Pamela David habló de espiritualidad con la alquimista energética Gabriela Gueiman: “Respiramos para sobrevivir y no para vivir”

Pensamientos negativos, respiración consciente, creencias en duda. Todo eso y mucho más en esta nueva edición del ciclo de entrevistas PamLive

PAMLIVE CON GABRIELA GUEIMAN

¿Por qué es tan importante no detenernos en el pasado? ¿Cómo hacemos para habitar el presente, para vivirlo y no estar pensando en el futuro? En esta entrevista, Pamela David charló con la alquimista energética Gabriela Gueiman sobre la guía esencial para vibrar alto, aprendiendo a respirar de manera consiente, controlando los pensamientos negativos y sanando a nuestro niño interior.

—¿Cómo empezamos el año que se viene?

—La verdad es que venimos de dos años que fueron muy fuertes a nivel energético y humano. Pienso que el año que viene será bisagra ya que mucha gente se está volcando a la espiritualidad.

—Siento y creo que tener conciencia nos hace ser parte de la realidad que estamos creando. Estamos conectados. No estamos automatizados, hay mas consciencia.

—Hay que partir desde la premisa de que todos los seres humanos somos energía. El primer año de la pandemia fue un flash porque no estábamos preparados, vivíamos sistematizados a una rutina. Lo comparo como un Gran Hermano. El primer mes estábamos todos haciendo ejercicio y decorando la casa, pero al mes y medio todos se estaban matando, ya no se soportaban. Comenzaron a salir emociones reprimidas. Al salir estas emociones, empezamos a conocernos. Bastan cinco minutos para saber cómo es una persona y toda una vida para conocerla. Y no nos conocemos. Esto que sucedió fue un comenzar a vivir, nos hizo ser conscientes. Lo que nosotros vivíamos, era una rutina.

—Actuábamos por inercia. Vivíamos automatizados porque estábamos cansados. Creo que hemos aprendido muchísimo. El 2020 fue un sacudón anímico con muchas pérdidas dolorosas, pero a la vez, estamos vivos. Somos finitos. Siempre tuvimos conciencia de que íbamos a morir, pero cuando llegue ese día, espero haber vivido con la mayor plenitud posible.

—¿Qué tan conscientes éramos de la conciencia que teníamos? Porque realmente no teníamos conciencia. Vivíamos con un velo. Al empezar a darnos cuenta, comenzamos a ver qué tan fuertes éramos, cuánto creíamos en nosotros y cuánta fe teníamos en el resto. Mucha gente se volcó a la espiritualidad.

—¿Y por qué la gente se volcó a la espiritualidad”

—Porque la gente se dio cuenta de muchas cosas. Mucha gente dejó de creer en Dios y confundió espiritualidad con otras creencias. Y yo no lo veo de esa manera.

—Justamente, le pueden poner el nombre que quieran a la religión que sea. Dios, energía. Eso está y es imposible negar.

—Es imposible de negar, pero mucha gente dejó de creer y empezó a buscar en la espiritualidad ese vacío que tenían por dentro. Buscaban respuesta a la pregunta: “¿Quién es Dios, por qué nos hace esto?”. Se volcaron a la espiritualidad para responder sus preguntas interiores. Pero no es así. Las respuestas están, pero para conocerlas, tenemos que aprender a conectarnos con nuestra propia energía, para que el velo se caiga y podamos ver más allá. Y empezó a jugar la ley de atracción.

—Yo creo que la gente que ingresa a la espiritualidad es porque tiene una mirada del vaso medio lleno. Porque uno se siente mejor, se siente bonito. Y cuando es un estilo de vida, no hay vuelta atrás. Día a día te sentís mejor. Lo que uno cree, lo termina creando.

—Si nosotros creamos lo que creemos, ¿en qué estamos creyendo? Porque al fin y al cabo cada uno vive la vida que quiere vivir. Cada uno escoge cómo quiere vivir. Y si uno mira hacia el negativismo, es lo que va a recibir. El espejo. Una manera de empezar a visualizar lo que querés ver es teniendo fe. El problema de los seres humanos es que buscamos afuera lo que realmente tenemos adentro: si no creemos en nosotros mismos, difícilmente podemos creer en el afuera. Yo debo creer para crearlo.

—Nos olvidamos muchas veces de nosotros mismos. ¿Qué tan importante es prestarnos atención?

—Es muy importante creer en nosotros mismos. Desde que ponemos el ojo en el otro, dejamos de creer. Lo primero que a mi me enseñaron fue que el problema de los demás, no es mi problema. Desde el momento en que le pongo conciencia a que el problema de los demás no es mío, empiezo a soltar la mochila de problemas adoptados.

—Y dejamos de cargar esos problemas que no son nuestros.

—Vos no podés solucionarle el problema a nadie. No podés interferir en el problema del otro, porque de esa manera no lo estás dejando ser. En el sobreproteger a nuestros hijos, no les estamos dando las alas para que puedan aprender a solucionar los problemas. Entonces, nos pre-ocupamos. Yo estoy tensa porque mi hijo se pelea en el colegio, ¿pero por qué se pelea? Puedo saber, pero no me puedo meterme o solucionarle los problemas.

—¿Existe una guía para vibrar alto?

—Sí, claro. El primer paso es aprender a respirar a conciencia. Lo primero que hacemos cuando nacemos es respirar, y lo ultimo también. Pero nadie nos enseñó. Entonces, respiramos para sobrevivir y no para vivir. Cuando respiras de manera consciente te sentís mas suelta y comenzás a tener una visualización mucho más amplia: tu energía cambia. Podés ver y proyectar. La vida es hoy y las emociones son hoy.

—No hay excusas para no hacerlo. ¿Qué le decimos a quienes no saben cómo hacerlo?

—“Pará y date cuenta, sentate”. Lo que tenés que hacer es parar y respirar a conciencia. No hay magia: todos sabemos respirar, lo hacemos instintivamente. Agarrás una vela, visualizás la vela y la llama, te desconectás del exterior y conectás con tu interior. Enfocando la atención en la respiración. Nada más.

—¿Cómo se puede hacer para creer en uno mismo?

—Con introspección. Tu mejor amigo sos vos, pero al mismo tiempo, tu peor enemigo es tu mente. Agarrá un lápiz y un papel, poné música e intenta llegar a tu emocionalidad. La primera pregunta que te tenés que hacer es: “¿Cómo me siento?”, sin ser hipócrita. Y anotás todo lo que sentís. Y después empezás a preguntarte por qué.

—Hacer consciente todo lo que sentís y no tenerlo adentro.

—La mayoría de la gente que dice que tiene problemas, no son problemas, son situaciones a las que les ponen mucha atención. Y nos preocupamos por cosas que no tienen sentido. La mitad de tu cabeza tiene pensamientos que no sirven. Siempre hay una proyección hacia el futuro.

—¿Qué se hace cunado aparecen los pensamientos negativos?

—Tenemos que reducar y reprogramar la mente. Hay algo muy importante: nosotros no somos la mente, nosotros observamos a la mente. Es inconsciente. SI vos haces consciente de que está llegando el pensamiento, pero le cambiás la emoción, transformás el pensamiento. La mente es cíclica, es vaga, está acostumbrada a repetir patrones. ¿Qué pasa si baja el pensamiento negativo y lo ataco con algo positivo? Dejo a la mente sin argumentos. Estoy reducando a mi mente de que no me lance pensamientos negativos. Vos le respondés al mensaje conscientemente. ¿Cómo te hacés consciente? Haciendo practicas de respiración.

—Si nuestra cabeza está ocupada de pensamientos negativos, los corremos con pensamientos positivos. Todos tenemos la posibilidad de hacerlo, tenemos las herramientas a nuestro alcance.

—Yo estuve ayudando a mucha gente durante la pandemia. Muchos me decían “no se puede” y yo les decía que sí. No digas “no”. Las palabras tienen poder y son energía. Lo que decís, se genera. Sí decís “quizás pueda”, la mente lo entiende como que no. Si decís que sí podés, cambia. Transformá el pensamiento limitante. Las afirmaciones son de mucha ayuda.

—No alcanza con repetir las afirmaciones positivas: las tengo que sentir.

—Para creer en las afirmaciones, tenés que estar consciente. Vos tenés que sentir la vibración que genera esa afirmación. Los pensamientos negativos no te llevan a nada. Hay dos días que no existen: el ayer y el mañana. Para todo esto tengo que creer en mí, tengo que creerme lo que estoy diciendo. La única realidad que tengo es el momento presente. Lo que pasó ayer no lo puedo modificar: por más malo que sea, es lo que te enseñó hoy. Buscá qué es lo que te hizo doler en el pasado para saber qué es lo que aprendiste, para no volver a repetirlo.

—¿Cuál es el límite para dejar de pensar en el pasado?

—Tengo que integrar el pasado. La tristeza y la muerte son parte de la vida, no pudo ocultarlas, tengo que integrarlas y vivirlas: si tengo que llorar hoy, lloro. Acepto y suelto. Si no lo hago, me queda un nudo. Los problemas emocionales que tenemos hoy no son de ayer, son un montón de situaciones que venimos acarreando desde nuestra infancia y que nunca los integramos, porque no éramos conscientes.

—Yo creo que los colegios deberían enseñar educación emocional. ¿Cómo podríamos darle herramientas a los más chicos?

—Yo tengo dos hijos adolescentes y hablo con ellos cada vez hay una emocionalidad. Mi hija acaba de cumplir 14 años y empezó hace un mes a tener crisis de ansiedad. En casa de herrero, cuchillo de palo. Muchos chicos, a raíz de la pandemia y esa soledad, solo se enfocaron en la tecnología. Por más que ellos hablen con sus amigos, necesitan socialización. Para la mente no hay edad ni tiempo: la emoción es la misma. La diferencia es que los adultos tenemos una conciencia que ellos no tienen. Entonces, como no saben cómo reaccionar, esto desemboca en ataques de pánico. En mi caso personal, hablo con mi hija y le digo que lo que está pensando no es real, lo está creando su mente. Lo que está sintiendo sí es real. Una mente que pasa todo el tiempo en TikTok o en distracciones es una mente que te lleva a la depresión o a la angustia. Entonces le generé horarios para respirar de manera consciente. Te ayuda a regular la ansiedad que genera tu cuerpo. La ansiedad no es una enfermedad, es parte de la vida: hay que manejarla, no dejarla que suba. Lo que yo le digo es que cuando ella sienta que va a perder el control, nos sentemos juntas a respirar. Hay que cambiar el enfoque. Nosotras cambiamos el TikTok por los libros.

—Si lo que estabas haciendo te hacía mal, hay que cambiarlo. Aplica para cualquier caso: cambiá lo que no te funciona.

—Hay que ponerle atención a lo que hacés. SI vos no te podés concentrar en algo, difícilmente puedas sacarle el foco a lo que te hace mal. Yo utilizo la lectura y está al alcance. Seguramente a tu hija le leías o le leés algún libro: la niña automáticamente crea en su mente lo que vos le estás leyendo. Esto también es meditar. Están respirando sin darse cuenta desde la paz, desde la creación. Imaginando un mundo mágico que les da paz.

—Y lo que imaginan, lo están sintiendo.

—Cuando me dicen que quieren aprender a meditar, yo les digo que lean un libro y, si logran concentrarse y leer una hoja, sin distraerse con el celular, les enseño.

—¿Hay algún curso que recomiendes para respirar?

En enero voy a comenzar a dictar un curso que dura un mes, en el cual voy a enseñar a respirar conscientemente. El curso se llama Volviendo a la esencia. Cuando uno se imagina que va a prender a meditar, se imagina un Buda o gente en la India, y no es así. Meditar es enfocarte en tu pensamiento, ir para adentro y ordenar el caos mental. Todos tenemos ruidos en la mente. La meditación sirve para conectar con tus pensamientos y darte cuenta. Yo no me estreso porque cuando suceden cosas, me doy cuenta de que no lo puedo controlar y no puedo cambiar a las personas. Lo que puedo hacer es cambiar yo, cambiar mis hábitos.

—¿Cómo hacemos para conectar con nuestra verdadera esencia?

—Mirar hacia adentro, mirar a la niña que está dentro. Muchos no lo hacen por el miedo al qué dirán. Y eso es un pensamiento limitante. Quizás la gente no te registra o tal vez sí. Tenés que volver a tus bases, a tus valores, esa esencia que te caracterizaba cuando eras niña. Conectate con tus momentos de felicidad. Cuando siento que las cosas van a salirse de control, voy y respiro, no importa dónde esté. Hay que enfocar la mente en la respiración. Hay una frase que me decía mi mamá: “Roma no se construyó en un solo día”. Uno no puede aprender a respirar un día y al otro día sentir que vuela. Es práctica y dedicación. Necesito una práctica constante.

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