Este sábado, la periodista María Julia Oliván se disponía a pasar unos días de vacaciones. En compañía de su pareja Ariel Straccia y su hijo Antonio, se presentó en Aeroparque para tomar un vuelo con destino a Punta del Este. Sin embargo, lo que se presentaba como una experiencia placentera y llena de expectativas, terminó siendo un verdadero calvario que Oliván detalló enérgicamente con una serie de publicaciones en su cuenta de Instagram.
La periodista contó el problema que se inició cuando se dirigía a los mostradores de Aerolíneas Argentinas y el personal no le dio prioridad de paso a su hijo Antonio, que tiene autismo. “Soy una persona educada y espero que me digan que tengo prioridad, aparte lo conté en trescientos millones de canales”, comenzó María Julia, visiblemente ofuscada y haciendo referencia a la visibilidad que había adquirido su situación.
Luego se acercó a una persona que le indicó que había una lista de prioridades. “Por supuesto, estaba última y eso está muy bien”, reconoció. Para hacer la situación aún más fastidiosa, la directora de Border Periodismo detalló que se había cortado tres veces la luz, en un día de temperaturas récord en medio de la ola de calor. “Después, en Migraciones, dije otra vez que tenía un nene con autismo. Era como la quinta vez que lo decía. Por supuesto se me escapó, lo corrí, lo tuve que meter en el baño de discapacitados para aguantar un rato”, continuó.
Recién allí, la periodista logró que la hicieran pasar por una fila más corta. “¿Nadie de Migraciones ni nadie de Aerolíneas sabe que a una persona con autismo, a una persona con una discapacidad, hay que darle prioridad?”, se preguntó la periodista. Pero todavía faltaba una fila más: “Estaba haciendo otra cola de 20 personas. Una persona que estaba atrás mío preguntó si yo no tenía prioridad. Y el de Migraciones dijo: ‘que les diga a los de adelante que tiene prioridad’”, agregó María Julia.
El diálogo con el personal de Migraciones continuó en malos términos. “Por supuesto me empezó a cagar a pedos, a decirme que no me tengo que poner nerviosa, que yo tenía que avisar. Como si fuera algo novedoso la ley de autismo, la ley de discapacidad. No podés ser tan forro. Pero este es un país lleno de forros”, afirmó, y continuó con su descargo: “Tanta pelotudez con el lenguaje inclusivo, con los cursos de mierda que hacen que gastan una fortuna. ¿En este país nadie sabe lo que hay que hacer con un chico con autismo? ¿Nadie sabe que a una mamá de un chico que se le escapa no es un maleducado, sino que es un chico que tiene un autismo y tiene un montón de estímulos y se pone nervioso? “, se preguntó cada vez más enfática.
Siempre en un tono enérgico, la periodista continuó con su argumentación: “La próxima me voy a poner un cartel porque es más humillante agarrar a tu pibe del piso 500 veces y decirle a los brutos de Migraciones y de Seguridad Aeroportuaria que tenés un nene con autismo, que ponerte un cartel con un certificado de discapacidad”, aseguró. “Encima te revictimizan porque lo tenés que decir 80 veces. Imagínense, para que yo me sienta mal, que me ch... todo un huevo y que tengo un montón de orgullo por mi hijo, lo que debe ser eso”, añadió, y apuntó contra las autoridades: “Hablan del lenguaje inclusivo, escuchan reggaeton, pero cuando hay que incluir realmente tenés que meter a tu nene en un baño porque si no se te escapa, porque nadie sabe una mierda”.
Finalmente, la conductora explicó que el objetivo de visibilizar su situación es que no se repita: “No somos unos forros porque nos vamos unos días a otro país y no tengo que estar mostrándome en las redes humillándome adelante de todos estos nabos que están acá en el aeropuerto porque tengo un nene con autismo. Porque yo, lo único que tengo por este nene es orgullo, no tengo lástima”, sentenció y volvió a repetir su indignación: “Pero tampoco la pelotudez: cualquier persona sabe lo que tiene que hacer con un chico con autismo”.
Afortunadamente, María Julia y su familia lograron tomar el vuelo y empezar su merecido descanso. Y desde allí publicó su tranquilidad y el agradecimiento a sus seguidores por los mensajes solidarios que había recibido. Y con una foto de su hijo en una piscina, compartió una última reflexión sobre lo sucedido: “Cuando salté mal porque la policía aeroportuaria no me ayudó y atinó a darme consejos de psicólogo, Antonio me tiró del brazo y me dijo ‘un abrazo, mamá'. Eso. Fin de la cuestión”, cerró.
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