1. Alberto Olmedo nació el 24 de agosto de 1933. Creció en el barrio Pichincha de Rosario, una zona marginal y llena de prostíbulos.
2. Fue criado por su mamá, Matilde Olmedo, de la que lleva el apellido porque su papá, José Matuone, los abandonó. Como la mujer debía salir a trabajar, Alberto pasaba mucho tiempo en la casa de su tía o de vecinos, como Salvador Lianza.
3. Vivió una infancia muy pobre. Creció en un conventillo, compartía una pieza con su mamá y dos hermanos más chicos. “Pobreza, cocina al fondo. Un baño para seis piezas. Mucho frío y, a veces, ropa prestada”.
4. Se cuenta que en la parroquia Inmaculada Concepción, Olmedo tomó su Primera Comunión varias veces. “Hasta que el trajecito el quedó chico”, según narró Osvaldo Martínez. Y explicó: “A los que tomaban la comunión, la iglesia les daba chocolate con facturas, y entonces él volvía y volvía a tomar la comunión”.
5. Para ayudar a la economía familiar, a los siete años salió a trabajar. Fue repartidor en una carnicería y verdulería.
6. A las cuatro de la mañana se subía a un carro a caballo para recorrer los tres kilómetros hasta el Mercado Central. Volvía “durmiendo a pata suelta entre las plantas de lechuga o comiéndome una bananita”.
7. A los ocho años cambió de trabajo: repartidor en una panadería. A los nueve, en una farmacia. Para él, fue la gloria. “Un trabajo más limpio, más ordenado y mejor pago”, contaba en la revista Gente.
8. “Yo a los siete años ya era un hombre. Y a los 12 andaba en lugares pesados. El hambre me dio la agilidad para sobrevivir en la calle”, le confesó a Alfredo Serra, uno de los pocos periodistas que logró que hablara de su infancia.
9. En el cruce de las calles Génova y Cordiviola, de Rosario, hay una placa que lo recuerda. Olmedo decía que era de Rosario y de Central, y en 1995 esa esquina empezó a llevar su nombre, ganado por ser un “canalla ilustre”.
10. Con su amigo Osvaldo solían subir al tapial de una antigua cervecería y cuando llegaban los trenes cargados de sandías agarraban una cada uno, se comían el corazón, y del resto elegían los pedazos más grandes y los ponían boca abajo para patinar en las vías.
11. A los 14 años, y mientras vendía agujas por la calle, entró en el teatro Comedia de Rosario. Pidió trabajo. Lo contrataron para vender entradas, limpiar los baños, reemplazar a algún actor enfermo y como aplaudidor.
12. A los 15 años formó parte de un grupo de gimnasia plástica acrobática en el Club Atlético Newell’s Old Boys. Además bailaba en el Centro Asturiano y lanzaba cuchillos en un circo.
13. Con la Troupe Juvenil Asturiana, su primer trabajo fue un baile “apache” en el que salía vestido de mujer, en pareja con su amigo Antonio Ruiz Viñas.
14. En Newell’s conoció a Chiquito Reyes. Ya famoso, Olmedo tomaría su nombre para crear un marido inocentón que no sospechaba de las infidelidades de su mujer. El personaje era la antítesis de su amigo. El verdadero Chiquito Reyes contó que cuando vio que usaba su nombre para un personaje, lo llamó y le preguntó enojado: “¿Qué hiciste? Ese tipo es un gil”. Olmedo le contestó riendo: “No te quería dejar afuera”.
15. A los 21 años decidió probar suerte en Buenos Aires. Un amigo, Francisco Guerrero, era director de cámaras en Canal 7, donde Olmedo deseaba trabajar.
16. No consiguió un puesto en el canal y, agotados los ahorros, trabajó de peón en una fábrica de carteras. Al tiempo lo convocan de Canal 7. Empezó tirando cables y haciendo la limpieza.
17. El 31 de diciembre de 1954 lo invitaron a una comida con todos sus compañeros del canal para despedir el año. Era en un restaurante sobre Paseo Colón. Asistieron 800 personas, entre ellos todos los directores. La cena transcurría aburrida y formal, hasta que Olmedo se subió a una mesa y comenzó a imitar a personajes del canal. Chistes, morisquetas; cuando terminó, lo ovacionaron. Al otro día le pidieron que formara parte del elenco de La troupe en TV.
18. Los compañeros lo incentivaban a que dejara de trabajar como técnico y se pasara delante de las cámaras, pero no se animaba. Por tres años trabajó en tres programas al aire y después, detrás de cámara.
19. Uno de sus personajes era Joe Bazooka, una imitación criolla de Popeye. Cuando comía un chicle se le fortalecía un dedo índice y con ese poder combatía a los malos.
20. En 1960 Manuel Alba, gerente de Canal 9, le ofreció un personaje: Piluso. Como no le gustó el nombre pidió que le agreguen el grado de Capitán. Convocó a Humberto Ortiz, su gran amigo, para que lo secundara como Coquito y además le escribiera los libretos.
21. El programa se transformó en un clásico que atravesó la infancia de todos los que fueron niños en la década del 60. Piluso encarnaba un antihéroe que vivía mil aventuras y siempre terminaba con un: “No hay más remedio. Tenés que tomar la leche”.
22. Durante la dictadura, a Piluso lo despojaron del título de capitán. Mientras miles de argentinos desaparecían, al personaje le prohibieron salir con la gomera “porque incitaba a la violencia”. Al tiempo que el marino Alfredo Astiz mataba por la espalda a Dagmar Hagelin, una adolescente de 17 años, a Coquito le ordenaban no lucir más el traje de marinero porque “insulta a la Armada”.
23. Como Piluso, Olmedo protagonizó uno de los primeros hechos masivos de la televisión argentina: la pelea con Karadagián, llamada El Desafío del Siglo. Olmedo llegó en helicóptero, caracterizado como su personaje, ante una multitud de 3000 personas que quedaron afuera del Luna Park.
24. El 4 de mayo de 1976 comenzaba una nueva emisión de su programa El chupete, pero un locutor en off anunció su “desaparición física”. Al rato, Olmedo apareció en cámara y pregunta: “¿Se lo creyeron?”. El programa fue levantado.
25. Trabajó en 44 películas. En muchas hizo dupla con Jorge Porcel, y fue acompañado por Susana Giménez y Moria Casán.
26. La primera película en la que participó, Gingalet, fue casi ignorada por el público. En Atracción peculiar, la última (estrenada días antes de su muerte), se vendieron 980 mil entradas.
27. En 1986, con la obra El Negro no puede, hizo estallar las boleterías y batió un récord histórico de asistencia de público. Vendió 130 mil entradas.
28. Fito Páez contó el impacto qué experimentó al conocerlo: “Subimos al camarín y allí estaba con su botellita de vino […] Me impacto su ascetismo: ‘¿Cómo te va?’. Muy respetuoso. Bajamos, nos sentamos, se abre el telón y baja un loco. Era otra persona, 5 minutos antes había estado con un hombre que podría haber sido el segundo del Papa Francisco. Y este era Charly (García)”.
29. La inolvidable Beatriz Salomón en una entrevista lo recordó, y marcó las diferencias entre su modo de trabajar y la televisión actual al asegurar: “A él le encantaban las mujeres pero no era un acosador, hoy por hoy no llegás a la fama sino te encamás con alguien, yo no tuve necesidad de hacer eso. Si vos no te acostabas con él, no pasaba nada. Las chicas hacían fila para salir con él”.
30. Salomón contaba que Olmedo era muy afectuoso con ella: lo definía como “un padrazo”. Si la veía mal solía preguntarle qué le pasaba, si se había peleado con alguien o si quería ganar más. Cuando Beatriz se enteró de su muerte, lloró durante tres meses.
31. Adriana Brodsky reveló en alguna oportunidad: “Cuando me dicen su nombre lo primero que me viene a la mente es un abrazo, porque él era muy afectuoso y se daba cuenta muy rápidamente cómo te sentías por más que quisieras disimular, tenía ese don de gente y humildad, era un compañero más”. Y agregó: “El Negro no quería saber qué ropa iba a usar en los sketches, tampoco yo sabía qué me iba a decir cuando me viera. Jamás conocí a una persona que me respetara tanto en el escenario. El no hacía humor abusándose de la mujer”.
32. Silvia Perez relató: “Era una persona muy humilde, honesta, introvertida… Todo lo demás es lo que sabe todo el mundo. Sabía de sobra quién era artísticamente y su generosidad era algo inusual: ayudaba y protegía a todos los que necesitaban. Creo que en el fondo, era un poco el reflejo de él mismo, de un costado suyo que necesitaba amor y tenía que ver con su mirada melancólica, por momentos, pese a toda esa vorágine de éxito y alegría. Cuando se apagaba la cámara era introvertido y le costaba expresar sus sentimientos con palabras, lo hacía con gestos o regalos. Nunca olvido una cámara de fotos que él le regaló a mi hija”.
33. Los que trabajaban con él jamás lo escucharon decir ni una mala palabra.
34. La noche previa a su primer viaje a Europa fue a cenar con Gerardo Sofovich, uno de sus grandes amigos. El productor le comenzó a dibujar mapas de Roma, París y Madrid, pero Olmedo lo detuvo y le pidió: “Mejor enseñame cómo se dice vino, vaso y hielo en francés e italiano. Lo demás, ya lo sé”.
35. Con la memoria intacta de quien no tuvo un peso en el bolsillo, pagaba siempre todas las comidas: jamás dejaba que otro pagara la cuenta. Si en el lugar no le querían cobrar, calculaba cuánto había gastado y dejaba esa suma en propinas para los mozos.
36. Aunque se le atribuyeron decenas de romances, públicamente se le conocieron tres parejas. Recién llegado a Buenos Aires, en Canal 7 se enamoró de Judith Jaroslavsky; luego de dos años de novios se casaron en 1958. Eran épocas de vacas flacas: los compañeros le pagaron la luna de miel en Uruguay y su primer domicilio fue un cuarto en una pensión de Azcuénaga y French. Fueron papás de Fernando (que murió en el accidente del cantante Rodrigo Bueno), Marcelo y Mariano.
37. Su segundo matrimonio fue con Tita Russ, una hermosa vedete. Se casaron vía México y fueron padres de Javier y Sabrina.
38. Su última pareja fue Nancy Herrera, madre de su hijo Alberto, al que Olmedo no llegó a conocer.
39. Rogelio Roldán fue uno de sus personajes más celebrados, un humilde empleado maltratado por su jefe y que además escapaba de los avances de la mujer de un millonario, encarnada por Susana Romero. Olmedo bautizó al personaje con el nombre de uno de sus grandes amigos, Rogelio Roldán, que era dueño de una empresa de pompas fúnebres y lo opuesto a su personaje ya que era un hombre locuaz, extrovertido, sociable y muy buen anfitrión. Olmedo solía bromear con un jingle: “Funeraria Roldán, donde los muertos contentos van”.
40. Lo que pocos saben es que en 1986 Roldán tuvo un accidente automovilístico muy serio. Olmedo se quedó ocho horas esperando con la familia en la puerta del Hospital Italiano noticias de su amigo.
41. Rogelio, con serias fracturas, soportó cien días postrado en una cama en su domicilio. “Estaba bastante bajoneado y recibió un llamado de Alberto, que le dijo: ‘Lalo, no dejés de ver esta noche el programa’. Y esa noche apareció el personaje de Rogelio Roldán. Lo hizo para levantarle el ánimo. A papá le gustó, le causó gracia. No le molestó jamás. ¡Cómo le iba a molestar si era un homenaje que le hacía su amigo!”, contó Mercedes Roldán, en una entrevista en el diario La Capital.
42. Era tanta la amistad con los Roldán que Olmedo solía pasar Navidad y Año Nuevo con ellos. “Hacíamos las compras juntos e íbamos a todos lados según lo que se le antojara comer. El sabía dónde comprar tal cosa y dónde otra. Ensalada rusa, pollos… A veces era tanto lo que se compraba que al otro día había que repartirlo en el hospital o en algún lado. El decía que había sido pobre y no quería que faltara nada”.
43. Mucha gente todavía recuerda frases que inmortalizó a través de sus personajes: “No toca botón”, expresada por su personaje de Rucucu, un mago ucraniano que pedía a la gente que no cambiara de canal en los cortes. “¡De acá!”, clásica expresión final del dictador de Costa Pobre. “Eramos tan pobres”, frase del empleado que luchaba por el puesto de subgerente y hacía cualquier cosa para que su jefe, interpretado por Javier Portales, lo ascendiera. “Adianchi, Adianchi”: así les decía el Manosanta a sus ingenuos clientes para que entraran al exótico consultorio. “Y... si no me tienen fe”, otra frase que dejó el Manosanta, que llegó a tener una película propia: El Manosanta está cargado, de 1987.
44. “¿Qué quiero que quede de mí? Una estatua a mis manos en la calle Corrientes, para que la miren y digan: ‘Chau Negro’. Nada más”.
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