Susana Giménez recordó cómo era pasear con Carlos Monzón por París: “¡Una locura!”

En la segunda entrega de la entrevista que la diva le hizo a Wanda Nara en Francia, además de hablar del escándalo con Icardi y la China Suárez, la conductora mencionó a uno de sus grandes amores

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Susana Giménz y Carlos Monzón
Susana Giménz y Carlos Monzón

“Carlos, la persona que te entrega el premio es Valéry Giscard d’Estaing, el alcalde de París, que te lo dará y dirá unas palabras. Vos vas a tomar la plaqueta, te das vuelta, la mostrás, volvés hacía él y decís “Merci beaucoup, le explicó Ernesto Cherquis Bialo a Monzón cuando fue a buscar su estatuilla. Él fue y dijo sobre el escenario: “‘Pipí cucú’”. Y así fue como en Francia donde el boxeador era super famoso y querido, se acuñó una de las frases más usadas luego en la Argentina.

Paseando por París con Wanda Nara, Susana Giménez, quien fue pareja del púgil en 1974, no pudo evitar recordarlo mientras paseaba en barco por el Sena. “¡Estar acá con él era una locura!”, dijo aún fascinada la diva en la charla que se pudo ver en Paramount+.

Giménez recordó que cuando fueron al mítico teatro Lido, ubicado en los Campos Elíseos, todo se detuvo: “El dueño era loco por el boxeo y paró la función”. Entonces Wanda preguntó si Monzón era llamativo y usaba accesorios de oro, a lo que la diva respondió: “Sí, tenía sus cadenas y un físico impresionante. Muy alto y flaco, y todo le quedaba bien”.

“Lo hacía bajito”, imaginó la menor de las Nara. Y Su la corrigió: “Era alto para su categoría, más alto que yo. Y eso lo hizo ser tan bueno: estiraba una mano y era mucho más larga que la del rival”.

Atenta a lo que la diva le contaba, la mujer de Icardi analizó, en referencia a los hombres que eventualmente la acompañaron: “Pasaste por las dos cosas, uno conocido y vos también, y uno no conocido”. “Sí, pero cualquiera que salga con nosotras se hace conocido a los dos minutos”, cerró Giménez, pícara.

La diva y el boxeador se conocieron cuando filmaron La Mary. “Fue una gran pasión, un gran amor. Una locura”, recordó alguna vez y siguió: “Yo era vedette. En ese momento era verano y no había empezado la revista, pero teníamos que hacerla. Yo acepté la película porque me gustó el libro, me enloquecí. Y a él lo eligió el director, Daniel Tinayre”.

Susana Giménez y Carlos Monzón en La Mary (Télam)
Susana Giménez y Carlos Monzón en La Mary (Télam)

Fue un rodaje muy divertido y muy apasionado. Fue fantástico. La verdad es que lo pasamos fantástico. ¿Porque viste que mientras cambian la luz y todo eso, que el cine es aburridísimo? Nosotros jugábamos a las cartas y nos divertíamos”, recordó la Giménez en un documental de Space.

Los comienzos no fueron fáciles ya que él aún estaba con Pelusa, su novia de la adolescencia: “Fue una locura, no sé, fue demasiado. Porque no era como ahora, no había tantos programas de chimentos, ni panelistas ni nada por el estilo. Veía fotógrafos que eran amigos míos y que me perseguían. Nos seguían a todos lados y salían de abajo de las baldosas. Entonces me dio mucho dolor, me enojé con varios. Porque no entendía que era el trabajo de ellos. Yo decía: ‘¡Que traición!’”.

¿Cómo se llevaban? “Era un tipo bárbaro. Le gustaba ver televisión. Era un tipo normal. Pero muy, muy celoso. Sí, eso era un problema. Yo trataba de no mirar nunca nada, iba por la calle así porque si no… A él no le gustaba. Traté de ayudarlo… Él nació muy pobre, en un hogar muy pobre. Creo que fue hasta tercer grado y después tuvo que trabajar y no pudo seguir estudiando. Tuvo que hacer de todo. Creo que limpiaba zapatos, vendió diarios cuando era muy chico. Y después entro en el boxeo, pero ya era adolescente”.

Susana además reconoció que Monzón, quien terminó condenado por el femicidio de Alicia Muñiz, tenía problemas: “Conmigo era distinto. Pero con la gente… Bueno, si había alcohol de por medio, sí le salía la furia. Carlos era amoroso sin tomar alcohol. El cambiaba si tomaba alcohol. Era alcohólico, nada más. Ni nada menos”. Y sobre su ruptura, agregó: “Empezamos a llevarnos mal. El empezó a jugar mucho a las cartas, a tomar con los amigos… Y yo veía que estaba cambiando, que ya no era el mismo. Y dije: ‘No, hay que terminarlo acá’. El no lo tomó muy bien, pero lo tuvo que aceptar”.

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