Stefi Roitman dio el sí con Ricky Montaner ante más de doscientos invitados que se acercaron a la estancia ubicada en Exaltación de la Cruz para celebrar su unión. Una de las fotos más esperadas, como en toda boda, fue la del vestido de la novia, o mejor dicho en este caso “los vestidos”, ya que la actriz realizó tres cambios de look, uno para cada momento de la fiesta.
El primero fue una creación de la marca Guevara Ocampo (Justo Guevara y Belén Ocampo) y lo usó para la ceremonia que fue alrededor de las 18.30: vestido de micado con una falda armada con gran cola, corte en la cintura y strapless con mangas que caían por debajo de los hombros, acompañado por un velo de tul con puntilla de encaje.
Aunque el ya mencionado fue el elegido para el momento más importante de la noche, fue el segundo look el que más llamó la atención. Atípico, canchero y sin dudas cómodo, el cambio de la ex Simona, poco tenía que ver con lo que suelen elegir las novias en una boda tradicional.
Diseñado por Rocio Rivero, el segundo modelo que usó la rubia era ideal para el momento del baile, según se pudo ver en las fotos que compartió la cuenta de Instagram Chusmeteando. Se trató de un corsette strapless, también con corte en la cintura, pero con minifalda media campana y de tul transparente para usar con un culotte debajo. En la parte superior el vestido tenía detalles de dibujos de plumas en plateado. Pero para estar aún más cómoda, Roitman cambió los tacos y sandalias por zapatillas blancas de plataforma, que tenían bordadas las iniciales de la pareja.
Así, la novia pudo bailar, saltar y disfrutar de la fiesta que hizo para más de 200 personas, sin la preocupación de si pisará o no el vestido, si le dolerán los pies por los zapatos y demás cosas que pueden incomodar a las mujeres.
Por último, la flamante esposa de Ricky Montaner usó un tercer vestido, esta vez del también diseñador argentino Jorge Rey. Blanco igual que los anteriores, largo, acampanado, con un amplio escote en “V” y con flores bordadas desde los hombros hasta por debajo de la cintura.
Al casamiento, al que asistieron más de 200 personas, se realizó en Exaltación de la Cruz, a unos 82 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Para cuidar a los novios, a los asistentes y a quienes trabajaron en la gran fiesta, todos debieron hisoparse antes de entrar al predio, incluso seis personas dieron positivo y no pudieron entrar.
Una de las invitadas a la boda, contó a este sitio cómo fue el proceso para entrar a la fiesta: “Entrábamos y desde el auto te hisopaban. En mi vida me hisoparon como en el casamiento. Yo venía del exterior y no les importó ese PCR que tenía. Después con el auto, con el auto esperabas y se acercaban a la ventanilla y te decían ‘positivo’ o ‘negativo’. Negativo, te quedabas y entrabas, positivo te tenías que ir. Cuando yo llegué, después de las 16.00, dos personas habían dado positivo, después fueron seis”.
“Era súper seguro”, destacó en todo momento la amiga de la novia, ya que nadie podía pasar al salón sin hisoparse ya que era condición inamovible sin importar parentesco ni si el invitado en cuestión tenía pase sanitario, PCR de hacía un par de horas o tres vacunas.
A pesar de que la medida fue indudablemente en pos de cuidar a todos los que allí estuvieron, desde novios e invitados hasta quienes trabajaron en el lugar, a algunas personas no les cayó tan bien y según contaron testigos, una señora en la puerta se enojó tras dar positivo e intentó volver a ingresar, pero no pudo.
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