Los Rolling Stones venían de muchos años sin parar, con experiencias bastante estresantes en el medio, como cuando tuvieron a Donald Trump como promotor de una gira en 1989. El ex presidente de los Estados Unidos, por entonces en su faceta de empresario, trabajó con la banda más grande del mundo y no dejó un buen recuerdo dentro del equipo. Keith Richards llegó a hablar muy mal de él en una entrevista con la BBC y no dudó en confesar lo que hizo frente a alguien de su confianza: “Saqué un cuchillo, lo clavé en la mesa y dije: ‘Tienes que deshacerte de este hombre”.
Las cosas no fueron fáciles con Trump. El empresario llegó a montar un cartel en donde se recibía al grupo de una forma muy particular: “Donald Trump presenta a los Rolling Stones”. Su nombre, gigante; el del grupo, chiquitito. Richards estaba histérico y lo recordó cuando Donald asumió como presidente: “Ahora Estados Unidos tiene que deshacerse de él. No digas que no te advertí”. Otro patrocinador de esa gira, Michael Cohl, contó en Life, la biografía de Keef que Trump había llegado a organizar un evento para la televisión con los Stones, pero que la banda se había negado rotundamente. Estaban hartos de Trump. Y un poco hartos de seguir girando.
Entonces, en enero de 1992, Keith Richards se despachó con Main Offender, su segundo disco en plan solista. Un trabajo con su impronta pero con un banda nueva que armó con mucho cariño: los X-Pensive Winos. Una producción que por estos días vuelve a reeditarse en diferentes formatos. Cuatro años antes de la salida del álbum, el guitarrista ya había debutado con Talk Is Cheap y esto de ir a su bola le gustó. Sus compañeros de aventura sumaron también en el resultado: la cantante Sarah Dash y los coristas Bernard Fowler y Babi Floyd, el baterista Steve Jordan, el guitarrista Waddy Wachtel, el bajista Charley Drayton y el tecladista Ivan Neville.
Los caminos de Richards solista y de los Stones nunca dejan de cruzarse. Fowler, por ejemplo, es corista de la banda piloteada por Mick Jagger desde 1988 y Steve Jordan fue el baterista elegido para reemplazar al fallecido Charlie Watts en la gira del año pasado por Estados Unidos denominada No Filter Tour. Sumado a que Richards es amigo de Mick desde que eran niños y de que su visita a la Argentina en el 92 fue el puntapié para que los RS desembarcaran tres años más tarde… Vaya que son una gran familia.
Main Offender fue la excusa con la que Richards debutó en estas tierras. Antes de llegar a Buenos Aires, el músico accedió a charlar con Juan Alberto Badía. El conductor beatlemaníaco y súper melómano lo abordó desde un lugar ameno y relajado. Keith se dejó llevar y la entrevista se vio por Telefe en octubre de 1992, un mes antes de que el guitarrista se presentara en vivo en el José Amalfitani, el estadio de Vélez. “Para mí es un placer tocar para gente para la que nunca toqué anteriormente”, decía el Stone con tono humilde, inconsciente de que había 50 mil fans que en noviembre iban a ver el show de sus vidas.
Con el diario del lunes es fácil decir que los shows que vinieron después, con los Stones, fueron el sueño completo de todas y todos los rollingas. Pero en ese momento, en el que los shows internacionales todavía no eran tan habituales, que llegara Keith Richards a la Argentina era un montón. El guitarrista sabía que el público argentino lo amaba porque era un stone. “Me gustan los desafíos. Es una oportunidad de tocar para la gente de aquí y si todo va bien es posible que traiga a los Stones conmigo la próxima vez”, le dijo a Badía. Y tres años más tarde estaban con la formación completa llenando River durante cinco noches para más de 300 mil personas.
Badía le preguntó si el nombre de este disco, Main Offender, tenía que ver con algo de ese momento o en realidad se refería a otras etapas de su vida. “Retrocede en el tiempo, pero creo que el título es apropiado”, respondió el músico y dijo que esperaba que este disco le pudiera abrir muchas puertas. “Descubrí que trabajar solo abre muchas posibilidades a través de mi música y me mantiene interesado. Eventualmente los Stones se volvieron muy grandes para ser una buena banda. Si solamente tocabas con los Stones, trabajabas todo el tiempo y luego tenías que parar, y eso es malo para un grupo”, se sinceró Keef frente al conductor argentino.
Main Offender significó para Richards esa bocanada de aire fresco que estaba buscando y no encontraba con sus viejos compañeros. Una nueva manera de ver la música y de mantenerse activo. “Esta banda y este trabajo me permiten estar en movimiento continuo en lugar de tener que esperar dos años para volver a tocar, y eso es importante para un músico”, expresó sincero. Badía, que empezó tratándolo de usted y terminó charlando como un íntimo, le preguntó si tocar seguía siendo una necesidad para él. Keef no se anduvo con rodeos: “Es una necesidad desesperada”.
Joe Cocker y Ratones Paranoicos fueron los teloneros del debut de Keith Richards en Argentina y esa noche del 7 de noviembre se llegó a rodar el videoclip de “Eileen”, uno de los temas del nuevo álbum. Cocker venía por segunda vez y los Ratones jugaban de local, sabiéndose la banda argentina más stone que hubo y habrá jamás. “Las imágenes de ‘Eileen´ son casi las de un show nuestro. Keith vio 40 lucas (personas) en Vélez, él solo, y dijo: ‘Estos no me vinieron a ver a mí, hagan algo’. Él no quería salir a tocar y entonces viene uno de Rock & Pop y me dice: `Se me ocurrió una idea, después de que toquen ustedes, darle un espacio de 20 minutos a Joe Cocker para que Keith baje los decibeles y se dé cuenta´”, le contó Juanse a Andrés Ciro Martinez en un vivo para redes sociales (imperdible) en julio de 2020 que quedó registrado en YouTube.
Es probable que Keith no haya visto más allá de los reflectores esa noche primaveral de 1992, pero se llevó la premisa de que tenía que volver. Al menos por el pibe de la bandera blanca que con aerosol negro había escrito en un inglés polémico pero sentido: “Now I can dead happy because I´ve seen to Keith”.
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