Son las cinco de la tarde en Buenos Aires y el clima no está para té, sino para una cerveza. Así lo entiende Rolo Sartorio, el cantante de La Beriso, quien prende el zoom y también un cigarrillo atrás del otro. Desde su casa en Avellaneda, se conecta para conversar con Teleshow sobre un hecho inédito que le está por ocurrir tanto a él como a su banda: van a dar un show en el Teatro Colón, en el marco del festival Únicos. Pero a Rolo eso no le quita el sueño.
“La verdad es que no pasa nada con eso. No me cambia en nada. Hemos tocado en River, dos veces en el Único de La Plata, en Velez, Ferro, ocho Obras... Esto lo tomamos como algo más importante por lo que es el Colón, porque es algo histórico en el país. Pero a mi no me cambia en nada”, confiesa Sartorio. Dice que no es por bajarle al precio al teatro, sino “porque eso es tenerle respeto a todos los públicos, a toda la gente que nos va a ver donde sea. Y en el Colón va a ser igual. Será un show distinto porque vamos a tocar con la sinfónica del teatro”.
Sin embargo, por algún lado lo toca y es por lo familiar. “Estoy hablando con el arreglador de la sinfónica, me va mandando los arreglos a ver si me gustan. Y es hermoso escucharlo: uno se lo imagina junto a la banda, cantando… Va a ser algo emocionante, sobre todo para nuestras madres”, dice con una sonrisa.
—Al final, parece que a los padres les importa más que a uno cuando se consigue un título o, en tu caso, llegar a tocar en un lugar tan emblemático.
—Sí, sí, es verdad. Cuando yo era chico, antes de tener a La Beriso tenía otras bandas y mi viejo me decía: “Te vas a cagar de hambre con la guitarrita, estudiá”. Después dejé de estudiar por el fútbol, porque estaba en las inferiores de Independiente. Y después dejé el fútbol por la música, no porque no me estaba dando de comer, sino porque fue una excusa. Y perseverando, fuimos llegando. Y llegamos a lo más alto que le puede pasar a una banda, que es tocar en River.
—Elegiste el fútbol y la música, dos carreras en las que resulta muy difícil llegar a lo más alto.
—Son jodidas, sí. Por eso dejé el fútbol, porque no te elige la gente. Ahí te eligen con el dedo los directores técnicos, que se pueden equivocar. Como sentí que no era justo, abandoné. Y en la música te elige la gente, no te elige nadie. Nosotros llegamos a hacer nuestro primer Luna Park solos, no teníamos compañía, no nos pasaban en la radio y ya teníamos tres o cuatro discos. La gente te va eligiendo. No hay manera de que si a la gente le gusta, alguien te baje el pulgar.
—Son una de las bandas de rock más populares del país. ¿Alguna vez tuvieron un momento rockstar?
—(se ríe) No, nunca. Cuando terminás de tocar en un estadio o del Colón, volvés a tu casa, te hacés unos mates y lavás los dos platos que te quedaron. Gracias a Dios, ninguno de los músicos de la banda tuvo un ratito de hacerse el rockstar. Eso es de la generación anterior a la nuestra: Charly, Fito… Nosotros somos conscientes de que la fama, así como viene, se va. Por eso me parece que hay que mantener a los amigos de toda la vida, respetar todo lo que tuviste antes de pegarla y seguir teniéndolo. No cambiar. Siempre fuimos una banda de perfil muy bajo.
—¿Te gusta La Beriso?
—Sí, claro. Cuando estoy por sacar un disco, que yo ya lo tengo y la gente todavía no, puedo llegar a escucharlo más de 100 veces completo. Soy bastante cargoso, lo pongo en el auto, en todos lados. Me encanta escuchar a la banda, me encanta La Beriso. No me gusta verme. Nunca pongo un video nuestro. Cuando me mandaron el documental, para mí fue un esfuerzo enorme tenerlo que ver. Lo tenía que hacer sí o sí para ver si había un error. Y la verdad que era un dolor de huevos ver todo lo que ya sabía y lo que grabé.
“No quiero hablar de eso. Perdón, no es con vos, pero no hablo porque tiene que ver con otras personas”, responde Rolo cuando se lo consulta por sus lágrimas en PH: Podemos Hablar (Telefe). Invitado al programa de Andy Kusnetzoff, y sin poder contener las lágrimas, contó que en diciembre de 2020 sufrió un golpe muy fuerte que “superó todo”. Incluso la temprana pérdida de Marcela y Mariana, sus dos hermanas. Es sabido que tanto su biografía como varias de las canciones de La Beriso están marcadas por esa tragedia familiar, un fantasma que vuelve cada vez que canta con su grupo.
“Cuando salía a cantar por primera vez esas canciones, me movilizaba. Ahora lo que me pasa es que por ahí estás cantando la canción y ves a gente se emociona mucho. Y por ahí te emocionás de verlo a él o a ella, no de la canción en sí. Porque quizás inconscientemente te lleva a un lugar horrible. Pero ya pasa a ser de la gente. Y uno la canta tantas veces que ya está. Es una canción más”, cuenta en relación a esa parte de su repertorio.
—¿Cómo se carga con ese dolor?
—Y bueno… Te vas acostumbrando, lo vas corriendo. Vas viviendo cada vez mayores minutos o mayores horas con alegría. Y menos horas de tristeza. A todos nos pasó algo: algunos lloran porque quizás perdieron a un abuelo y vos decís: “Bueno, es la ley de la vida, por la edad”. Pero ese es su sentimiento, es intransferible y lo tenés que respetar. Uno aprende solo a superar una pérdida así. Pero también tenés que tener buena gente alrededor. Por ahí te puede pintar algo malo, te podés desviar por otro camino. Yo lo convertí en canción y también ves que mucha gente comparte no tu dolor, pero sí pasó por situaciones similares. Y eso ayuda un poco, también. Me hace sentir más acompañado, ayuda en mi tratamiento.
“Todo lo que crece, lo quieren bajar. Así es en este país. Critican a Messi, criticaban a Maradona. A los mejores los critican. ¿Por qué? No lo sé. Pero quizás lo que sí me molestó de algunas críticas es cuando me trataban de algo que yo no era”, dice Rolo. Como suele pasar con muchas bandas populares, La Beriso no cuenta con el aval total de la crítica especializada, si es que eso todavía existe. Pero también el propio Sartorio fue señalado por algunos dichos desafortunados en sus shows.
—¿Te arrepentís de alguna frase que hayas dicho?
—No, hay frases que dije que no me arrepiento de nada. Yo no me arrepiento de nada. Todo lo que dije, lo sigo pensando. Lo que pasa es que los boludos son como las hormigas: hay en todos lados, entonces van a hablar y van a criticar digas lo que digas. Cuando pasó lo de Vélez, que salieron a decir que yo hice callar al público.... ¡Nada que ver, no fue así! Mintieron. Y lo hubiese hecho sea quien sea el que estaba a cargo del país. Es un show y hay gente que opina una cosa, otros opinaban otra. Entonces, para qué armar lío si es un show de rock. La política, afuera. Cuando te toque votar, votá. Te tratan de que sos de un partido cuando no lo sos. Pero eso ya pasó. Además, en todos los discos le damos palos a la política. Pero bueno, el que quiere criticar, lo va a hacer diga lo que diga. Así que ya ni me incomoda.
—¿Qué ves en el país cuando salis de gira?
—Y a veces llegás a provincias que ves y decís: “Están destruidos, pobre gente”. Vas entrando a las provincias, cuando uno va viajando en el micro de gira y ya te vas despertando y entrando en una ciudad… Sí, ves mucha pobreza. Hemos ido a tocar a lo del Chaqueño (Palavecino), allá en el chaco salteño, y ves cosas que decís… No lo podés creer, boludo. No podés creer cómo vive esa gente. Cómo nadie llega ahí a darles una mano. Pero bueno, eso es responsabilidad de la gente que gobierna en su momento. Uno ve las realidades, pero no puede hacer mucho. Avellaneda mejoró un montonazo, ¿viste? Pero si vas seis cuadras para el lado de Dock Sud ya te cambió la vida. Que es donde vive mi vieja, donde yo nací. Sí, la avenida Mitre está toda linda, hermosa… Dos cuadras para adentro, empezá a correr. Es la verdad.
—¿Alguna vez pensaste en irte a vivir a otro país?
—No, por ahora no. Nunca temí ser pobre. Nosotros nacimos y nos criamos en una casa de chapa y madera, en un barrio humilde y éramos felices. Porque podíamos estar jugando a la pelota hasta las 10, 11 de la noche en verano. Y ahora a los pibes no les podes dar una bicicleta ni a las 4 de la tarde. Eso es lo que te da miedo. Mientras tengas para comer, obviamente, y tus hijos puedan ir al colegio y la ropa… Pero hoy, el que no tiene plata y el que es millonario, pasa por la misma. Uno le tiene miedo a eso, a lo que está pasando en la calle. Tenés que entrar corriendo a que te abran el portón. O si lo dejás afuera, vas en el auto y decís: “Bueno, todos preparados que ya bajamos”. Parece una carrera para entrar. Eso es. Pero no, no pensé en irme del país.
—Si pensás en tus hijos, ¿tenés esperanza?
—¿Para ellos? No, no. ¿Qué esto cambie tan rápido? Es un deseo, pero no lo creo.
—¿Y ellos qué piensan al respecto?
—La nena (Lola) está terminando el secundario y el nene (Joaquín) está empezando la facultad. Cuando vieron que algunos de sus amigos se fueron a vivir a otros países y te lo plantean, vos decís: “Obvio que me va a doler, pero si es tu decisión…”. Me parece que está bien, no los podés obligar. No entienden cuando vos le decís: “En mi época jugábamos al fútbol hasta las 11 de la noche”. “Bueno, tu época es tu época. Es otra”. No tienen ni idea de lo que era poder volver del baile a las 5 de la mañana caminando 25 cuadras. Ahora los pibes están con el celular, se piden un uber desde la puerta del boliche hasta la puerta de la casa, porque es re jodido.
—¿Sos permisivo con sus decisiones? Si quisieran ser artistas, ¿los dejás?
—Sí, que sean lo que quieran. Que sean felices. Siempre que sea su decisión, estoy para apoyar. A ellos, la música, la verdad que no... A La Beriso un poco más lo tenés que obligar a que vengan. Pero después, que sean lo que quieran. Tanto en lo que estudien, lo que quieren hacer, su sexualidad, lo que sea… Que sean felices.
—¿Cómo comparten la música?
—Ellos escuchan lo de ahora, a los chicos del trap. A veces tengo que hacer como que me gusta y cantar con ellos, para compartir. Mi viejo escuchaba tango y cuando yo escuchaba a los Stones, me decía: “¿A quién estás escuchando? No seas boludo, vos tenés que escuchar a Jorge Falcón”. Es lo mismo eso, no pasa nada.
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