Rubio, bonito, de sonrisa irresistible. Así se lo veía a Aaron Carter cada vez que visitaba el país, aprovechando la fama cosechada por ser el hermano de Nick, de los Backstreet Boys. “Las chicas de Argentina son fantásticas”, le decía al conductor Marcelo Tinelli en el año 2000, en un alto de su show en Ritmo de la Noche, el programa que alegraba los domingos de Telefe. Era la tercera vez que el pequeño cantante pisaba Buenos Aires y, con tan solo 13 años, ya era todo un muchachito. En la previa de un show que iba a dar en el Gran Rex, Aaron se mostraba canchero, desenfadado y bastante sexualizado. El más chico de los Carter ya se había convertido en un producto y crecer de golpe iba a traerle consecuencias.
Aaron comenzó a cantar cuando estaba en los primeros años de la primaria, y enseguida se hizo famosísimo y adorado por las fans de Nick. Como telonero de los Backstreet Boys, la boy band más exitosa de su época, el niño conquistó Estados Unidos, recorrió el mundo y se metió a todos en el bolsillo con su simpatía y su talento. Del pop pasó al hip hop y de la candidez al reviente. En 2017 fue detenido por conducir ebrio, le encontraron algo de marihuana en el coche y empezaron a saltar a la luz gravísimos problemas. Lo que arrancó como un culebrón de hermanito rebelde, el que se ponía de novio y se peleaba con Lindsay Lohan y Hilary Duff de manera intermitente, terminó como un cuento triste de abusos y adicción.
Sus posteos en redes sociales hacen las veces de hojas de un diario íntimo, donde comparte más vivencias personales que música. Por estos días, la novedad ha sido el nacimiento de su hijo, Prince Lyric Carter, y la separación de la madre del pequeño a pocos días de parir. Todo rápido, todo efímero. “Hace poco más de cuatro años sufría de adicción al huffing. Estos últimos años he logrado mantenerme limpio y continuar perseverando y ser un mejor hombre hoy que ayer. Me alegra decir que tengo un hijo recién nacido muy sano y él es mi mundo. (...) Mi hijo es toda mi vida para siempre y no te defraudaré, mi precioso bebé. Es asombroso lo que la sobriedad puede hacer por tu vida y lo que ha hecho por la mía: Ver por mí mismo”, escribió debajo, de una foto compuesta por dos imágenes, como un antes y un después. De un lado se lo ve muy delgado y desmejorado, del otro, más tatuado y más luminoso.
Cuando habla de huffing, Aaron se refiere al mal que lo tuvo atrapado durante años: un tipo específico de abuso de drogas que implica inhalar los vapores de sustancias domésticas en busca de un efecto. En pos de esa euforia instantánea, Aaron se fue haciendo dependiente de productos tóxicos pero comunes, como una lata de pintura o un pote de pegamento, y lo reconoció hace un tiempo. Este problema se le sumó a otros que también pusieron en juego su salud mental. Cada uno de estos escollos fue un motivo más para distanciarse de su hermano Nick, con quien la relación se fue tornando cada vez peor.
En 2019, Nick pidió una orden de restricción para Aaron: no lo quería cerca después de denunciarlo por amenazar de muerte a su esposa embarazada. El menor de los Carter se defendió diciendo que eso era mentira, que no tenía nada en contra de su cuñada, y contó que sufría de esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión maníaca y ansiedad. Al pedido de Nick frente a la justicia se le sumó el de su hermana gemela Angel, también aterrada por los comportamientos de Aaron. De quien poco se sabía era de Leslie, otra hermana del clan con un destino trágico.
Aaron fue quien trajo a la joven fallecida de vuelta a la palestra cuando publicó en Twitter: “Mi hermana (Leslie Carter) me violó de los 10 a los 13 años cuando no estaba medicada y no solo fui abusado sexualmente por ella. Mis dos primeras bailarinas hicieron lo mismo cuando tenía ocho años. Y mi hermano abusó de mí toda la vida”. Según había comentado, Leslie era bipolar y murió a los 25 años por una sobredosis de medicamentos recetados. Para terminar de embarrar la cancha con Nick, Carter Jr. agregó: “Me torturaste cuando era un niño. Y todo el mundo lo sabe, es público, y ahora tienes miedo de la verdad”.
Es cierto que Nick tampoco se salvó de ser denunciado, pero con el tiempo esas acusaciones fueron desestimadas. Como la de la cantante Melissa Schuman, que lo acusó de haberla violado cuando ella tenía 18 años y él, 22. Hoy ya con 41 cumplidos, el ex BBS ha sido sobreseído por la oficina del Fiscal del Distrito de Los Ángeles. “¿Cómo demonios podía hacerme eso? Pensé que eramos sangre. Pensé que éramos familia”, cantaba Aaron en la divertida “No secrets” en la que hacía su aparición el famoso Nick. Pero los conflictos actuales distan mucho de la canción en la que el más chico le pedía entradas para ver a los Backstreet Boys con todos sus amigos.
Las denuncias de Aaron en redes sociales se suceden como explosiones, de manera esporádica y despareja. Como cuando salió a defender a Michael Jackson, luego echó un manto de duda, y después volvió a defenderlo. Estas declaraciones se dieron en el marco del lanzamiento de Leaving Neverland, el documental de Dan Reed en el que Wade Robson y James Safechuck cuentan los repugnantes abusos y acosos que sufrieron por parte del Rey del Pop cuando eran niños. Aaron conoció a Jackson, supuestamente, cuando ya tenía 15 años: “Michael era un gran tipo, de verdad, al menos por lo que yo sé. Jamás hizo nada que fuera inapropiado. Excepto en una ocasión. Hubo una vez que sí hizo algo que podía considerarse poco apropiado”.
Después de esta declaración, Carter pareció arrepentirse y dijo que en ningún momento se había querido referir a algo sexual. Entonces, habló con el sitio de espectáculos TMZ: “Yo pasaba tiempo en su habitación y en su cama. Es difícil para mí entender, cuando mi experiencia con él fue hermosa, gentil y amorosa, y eso era todo”. No aclares que oscurece, Aaron; el tema quedó ahí y no se supo mucho más.
Bailando en un reality de televisión o boxeando en un evento bizarro, Aaron Carter se sigue alejando cada vez más de la música y del apodo que según él le había puesto el mismísimo Michael Jackson: El Príncipe del Pop.
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