Fito Páez, íntimo: “No importa quién te mire, lo importante es que seas feliz”

El rosarino presenta “Los Años Salvajes”, disco signado por la pandemia y su biografía. La relación con sus hijos, con sus musas y con su obra. “Todo lo que he escrito lo hice con el mismo amor, la misma pasión”, dice en esta entrevista

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Fito Páez habla de "Los Años Salvajes", su nuevo disco

Fito Páez llega al estudio de grabación El Mejor para conversar con Teleshow. Saluda con un puño y, antes que cualquier otra cosa, va a lo importante: recorre cada espacio de este lugar en el que nunca antes había estado. Se maravilla con los equipos, entra a la cabina de batería, cierra la puerta y prueba su acústica, vocalizando y aplaudiendo. Está en uno de sus hábitats. “¡Qué bien suena!”, aprueba y se ubica en su silla. Y abre el juego con una broma: “Yo no sé nada, solo soy un charlatán”.

Es una de las figuras centrales del rock argentino, pero anda liviano, como si sus canciones no estuvieran desde hace años en nuestro walkman o en la playlist de nuestra vida. Paciente, accesible, didáctico, risueño: al igual que en muchos de sus temas, en sus respuestas se filtra su manera de ver el mundo. “A escuchar los discos”, ordena a quien esté dispuesto a prestarle atención.

Acaba de lanzar Los Años Salvajes, su nuevo trabajo, el primero de una trilogía que se completará con Futurología Arlt (instrumental, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional Checa) y The Golden Light (solo con su piano), que verán la luz en 2022. “Este es un álbum urgente o de coyuntura, claramente”, define sobre esta colección de canciones rockeras y sanguíneas, entre las que hay crónicas pandémicas, vistazos al retrovisor, pequeñas delicias de la vida conyugal, alguna luz al final del tunel, tango y sexo, sexo y amor. Humor, dientes apretados, paranoias, melancolías. Y Elvis Costello y Fabiana Cantilo como invitados.

“Me lo dictó la época -insiste Fito-. Casi como si no lo hubiera hecho yo. Y me gusta, me gusta porque lo urgente tiene mala prensa. (pone un tono solemne) ‘Ay, no, la coyuntura te saca la mirada de la historia’. ¡Dios! Por suerte, desde hace un tiempo ya se terminó ese miedo a qué te van a decir los grandes o la historia. Es tan cursi y detiene tanto la aguja todo eso, tanto, tanto. Porque no importa quién te mire: lo importante es que seas feliz. No tenés que cantar en el Colón, tenés que cantar en la lluvia o en la ducha para ser feliz. Ahí está todo”.

—¿Cómo llegaste al estudio con Los Años Salvajes?

—Antes de eso, había tenido un período de diez jornadas en una casita en el medio del campo, donde le di forma a las estructuras de las canciones y terminé las letras. Casi todo el álbum fue compuesto en pandemia. Salvo “Beer Blues”, que tenía la música ya preparada para un disco de piano solo que, finalmente, no se hizo. Me faltaba algo, por eso le mandé a Elvis (Costello) una letra en la cual nos emborrachábamos en un pub de Londres. Después, yo me lo traía a Rosario y le mostraba El Diablito, que era el bar de mis amores, y bebíamos allí también. Le pedía la llave a Eloy Quintana -a quien está dedicada la canción y que era el dueño del boliche- y nos quedábamos tocando. Elvis teje sobre los vínculos entre los dos países: habla del “pride of London” y de la calidez y la ternura argentina. Del “lure of Liverpool” y de los tangos entre nosotros. Y las lágrimas amargas de Malvinas. Así, le da una dimensión a la canción que no tenía.

Entrevista con Fito Páez: la pandemia, los shows por streaming, su figura pública

—Una de las canciones más nuevas de esta cosecha es “La música de los sueños de tu juventud”, ¿no?

—Sí. Surge dos semanas antes de entrar a estudios. Una noche le hice escuchar todo a Eugenia (Kolodziej), mi novia, y me dijo: “Te falta un tema”, con esa seguridad que tienen las grandes musas. Y tenía razón. Yo también sabía eso, necesitaba que alguien me lo nombrara, seguramente. Bueno, ese es el trabajo de una musa, o un muso, lo que coño sea, no importa. Es una voz a quien vos prestás atención, o una personalidad, o algo que te interesa, que sabés que te va a ayudar. Es como un angelito también, ¿no? Dos semanas antes de viajar, compuse el tema en 20 minutos. Se lo mandé inmediatamente a Gustavo Borner y a Diego Olivero (coproductores del disco) y se volvieron locos. Dijeron: “Es el tema del álbum”.

—¿Y qué representa esta canción, puntualmente?

—De alguna manera, es una metáfora sobre las ilusiones. El mundo es mucho más duro que esas ilusiones y, en todo caso, después dice: “Ya no vuelo, ni siento, ni pienso / nos vamos flotando en el tiempo, nos vamos perdiendo en el tiempo / Ya no existen mamá ni papá, ya no hay más tierra a tus pies. Solo te queda amar / Nadie vendrá por ti, nadie vendrá por mí. Ves que ahí afuera no hay nada, no hay nada en ningún lugar”. Es un texto duro con una música romántica, me parece que condenada a ser un pequeño himno sobre los que ya tenemos casi 60 años. Y es la parte grave de este álbum, te diría. Más algunas líneas por ahí, metidas en el medio, que son duras. Como: “Mi país es una herida que no para de sangrar”. O “En los barrios populares llueven lágrimas, y las tetas de esas madres ya están secas de dar y dar / Virgencita, devolvelo a Maradona, la ilusión de la pelota nos abriga en alta mar”.

—En varias de las letras y músicas del disco se percibe a un tipo cruzado por una montaña de información y con ganas de salir.

—Sí, las letras dicen eso porque teníamos todos las mismas ganas. Por otro lado, la primera canción (”Vamos a lograrlo”) dice: “La lucidez es hoy una obligación”. Entonces, más allá de las polémicas que hubo de acá y de allá, yo me quedé encerrado, man. No quería correr riesgos, ni me que me contagien, ni de contagiar al otro. No quería andar por la vida haciéndome el moderno ni el: “Yo hago de mi vida lo que quiero porque soy superior a un virus que está dominando al planeta entero”. Cada loco con su tema. Yo aproveché el encierro y escribí muchísimo: hice mucha música, compuse tres discos, una película y una autobiografía de 600 páginas.

"Los responsables de la pandemia,
"Los responsables de la pandemia, como dice la canción 'Caballo de troya', somos nosotros, es la condición humana. Lo que estamos haciendo nosotros con todo esto", considera Fito Páez (Fotos: Matías Arbotto)

— “El dinero es el único dios real” cantás en “Lo mejor de nuestras vidas”, una idea que quedó de relieve más que nunca en pandemia.

—Yo creo que la pandemia reveló la condición humana. Fue como haber entrado a un laboratorio de fotografía y decir: “Bueno, ¿saben cómo está todo? ¿Saben qué son ustedes? Son esto”. Es un fallo inapelable en el cual ingresa también cualquier tipo de perspectiva de situación conspiranoica. Nadie puede decir hoy que esto puede haber estado pensado por un grupo de 20 científicos para parar determinadas situaciones, para matar gente… No se puede pensar que es un delirio, que no puede ser real. Vos me decís que uno está atravesado por información, por comunicación y por la liturgia mediática. Pero por otro lado también están los sentimientos, lo que a uno le pasa afuera de eso y adentro de un encierro. En mi caso, fue haber estado menos tiempo con mis hijos, como le ha pasado a todas las familias del mundo. Muchas no han podido despedir a sus muertos. Pero eso no tiene un culpable político. Ahí los responsables, como dice la canción “Caballo de troya”, somos nosotros, la condición humana. No hacerse cargo de todo esto y lidiar con la mishiadura política, habla de una miserabilidad que no se puede ni nombrar, con millones de muertos aquí y allá. Un poco de respeto, caballeros. Cuidado, inteligencia, seamos lúcidos, no dañemos a nadie y ayudémonos para salir más rápido de esto. Sencillamente. Después, la tontería humana no tiene límites. El mundo seguirá como debe seguir. Y seguramente va a ser barranca abajo (se ríe).

—Volviste a dedicarle una canción a Fabiana Cantilo (“Encuentros cercanos”), quien a la vez está de invitada en otra (“Los Años Salvajes”). ¿Ella es tu gran musa?

—No, es una de ellas, muy importante. Se va a enojar cuando escuche esto. Fue la primera. Aunque antes estuvo Silvia Corea, uno de mis primeros romances y muy inspiradora cuando empecé a hacer canciones: le escribí un tema que se llama “Mi primer retrato”, que grabó Lalo de los Santos. Pero Fabi me regala “Tres agujas”, “Fue amor”, “Brillante sobre el mic”... ¡tantas que ni me las acuerdo! Cecilia (Roth) fue gran musa, Julia Mengolini y Celeste (Cid) también, Romi Richi… Todas mis parejas fueron muy filosas en el vínculo, escuchando y tomando decisiones sobre la música. “Encuentros cercanos” y “Los años salvajes” son canciones que devienen de la escritura de la biografía. Allí cuento el encuentro con Fabi más o menos como pasó, además de un encuentro que tuve con un alienígena. En realidad, es un cuento ficcionado, inspirado en la figura esa del tulipán de casi 120 metros de los alienígenas de Inteligencia Artificial de (Steven) Spielberg. Lo primero que me preguntó ella fue: “¿Vos creés en los ovnis?”. Y la canción dice: “¿Y qué le iba a decir a la chica más hermosa del mundo?”. Es un homenaje a nuestro encuentro y una carta más de amor para Fabi Cantilo.

—¿Cómo es la relación con Eugenia?

—No sabemos lo que es, no sabría explicarlo. Hace 8 años, casi ya, que estamos juntos. Pasamos de todo. Con ella descubrí dimensiones mías que no conocía, igual que ella conmigo. Se generó una empatía muy linda, los dos con ganas de aprender uno del otro. Eso hace que las cosas siempre florezcan. Y sobre todo, casas separadas (se ríe)

"Fabi Cantilo, Cecilia Roth, Julia
"Fabi Cantilo, Cecilia Roth, Julia Mengolini, Celeste Cid, Romi Richi, Euge Kolodziej... Todas mis parejas fueron muy musas, muy filosas en el vínculo, escuchando y tomando decisiones sobre la música", cuenta Fito Páez

—Cada vez que sacás un álbum, te lo miden con la vara de El amor después del amor, con comentarios del tipo: “Este es el mejor disco de Fito después de El amor después del amor”. O: “Nunca pudo hacer algo mejor que eso”. ¿Cómo te sentís con esa comparación?

—Te pasa siempre eso. Lo que hay que saber es que en esta vida, lo que más va a haber son fracasos y caídas. Yo ya lo sabía desde que tengo 15 años. Lo que pasa es que en este mundo que vivimos, está el estigma de que lo más vendido es lo mejor. Y la verdad es que no funciona así. Primero, porque en las obras no hay “mejor” ni “peor”. En todo caso, lo que sí se puede decir como una sentencia, entre comillas, es que la obra de un artista es toda la obra. No hay otra manera de analizarlo. Con los discos te va a pasar que no son todos geniales ni que vendan mucho. Hay algo allí en la ansiedad, en la voracidad capitalista que hace que lo más vendido y lo más esto y lo más lo otro, tenga un valor que no tiene. Todas mis canciones, mis películas, las novelas, todo lo que he escrito, lo hice con el mismo amor, la misma pasión. Después, que eso el mundo lo ponga en una situación de privilegio por tal u otra coyuntura, bueno, se me escapa de las manos. Yo estoy acostumbrado a estar todos los días arriba de la música, o de la libreta, escribiendo. Esa es mi tarea. Lo que pase allá afuera, la verdad, me tiene sin cuidado.

—El año que viene sale una serie biográfica llamada El amor después del amor, ¿verdad?

—Sí, Netflix va a hacer una biopic basada en mi biografía, desde mi nacimiento y hasta los 30 años. Es un lindo título para pensar todo ese tramo, de dónde sale y dónde termina. Que, aparentemente, es el momento de máxima consagración. Igual, algunas de esas cosas de la biografía son lindas porque yo doy mi punto de vista sobre todo eso. Y es todo mucho más chiquito, ¿sabés? Y muy lejos de los rankings y todo eso.

—¿Con qué te encontraste a la hora de escribir tu propia biografía?

—Fue una montaña rusa. Por eso digo: mucho respeto con los autores de biografías, muchísimo. Las audacias intelectuales o estos experimentos de investigación psicológica, tienen consecuencias físicas, porque lo emocional inevitablemente llega a tu cuerpo. Sabía que iba a ser una tarea, pero mientras tanto, te descomponías, te reías, llorabas, te deprimías… como la comedia de la vida, te pasa de todo porque vas al fondo. Y aparte no sos la persona que hicieron los medios de vos, ni lo que vos mismo hiciste de vos: sos bastante más canalla que eso, bastante más jodido. Y posiblemente, bastante más gracioso. Me encontré con una idea que es también sencilla, de la cual Ricardo Piglia hizo una capilla, donde todo es ficción. A propósito, quiero recordar un episodio con Piglia.

—Por favor.

—Una noche, Gerardo Gandini y él me llevan a una fonda de San Telmo. Yo acababa de leer una crónica de Piglia donde él decía que el cuerpo y el cajón de Roberto Arlt había sido sacado de un edificio, con una grúa. Había una frase hermosa que decía: “El cuerpo de Roberto Arlt, volando por la ciudad de Buenos Aires”. Una escena de película y, a la vez, muy emocionante. No pude con mi ansiedad de joven en ese momento y le dije: “Ricardo, decime por favor quién te contó esa historia. ¿Eso es cierto? ¿Es verdad?”. Y él me dijo: “No me preguntes eso(se ríe). Esto se trata de lo mismo. Armé un libro muy simpático, muy divertido y donde inventé muchísimo. Hay algunos datos muy precisos, como las razones por las que muere mi madre o que fui a ver dónde estaba la carta de catastro de mi casa de Rosario… En otros aspectos, jugué mucho. Lo que escribí era infinitamente más divertido que lo que me recordaba.

"No sos la persona que
"No sos la persona que hicieron los medios de vos ni lo que vos mismo hiciste de vos: sos bastante más canalla que eso, bastante más jodido que todo eso", dice Fito Páez quien trabajó en una autobiografía

—¿Cómo se llevan Rodolfo, la persona, con Fito, el personaje público?

—Esos son los que vos conocés, nada más. Pero somos muchos más, muchísimas personas. Mirá, yo creo que se llevan muy bien. No hay grandes diferencias. Sobre todo porque lo que he hecho en la vida es dialogar y hacer dialogar: logré juntar a mi familia materna y paterna, que tuvieron un enfrentamiento de 55 años. Logré que la gente con la que he vivido pueda estar interconectada y que entendamos que el amor trasciende a nuestros vínculos pasionales. Eso también lo traslado a los que viven conmigo acá adentro. El ordenado le dice al otro: “Che, sos un pelotudo, es un quilombo eso que tenés ahí. Ordenalo un poquito, no pueden estar las chicas limpiándote toda la porquería”. Después vienen las chicas a arreglar y el otro salta: “¡Noooo! No me toquen el caos, ahí es donde estoy yo!”. Viene el conservador que dice: “Tené cuidado, Margarita. Si querés tomar drogas, no lo hagas, consultá con papá”. Luego viene el otro y le dice: “Pero si vos eras un desastre, boludo, hiciste cualquier cosa en tu vida”... Soy pisciano y tengo ascendente en géminis, entonces son cuatro: un pez para cada lado y los dos gemelos que piensan totalmente diferente a la vez.

—Un quilombo.

—¡Un quilombo bárbaro! Intento que gane el amor. No lo logro siempre. Y también soy una bestia, soy muy animal. Cometo muchas torpezas. He hecho un montón de daño. Tengo la lengua muy afilada. He tenido problemas con muchos músicos en mis bandas, familiares, de todo tipo. Pero tengo el don del arrepentimiento: siempre quiero que prime la convivencia. Y al revés también: cuando el otro me clava el cuchillo por atrás, no me cuesta nada perdonar. No soy resentido ni rencoroso. Me parecen cosas menores. La muerte se lleva todo, muchachos, como para cargar con esas tan pesadas mochilas. Podría llegar más lejos: cuando matan a mi familia y al poco tiempo logran encarcelar a los asesinos... Me da lo mismo, me da lo mismo. No había nada que pudiera calmarme. Que estén presos y padeciendo, no me cambiaba nada interiormente. Entiendo a las familias que sí encuentran justicia y una especie de acto salomónico en eso. Los comprendo y los acompaño. A mí no me pasa nada con eso. Lo esencial, que es el amor y la vida de esas mujeres, lo hicieron ir por un tubo de una manera muy delirante. Y no hay nada que pueda apaciguarme. Interiormente, hoy todavía sigo tomando pastillas para dormir a causa de que tengo pesadillas cuando duermo.

—¿Cómo es para vos ser padre de un joven adulto y una adolescente?

—Muy divertido (se ríe). Son muy lindos ellos, tienen los quilombos propios. Martín ya está despegando, quiere hacer su vida. Es la persona de la cual he aprendido más en mi vida. Ha sabido decirme las cosas más feroces y más claras. Tiene sabiduría emocional. Martín es uno de los orgullos de mi vida. Y Margarita, igual. Está adolescente, tiene una sensibilidad exquisita, es muy simpática, amorosa, inteligente. Va con la música... A la vez, también tengo a dos madres que me han acompañado en el viaje, criando a mis hijos junto conmigo.

"Intento que gane el amor.
"Intento que gane el amor. No lo logro siempre. Y también soy una bestia, soy muy animal. Cometo muchas torpezas. He hecho un montón de daño", dice Fito Páez (Matías Arbotto)

—¿Cómo te sentís, Fito?

—¿Tenés cuatro o cinco horas para eso? (se ríe). Yo no sé cómo me siento, man. Creo que estoy bien. Hay algo incómodo en esa pregunta que me hacés, porque nunca podría haber una respuesta veraz. “Me siento bien”. “¿Y por qué?”. “Porque tengo plata, soy famoso y gano premios”. Nah, es una pelotudez todo eso. O sea, no: yo estoy desesperado en la vida. Yo no sé qué va a pasar después. Por momentos le bravuconeo a eso. Intento tener vínculo con todo el mundo y entiendo que la música, la escritura, el cine y todo eso me puede acercar a conectarme con los demás y acompañarme en el trámite. Esa es la situación real. Yo creo que no sé nada. Nada, absolutamente nada.

—¿Pero…?

—Hay algo del orden del misterio que me inquieta muchísimo. Que no tiene que ver con la realidad más inmediata, ni con el real politik, ni con las ceremonias burguesas, digamos. Entiendo los mecanismos de acercamiento. Pero por otro lado, como bien dijo Charly hace muchísimos años: “Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”. Hay algo en la condición humana que hace que las cosas estén allí en tensión. Es inevitable, ¿no? Pero de una manera mucho más sofisticada y compleja que “la grieta”. Eso sería como “el Billiken” de lo que sucede. En todo caso, pensaría en la sociedad alemana que forja el nazismo, como materia compleja de lo que significa una quebradura de un pacto social tan fuerte y cómo se llega hasta ahí. O el genocidio argentino. ¿Cómo alguien llega a vejar el cuerpo de Eva Perón? ¿Qué mueve ese sentimiento en este país? Ahí están las materias que me interesan, en un sentido, y afuera de la máscara del correctismo político y de la casi repulsiva cooptación de votos. Las naciones se hacen más fuertes cuando se conocen o cuando intentan conocerse más adentro. Pero imaginate, casi no tenemos archivo en la Nación. Incluso más allá del Estado: en las industrias del espectáculo de los años 70 para atrás, no hay archivo. Con esa suma de datos y especificidades es que después armás un país, se constituye una nación. No a través de la nostalgia politiquera, no a través de mitologías que por momentos intentan tocarse con religiones, ya sea la del dinero o la mística política de la invención de capillas, digamos. Cuando se pueda salir de eso, me parece que ahí podemos empezar a pensar en tener una nación más inteligente, más piola, más solidaria, con una idea más linda del devenir. Porque la desesperación no se te va. ¿Cómo estoy? Así estoy.

*Fito Páez presenta Los Años Salvajes el 11/12 en el Hipódromo de Rosario y el 15/12 en el Movistar Arena

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