La saga Terminator es una de las reliquias del cine de acción. Hablamos puntualmente de las primeras apariciones, con los protagonistas principales en su esplendor: encabezados por el T-800 de un inmutable Arnold Schwarzenegger, los personajes principales de la entrega original (lanzada en 1984) y de su secuelas (de 1991) quedaron en la memoria colectiva. Incluso hasta la fecha varios siguen pagando el precio, porque sus nombres quedaron relacionados con la creación de James Cameron.
Cómo no recordar a la heroína Sarah Connor, mujer empoderada dentro del filme. Una luchadora que lo dejó todo para salvar al mundo, siendo la futura madre del líder de la Resistencia en la lucha contra las máquinas, John Connor (Edward Furlong). Estuvo en la primera, segunda y tercera entrega, lanzada en 2003, cuando el personaje muere por leucemia. Sin embargo, en las entregas posteriores regresó, ya sea con su voz o con participaciones especiales.
Quien se puso en la piel de Sarah fue la actriz Linda Hamilton. Había debutado en cine en 1979, luego de apariciones menores en televisión como parte de Night Flowers. Luego llegarían otros proyectos con los que irá haciendo sus armas hasta que la convocaron para que se sumara a este propósito, que fue un antes y un después en su vida.
Luego de Terminator siguió trabajando: fue parte de filmes que tuvieron repercusión, como La bella y la bestia (ganó un Globo de Oro), Un pueblo llamado Dante’s Peak, Secret Weapons, La súplica de una madre y Un testigo en silencio, entre otros trabajos de cierta trascendencia.
Hamilton nació en un pueblo llamado Salisbury, en Maryland, Estados Unidos, el 26 de septiembre de 1956. Ya de muy chica tuvo que lidiar con situaciones que la marcaron para siempre. El gran golpe para ella y su hermana gemela (Lislie Hamilton) ocurrió a los 5 años con la muerte de su padre. A los pocos años su mamá formó pareja nuevamente: de esa relación tuvo otro hermano. Pero la infancia de Linda no fue la ideal.
Apasionada de la lectura, en alguna oportunidad comentó que esos años fueron tan aburridos que encontró en los libros la manera de distraerse: en el pueblo no había mucho para hacer y casi no tenía amigos. Fue creciendo y en la secundaria tenía la idea fija de estudiar Arqueología. Pero los actos escolares, y lo bien que la pasaba en esos escenarios, le abrieron otro camino.
Fueron años en lo que integró un grupo de teatro del barrio, en el que colaboraba con niños. Eso la llevó a sumarse al Washington College, un instituto de interpretación de Nueva York. Allí, con frialdad y mirándola a los ojos, su profesor le dijo que no perdiera el tiempo, que todavía era joven para canalizar sus inquietudes en otro sentido, porque no le veía futuro como actriz.
Hamilton se fue de ahí pero persistió. Comenzó a asistir a talleres de actuación hasta que al fin tuvo su chance en la televisión para luego pasar a la pantalla grande y transformarse en la heroína favorita de Hollywood. Un paso significativo para que todos aquellos que no habían confiado en ella ahora la encontraran bien arriba, en la cúspide de la meca del cine.
A la par de su crecimiento profesional, su salud empezó a jugarle una mala pasada. Problemáticas vinculadas a trastornos que nadie podía detectar. Iba de médico en médico y no daba con la solución. Finalmente eso llegó, y una vez que se recuperó, Linda decidió hablar del tema. “Perdí 20 años de mi vida, de los 20 a los 40. Yo los llamo mis años perdidos”, confesó en 2004 al medio español Fotograma.
“Cuando estaba eufórica eran tiempos brillantes. No necesitaba dormir. Creo que estuve cuatro años durmiendo cuatro horas por noche. Y me despertaba genial. Pero no todo eran buenos sentimientos. Acumulaba un montón de rabia, que creo que formaba parte de mi desorden. La capacidad para luchar, pelear, tener todo y a todos bajo control... Y la rabia que sentía porque mi sistema estaba agotado. Y en mis momentos más bajos, me sentía como hundida en un pozo del que no podía salir”, agregó en la entrevista.
Le diagnosticaron trastorno bipolar, comenzó con un tratamiento médico, y desde entonces su vida cambió. Es una enfermedad con la que siempre convivirá, pero con la medicina indicada podrá llevar adelante una vida normal, sin mayores dificultades. Pero Linda no olvida que llegó a interferir en sus relaciones. Sin ir más lejos, su primer matrimonio fue con el actor Bruce Abbott, a quien conoció en 1983 y se separó en 1989, con un hijo recién nacido en ese momento, que se llama Dalton. Ella reconoció que su trastorno hizo que la convivencia fuera insostenible. Contó que en varias oportunidades lo agredió física y verbalmente, hasta que decidieron separarse.
Durante Terminator 2 (1991) se enamoró de James Cameron. El director estaba casado con su colega Kathryn Bigelow, se quien se separó para continuar su romance con Linda. Desde el principio vivieron una relación turbulenta, con varias idas y vueltas. No obstante, decidieron ser padres. En 1993 nació Josephina. El romance culminaría en 1997 cuando Cameron creó la exitosa Titanic y le fue infiel con la actriz Suzy Amis. Fue uno de los divorcios más millonarios de la historia. Fueron a juicio y a la hora de repartir bienes, a Hamilton le tocó la suma de 50 millones de dólares.
Desde ese instante continuó relacionada a la pantalla chica, también al cine. No paró de trabajar, pero ingresó en un subibaja entre éxitos y otros proyectos que pasaron desapercibidos. Pero nunca renegó de los malos pasos. Incluso admitió que cada tanto le venía bien pasar desapercibida para no estar en el centro de la escena de la prensa y los fanáticos, que todo el tiempo le recuerdan a Sarah Connor.
En 2019 fue parte de Terminator: Destino oculto. Reaparece personificando a Connor para vengar la muerte de su hijo ante las máquinas Skinet. Pese a que el éxito no fue el esperado en cuanto a la taquilla, se está preparando una séptima entrega, que se estrenaría a fin de año. Hamilton la convocaron, pero no quiso ser parte. Entiende que ya es momento de dar un paso al costado. Incluso, de la última solo participó por la amistad que la une a Schwarzenegger.
Pese a la insistencia decidió tomar otro camino, para llevar adelante un papel similar pero sin la mirada fija de la crítica. Actualmente se luce en Resident Alien, donde interpreta a la general McCallister. Se trata de una serie de ciencia ficción que se estrenó en 2021 y en febrero de este año salió la segunda temporada. De trascendencia en Estados Unidos, no hay una plataforma que la trasmite en América Latina, por lo que aquellos fanáticos de la actriz que quieran verla tendrán que rebuscárselas.
El cambio de rumbo, correrse, seguramente tuvo que ver con la muerte de su gemela, en agosto de 2020, en plena pandemia. Fue de manera inesperada, en su casa, por un paro cardíaco. Su partida le significó un duro golpe, por la relación de cercanía y el vínculo de amistad. Uno más en su vida, del que también intenta sobreponerse para seguir luchando en la vida, así como en la ficción.
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