Para (casi) toda madre, no hay nada más importante que sus propios hijos. Así también lo siente Christina Aguilera, quien por los suyos -Max Liron Bratman (de 14 años) y Summer Rain Rutler (7)- decidió retomar una faceta en su carrera para volver a tomar impulso: cantar en español. Pero esta vez, nada de traducciones.
Rebobinemos hasta el 1999. Entre la hegemonía total de las divas pop que rotaban por la pantalla de MTV (Britney Spears, Pink, Jennifer López, las Destiny’s Child...), una Christina lozana y platinada se recortaba por la capacidad vocal que le imprimió a los hits de su homónimo álbum debut. El éxito fue tal que su compañía decidió ampliarlo hacia la comunidad hispanoparlante -en congruencia con el origen genético de Aguilera- y al año siguiente se cargó un subtitulado literal en el idioma de Cervantes, titulado Mi reflejo. Pese a su entonación algo lánguida, frases como “ven conmigo, ven conmigo, ven, ven” o “si me quieres junto a ti, frota bien y ya verás, como un genio liberado haré tus sueños realidad” dejaron huella en la juventud latina de la época.
Ahora, Aguilera vuelve a esa senda con La Fuerza, primer ep de una serie de tres, en los que se propuso volver a su lengua “padre” (es hija del ecuatoriano Fausto Xavier Aguilera y la estadounidense Shelly Loraine, quienes se separaron después de varios episodios de violencia), buceando en sus propias raíces musicales, el pop y el r&b, para agregarle algunos elementos de este lado del mundo: algo de reggaetón, un poco de ranchera, una dosis de guaracha y cumbia, acompañada por colegas ídem, como Nicki Nicole, Nathy Peluso, Becky G y Ozuna. “Pasó mucho tiempo, pero estuve queriendo hacer una continuación de Mi reflejo, que fue hace más de 20 años, cuando era una ‘baby Christina’ y acababa de entrar en la escena, siendo tan fresca, inmadura, inexperta...”, le cuenta Christina a Teleshow.
Desde su hogar en Los Ángeles, evita el look “entrecasa” y luce como una estrella lista salir para comerse el escenario: un delineado perfecto sobre un rostro maquillado de manera tal en que toda la iluminación le llegue de una manera pareja, junto con un collar de cruces plateadas que coronan su irregular saco escotado. Dice que es “una bendición” editar este proyecto con “mi perspectiva de ahora: siendo una mujer adulta, con una carrera y experiencia en este negocio a lo largo del tiempo. Y además, fui madre. Esa es la gran razón para que ahora, más que nunca, me resulte increíble compartir esta experiencia con mis hijos y mostrarles a ellos una parte de quiénes son. ‘Aguilera’ es una parte muy importante de lo que soy yo: mi padre es de Ecuador, pasé buena parte de mi infancia, creciendo y escuchando el idioma. Así que siempre estoy volviendo a esa música, que es como yo”.
—¿Qué representa “La Fuerza”, el disco y la palabra, para vos?
—Tengo 20 años en este negocio... Bueno, en realidad más que eso: vengo trabajando desde que tengo 7, de alguna manera u otra, en esta industria. Y así, fui cerrando un círculo con esto. Ahora soy capaz de detentar toda mi fuerza y mi poder, más que nunca. Pero también, creo que una gran parte de esa fuerza es entender qué es lo que te hace vulnerable, lo que sentís que podría ser una debilidad y también mirarte a vos misma y reconocer quién sos para que puedas ser tu mejor y más poderosa versión. Como mujer, pienso que constantemente somos cuidadoras, dadoras, criadoras y representamos la columna vertebral de nuestras familias. Y a veces está bueno simplemente hacer algo por una misma, celebrarse a una misma y también a las otras mujeres fuertes y poderosas que te rodean. Por eso la canción “Pa mis muchachas” fue tan importante para comenzar todo esto, abrazando a estas otras mujeres latinas fuertes que son tan intrépidas y que representan algo cada una a su manera. Después de todo por lo que he pasado y todo lo que quiero representar, creo que lo más importante es la fuerza y mostrarles a tus hijos que hay que ser intrépido frente a lo que es importante para uno y para quién uno es.
—En perspectiva, ¿cómo ves hoy al disco El Reflejo y en qué lo distinguís de La Fuerza?
—El disco Mi Reflejo fue una mera traducción: era mi álbum debut puesto dentro de un disco en español. Pero para este trabajo (y el resto de la música que va a venir, porque esto va a ser editado en tres capítulos, siendo el primero La Fuerza) no hubo traducciones. Fue una composición orgánica, desde cero. Fui a Miami a pasar tiempo en el estudio con los compositores, los músicos, los productores (entre los que se encuentran los argentinos Federico Vindver, Rafa Arcaute y Afo Verde). Ahí nos conocimos y les expliqué el tipo de historias que quería contar, las cosas que me parecían importantes de incluir, las diferentes sensaciones, texturas y el tipo de música que siempre amé. Y realmente creamos un hermoso cuento con este disco. Me pone muy contenta haber profundizado en mi propia historia, incluso haciendo referencia a algunas cosas personales sobre mi relación tormentosa con mi padre. Esto lo van a escuchar en los próximos discos, no en La Fuerza: la decisión de hacerlo en capítulos la tomé porque creo que los fanáticos merecen digerir esta música, pieza por pieza, y seguir sorprendiéndose durante el resto de este año.
—Ya que decís que esta vez no se trató de una traducción literal, ¿cómo trabajaron en las letras?
—Crecí escuchando el idioma y la música en español, pero cuando mis padres se divorciaron, dejé de escucharlo. Por lo tanto, fue un desafío. Al estar rodeada de tanta gente hispana en este disco, cuando los empecé a escuchar hablar, mi cerebro hizo click y me llevó a mi infancia. Lo sentí, de alguna manera, como volver a casa. Fue un gran trabajo en equipo con personas que me ayudaron a sumergirme en una especie de traducción mucho más profunda, porque tengo demasiado respeto por el idioma y no termino de entenderlo del todo. Fue como una gran conversación, un ida y vuelta sobre las cosas que quería contar. El español es un idioma tan hermoso que ni siquiera puede traducirse directamente al inglés, no le haces justicia. El español es tan hermoso, tan intrincado, tan poético.
—La canción “Pa mis muchachas”, con Nicki Nicole, Nathy Peluso y Becky G, es muy especial. ¿Qué me podés contar de ellas?
—Fue un sueño para mí estar con ellas, cada una representa algo diferente. Nicki entró en esta grabación como una pequeña usina de energía. Me recordó mucho a cuando yo comencé en esto. Ella es una especie de esponja que absorbe todo y se adueña de todo lo que hace, con mucha confianza por ser tan joven y ahí está: entrando en el negocio por su cuenta y como artista, lo cual es hermoso de ver. Nathy la rompe arriba del escenario y es muy impresionante. Es muy inspirador ver la manera en que encarna la música. Y Becky G es una profesional con un espíritu tan hermoso, es una chica muy inteligente. Me encantó hablar con ellas, cenamos juntas después de tocar en los Latin Grammy. Y en todo el tiempo que compartimos en los ensayos nos la pasamos riéndonos. Tanto, que al final dije: “¿Cuándo vamos a hacer nuestra banda de chicas?” (Se ríe). Porque fue muy divertido simplemente estando cerca, con esa energía femenina fuerte y no tomándonos tan en serio a nosotras. La onda era decirnos: “¿Qué necesitas? ¿Que necesitas?”. Era un sistema de apoyo, es muy importante que las mujeres se junten así, especialmente en este negocio y es hermoso ver que sucede ahora más que nunca.
—¿Qué le diría esta Christina de hoy a la de Mi Reflejo?
— “Va a estar todo bien” (se ríe). “Tranquila, disfrutá de cada momento”. Creo que en ese momento de Mi Reflejo todo estaba pasando a gran velocidad. Cuando sos tan joven y estás entrando en la escena, tenés a todo el mundo presionándote en todas las direcciones posibles: no tenés tiempo para pensar con claridad, no tenés tiempo para hacer las cosas por vos mismo... Ni siquiera te conoces a vos mismo. Entonces, digo que para cualquiera es muy importante bajar la velocidad, tomarse un momento, una pausa. Y más que nunca ahora, que el tema de la salud mental se está abordando de otra manera. Es importante tomarse un tiempo para ponerse en contacto con uno mismo y también para comunicarse con otras personas que están sintiendo lo mismo que vos. A mí el yoga me ayudó mucho a respirar, a sentir mi cuerpo y también a disfrutar del momento. Eso es lo más importante, porque la vida es muy corta. Y por eso mismo, ya sabés: hacé lo que amás y hacelo por vos. Y por nadie más.
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