“Este año tenía la oportunidad de quedarme en Buenos Aires. Allá tengo mi casa armada. Venir acá implicaba una mudanza. Pero apostamos, me la jugué y nos vinimos. Cambiamos de aire, nos renovamos”.
Adabel Guerrero habla desde Villa Carlos Paz, a donde viajó para instalarse durante toda la temporada de verano para ser parte de SEX, la obra de José María Muscari que ella integraba el elenco de Buenos Aires. Sin embargo, cuando el director le propuso viajar, habló con su pareja, Martín Lamela, y decidió aceptar. Así, llegó a Córdoba junto a su hija Lola, que en abril cumple cuatro años.
Y como bien dice en la entrevista exclusiva con Teleshow, la bailarina podría haber seguido con las funciones en Buenos Aires pero decidió salir de su zona de confort y apostar una vez más a la temporada teatral de verano: hizo las valijas y organizó una mudanza. Allí estará hasta marzo. Para ello, en una primera instancia la acompañó Claudia Escobar, la ex esposa de Lamela y quien la ayuda a cuidar a Lola. Por ese entonces, el empresario debía cumplir con compromisos laborales y no había podido viajar antes. Luego, acomodó su agenda y logró instalarse con su mujer y su hija.
“Venir a Córdoba también es disfrutar con la familia en otro lado. Entró todo en la balanza”, cuenta la actriz y agrega que estando allí, incluso comparte más actividades con Lamela, y también con sus hijos, quienes viajan a visitarlos.
“¿Cómo vivo la temporada? Al principio parecía que iba a costar porque hubo mala publicidad con respecto a la situación sanitaria de Córdoba. Y eso nos jugó en contra. Digo mala publicidad porque parecía que era con saña cuando se decía que era el punto más peligroso. Pero por suerte ya pasó, está pasando, y la gente está perdiendo el miedo: empieza a venir al teatro y estamos repuntando”, analiza sobre la obra que se lleva a cabo de martes a domingos a las 21.45 en el Teatro Melos. Por caso, el éxito es tal que debieron agregar una función más los jueves, viernes y sábados.
Luego de haber tenido un lapso de desilusión, Adabel recuperó la expectativa con la que había viajado a Villa Carlos Paz. “Le estamos poniendo mucha onda”, agrega quien tiene contrato para quedarse allí hasta el 6 de marzo y luego retomará su lugar en la obra de Buenos Aires, siempre de la mano de José María Muscari.
Acostumbrada a nunca dejar de trabajar, la bailarina entiende las reglas del juego y sabe a lo que se expone cuando habla de su vida privada. Por caso, en las últimas semanas un comentario hizo que se desataran versiones de crisis con su marido tras una supuesta escena de celos por su compañero de elenco Lucas Velasco. Sin embargo, para ella se trató de una simple humorada. “Fue una cosa chistosa. No pasó nada de lo que dijeron. Hicieron una bola de nada”, explica y aclara que no afrontó ninguna pelea con quien está en pareja desde hace 13 años.
“Yo también me lo tomé en broma. Fue un chiste que se malinterpretó”, agrega que ni siquiera tuvo necesidad de hablar con Lamela por su performance sobre el escenario: “Yo jamás le comento nada. Él viene al teatro y ve lo que hago. Y nunca me hizo una escena de celos”.
Lejos de cualquier posible crisis, y hasta con Lamela en su casa mientras realiza la entrevista, Adabel disfruta de la temporada teatral así como también de los distintos planes en familia. En tanto, lo que más le gusta es ver la sonrisa de su hija durante sus días en Córdoba. “Conoció el río. Ella está feliz, le encanta, la pasa bien. Sale todas las noches con el padre: van a pasear por la peatonal, a los jueguitos, a la feria, a ver otras obras de teatro”.
Lola se duerme cada noche en los brazos del padre mientras Adabel está trabajando. Cuando termina la función, van a comer en familia. Y otras veces, se suman a las largas mesas con sus compañeros de elenco, incluso con otros actores. Una más de las ventajas que destaca la bailarina sobre la temporada en Villa Carlos Paz: es que durante el año pierde el contacto con otros artistas, por los distintos compromisos de cada uno, y en esos tres meses retoma el vínculo y refuerza otros ya existentes. Por caso, se volvió muy amiga de Diego Ramos, quien suele visitarla en la casa que está alquilando allí. “Eso te permite conocerte más íntimamente con tus colegas. Trabajamos casi dos años juntos, entablamos una linda amistad, pero acá nos reencontramos más todavía”, concluye quien también se ocupa de mantener activas sus redes sociales (su Instagram es @adabelguerrero) para realizar acciones comerciales y mantener una relación fluida con su millón de seguidores.
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