa y los cortes que le hizo a Sophia Loren, Alain Delon, Lino Ventura y Paloma Picasso.

“Vos de la cima te fuiste al precipicio, y en estos momentos tan difíciles que estamos pasando a nivel mundial tu historia puede servir de ejemplo de cómo una persona que construyó un imperio, tocó fondo y tuvo que prácticamente renacer”, sostuvo Rud abriendo el capítulo de la otra cara de la historia, allá por el 97, cuando Orlando tuvo que cerrar todos sus locales.

Rubén Orlando comenzó a trabajar junto a Miguel Romano cuando tenía 13 años (Nicolás Aboaf)
Rubén Orlando comenzó a trabajar junto a Miguel Romano cuando tenía 13 años (Nicolás Aboaf)

“Me persiguió la AFIP y me hicieron un retroactivo de cinco años para atrás y fui a la quiebra, me confiscaron todo”, aseguró. “Me fui a Brasil, primero a San Pablo, después a Río de Janeiro y finalmente a Buzios. Vendía manzanitas acarameladas y vivía en una favela”, narró sobre los primeros dos años, donde tuvo que rebuscarse hasta que pudiera volver a su profesión.

Promediando la charla Orlando puso como ejemplo una frase que Rud le había dicho unos minutos antes de comenzar la entrevista para explicar cuál fue la clave para no rendirse. “Es como decís vos, que te hiciste amigo del cáncer, en el sentido de que yo no me instalé en la queja”, expresó. En este sentido, el conductor del ciclo hizo una aclaración para la audiencia: “Les cuento por si alguno no lo sabe que a mí me detectaron cáncer en octubre del año pasado, y hoy antes de entrar al programa le dije: ‘La verdad que me hice amigo del cáncer y trato de hablarle para que me trate bien’. lo aclaro para que la gente lo entienda y lo digo con mucho respeto”.

Luego de expresarle su admiración al empresario por la actitud con la que convive con el diagnóstico, el peluquero aseguró que le puso “pecho y amor a la vida”, y en aquel momento bisagra pensó en sus cuatro hijos y en sus nietos. Sin embargo, confesó que lo más difícil de afrontar fue “el desapego de quienes creía que eran sus amigos”, ya que sufrió desilusiones cuando tocó las puertas de sus allegados.

Rubén Orlando contó que su madre era peluquera y siguió sus pasos al aprender desde la infancia a peinar y cortar (Matías Arbotto)
Rubén Orlando contó que su madre era peluquera y siguió sus pasos al aprender desde la infancia a peinar y cortar (Matías Arbotto)

“Es la famosa frase que dice que el día que se acaba la plata se acaban los amigos, y hasta la mujer que tenés al lado, a veces. Salvo los perros, todos se van”, bromeó Orlando. En base a las experiencias que tuvo y la compañía fiel que representaron en los peores escenarios, decidió que también incursionará en el rubro de peluquería canina.

“¿Cómo preparaste la cabeza para esa caída a la quiebra?”, le consultó Rud, intrigado por la fuerza de voluntad del coiffeur. “Con la infancia, porque yo cuando era chico comía a la carta, pero no como ahora, sino que el que sacaba la carta más alta comía y el otro, no. Entonces cuando uno viene de abajo hacia arriba es diferente que venir desde arriba y caerse. Así te crías con otra fortaleza y otros valores”, reflexionó el invitado.

Todavía faltaba narrar otro giro que dio su vida en las costas de Brasil. “Un día me reconoce un señor que era sojero, que quería hacer otro negocio, y me dijo de poner una peluquería con bar en Buzios, y lo hicimos. Le pusimos Café cortado y tenía 13 mesas afuera, pero eso fue después de muchas manzanitas acarameladas y muchos cortes en peluquerías de barrio donde no duraba nada”, relató.

Rubén Orlando en la puerta de su peluquería en la Villa 31, donde también enseña a cortar el cabello (Nicolás Aboaf)
Rubén Orlando en la puerta de su peluquería en la Villa 31, donde también enseña a cortar el cabello (Nicolás Aboaf)

Sobre el final recordó el día que volvió a la Argentina y charló con un taxista sobre sus ganas de colaborar de alguna manera con la Villa 31, porque muchos de sus ex empleados vivían allí. “El tachero me dijo que conocía a una persona, Chacho Mendoza, que le encantaría que ponga una escuela ahí para enseñarle a la gente, y eso es lo mejor que hice en mi vida”, contó emocionado.

Si vos ves lo que trabaja esa gente, no descansa, son gente de mucho laburo, y a mí me encanta enseñar, porque un oficio siempre es una opción”, remarcó. Admirado por su capacidad para asumir los cambios, Rud lo definió como “un ejemplo de vida” y le agradeció el mensaje positivo que brinda a través de sus experiencias. Sobre su presente y los próximos pasos que dará, Orlando aseguró que está feliz con los cuatro salones que tiene actualmente y se mostró entusiasmado por abrir próximamente dos peluquerías caninas.

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