El 5 de febrero de 2012 la luz de Jazmín De Grazia se apagó. A 10 años de aquel día absurdo, su risa contagiosa, su cara iluminada, aquel espíritu indomable y ese dejo de picardía en su mirada permanecen en la memoria de quienes la conocieron, los afortunados que compartieron aunque sea un etapa fugaz con ella.
Jazmín vivía en el departamento B del quinto piso del edificio ubicado en Las Heras 1703, en Recoleta. Aquella tarde, alrededor de las 18, quien era su novio, Leandro Cabo Guillot, llegó preocupado al lugar. Horas antes ella lo había contactado, contándole que se sentía mal. Leandro intentó varios llamados -mientras iba camino a su casa- para saber cómo seguía. Pero ya nunca más se podría comunicar.
Desde que habló por última vez con Jazmín hasta que llegó al departamento pasaron unos 40 minutos. Si bien llevaban una relación de casi un año, no tenía llave de la propiedad. Al no tener respuestas en el portero eléctrico, llamó al encargado y a un cerrajero. Rato después lograron ingresar. Leandro la encontraría en el baño, sumergida en la bañera. El Cuerpo Médico Forense de la Nación determinaría la causa de su muerte: asfixia por inmersión. Jazmín tenía 27 años.
La Policía iniciaría una investigación bajo la carátula de muerte dudosa. Jamás se informó el resultado de esa averiguación. Abundaron las especulaciones en los medios. Se dijo que ese día, hasta antes horas del hecho, había estado con un amiga con la que había salido la noche anterior; nunca se supo de quién se trataba. El tiempo fue dejando el caso en la nada.
En ese verano, los días de Jazmín estaban abocados a su carrera como modelo y comunicadora, con presentaciones en Punta del Este y en la Costa Atlántica. Luego de un largo trajín laboral, al fin retornaba a su casa, con el plan de descansar y reponer energías para que días después el ciclo volviera a iniciarse. “Este fin de semana fue variadito, variadito. Casi como un tenedor libre con chinos como dueños”, fue lo último que escribió en su cuenta de Twitter, a las 15:19 de ese 5 de febrero.
Escalera a la fama
De Grazia nació en Temperley el 4 de julio de 1984. Hija de Ricardo, dedicado a la construcción, y de Marta, profesora de biología. Su lugar en el mudo fue el polideportivo del club Los Andes, del cual su abuelo, Juan De Grazia, fue socio fundador. Después del colegio, se pasaba largas horas allí, pese los reproches de su mamá. Ese polideportivo fue rebautizado: hoy se llama Jazmín De Grazia.
Alegre y extrovertida, siempre fue una amante de la libertad, de la vida sin restricciones. Prefería treparse a un árbol a quedarse en su habitación jugando con una muñeca. En alguna oportunidad remarcó que su padre era más conciliador: la dejaba ser y no le ponía límites. Su mamá era todo lo contrario: intentaba encarrilarla, marcarle un rumbo. El recuerdo y las muestras de cariño de Jazmín para Ricardo y Marta era permanente.
Su transparencia y rebeldía fueron su carta de presentación cuando se anotó en la primera edición del reality Súper M, en 2002. Tenía apenas 17 años y ese fue su gran salto, más allá de que meses antes ya había estado trabajando para la agencia de Ricardo Piñeyro; incluso, se anotó en el programa de El Trece siguiendo un consejo suyo.
Se inscribió a escondidas de sus padres, quienes deseaban que cursara una carrera universitaria. Recién se enteraron que su hija estaría en televisión cuando les requirió su autorización legal. “Siempre fui igual con todo lo que se me prohibía”, se sinceraba Jazmín.
En Súper M llegó a la instancia final, quedando en la tercera posición. Y a partir de allí comenzó una carrera en franco ascenso. En 2005 debutó como conductora en ese mismo canal y más tarde fue figura en MTV, Fashion TV, E! Entertainment Television y Fox Sports. Eso la impulsó a estudiar Periodismo en TEA, y recibirse.
Con el título en su poder, fue por más. Sentía que su lugar estaba ahí y no en las pasarelas. Con un estilo propio, frontal y sin reservas, en 2010 comenzó a realizar entrevistas y escribir columnas de opinión en la revista Las Rosas. Además, fue panelista de Duro de domar, programa que por entonces conducía Daniel Tognetti. Luego pasaría a Animales sueltos, ciclo en el que Alejandro Fantino le daría un lugar preponderante.
El valor de la amistad
En el medio, sus grandes amigas fueron Paula Chaves –la conoció en el reality- y Gegé Neumann: su muerte las desplomaría. Los mensajes de ambas son reiterados y las muestras de cariño nunca se apagan. “A Jazmín le gustaba vivir a fondo y no escuchaba mucho, pero tenía una familia de oro que siempre la apoyó”, comentó en su momento Paula en Gente.
Es la conductora quien vivió una experiencia muy particular vinculada con Filipa. Su tercera hija con Pedro Alfonso nació en el Sanatorio de la Trinidad el 4 julio, la fecha del nacimiento de Jazmín. Cuando Paula regresó a su habitación de la clínica, la estaba esperando una amable enfermera. El trato que recibió de ella lo sintió como muy especial: Paula contaría después que nunca antes la habían atendido de semejante manera. Nunca supo quién hasta que, antes de irse, le preguntó su nombre. Y la mujer soltó, con una sonrisa: “Me llamo Jazmín”.
Al fin, Paula recibió ese mismo amor que había tenido con su amiga. Esa joven que contagiaría de alegría a todos aquellos que tuvieron el placer de conocerla, en una llama que nunca se extingue.
SEGUIR LEYENDO: