A cuatro años de la muerte de Rocío Gancedo: “Ella pedía ayuda a todo el mundo, pero yo no creía que las cosas pudieran llegar a tanto”

Por primera vez desde que la ex Gran Hermano se quitó la vida arrojándose de un tercer piso, su hermano, Rodolfo Magallán, habló públicamente del hecho. La recordó como una persona “hermosa, determinada e inteligente” y destacó la importancia de estar atento a las señales

Guardar
Rocío Gancedo había decidido cambiar su look, y lucía pelo corto
Rocío Gancedo había decidido cambiar su look, y lucía pelo corto

“Hermosa, determinada, inteligente”, fueron las tres palabras que eligió Rodolfo Magallán Gancedo para recordar a su hermana menor, “Ro”, aunque aclaró que ella “era mucho más que esas tres cosas”. A cuatro años dela muerte de Rocío Gancedo, su hermano espera que el dolor le dé lugar a los lindos recuerdos y poder tenerla presente a través de “miles de anécdotas” compartidas. Tal vez sea por eso que, para recordarla y mantenerla viva -algo simple pero a la vez tan complejo-, decidió hablar por primera vez en los medios.

Rocío estuvo en el 2010 nada más que 13 días en la casa de Gran Hermano, pero las cualidades mencionadas la hicieron destacar del resto de los participantes: realizó temporadas teatrales, fue portada de las revistas más importantes y hasta incursionó en política. El mediodía del 29 de noviembre del 2017 tomó la drástica decisión de quitarse la vida, arrojándose del balcón del tercer piso del departamento donde vivía, en el barrio de Las Cañitas.

Rocío Gancedo en el confesionario de la casa de Gran Hermano
Rocío Gancedo en el confesionario de la casa de Gran Hermano

“Se me hace largo noviembre, lo llevo como puedo... Pasaron cuatro años, pero cuesta”, dijo Rodolfo a Teleshow, y recordó aquel 27 de marzo de 1989, cuando tenía 10 años y le dijeron que su hermanita había nacido. “Llegó a destiempo, fue una distracción. Yo era chiquito y nació a la mañana 9.30. Ella era mi sombra y yo siempre fui muy guardabosques, mis amigos me gastaban y más después de Gran Hermano.

Compartieron “15 mil millones de anécdotas”, pero aún cuesta recordar una en particular. “Le hacía maldades de hermano mayor”, admitió sobre ese código que existe entre los hermanos: entre ellos pueden hacerse y decirse de todo, pero que nadie de afuera se atreva a meterse.

Siempre fue muy chispita y así de frontal como se la veía. Eso no lo medía, y lo que quiso, lo alcanzó siempre”. Como cuando se divisó en el reality, en ese entonces transmitido por Telefe. “Era mi cumpleaños y dijo que iba a ir a GH, un amigo mío periodista le dijo: ‘Anotate, das con el perfil’, y lo hizo. Fue raro ese cambio porque no tenía nada que ver con nuestra realidad: teníamos una vida muy tranquila, a ella le gustaba estar en las obras del colegio, hizo danza, pero la verdad es que se anotó porque sí”.

Rocío quedó entre las elegidas para estar en la casa más famosa del país. Fue la primera eliminada, luego regresó y al tiempo abandonó el juego. Pero su carácter frontal y su belleza hicieron que llegara al medio para quedarse. “Después de eso la vi en la vorágine que estaban todos, les cambia la vida, es un tren que va dos mil kilómetros por hora. Yo laburaba de 6 de la mañana a 3 de la tarde y la acompañaba a las presencias, más que nada al comienzo porque ella me lo pedía, así que estaba días sin dormir. Después se empezó a manejar sola porque tampoco le gustaba que me metiera demasiado”, comentó Rodolfo.

¿Cómo eran como hermanos? “Teníamos nuestros momentos, capaz a veces nos carajeábamos en arameo, pero entre nosotros, que nadie se metiera. Y como tía era divina, ni ella se esperaba que iba a ser tan buena tía. Todo lo que le hubiera gustado tener de chica se lo compraba o regalaba a mi hija, se maquillaban juntas en el piso, disfrutaban, hasta que ella se cansaba de escuchar las canciones de La Granja”, contó con una sonrisa.

Gervasio Díaz Castell y Rocío Gancedo
Gervasio Díaz Castell y Rocío Gancedo

Justamente uno de las pruebas más difíciles para él fue explicarle a su hija, que tenía nada más que tres años en ese entonces, que su tía ya no estaría para jugar y maquillarse con ella. “En ese momento no cayó, pero siempre que ve una estrellita dice: ‘Ahí está la tía Ro’. Tratamos de mantener el recuerdo vivo. Rocío la quiso mucho a mi hija y es cuando uno olvida a las personas es que éstas se van”.

El dolor es inmenso, no se irá nunca, y se aprende a convivir con él. “La tengo presente todos los días, no se termina, te acostumbrás, hacés cosas, trabajás, pero... De repente dejás de llorar todos los días y empezás a acordarte de cosas lindas o anécdotas, como un día que nos pegamos un palo en la bici de chicos porque se quería bajar y puso el pie en la rueda”.

A partir del 29 de noviembre de 2017 hubo un antes y un después en la familia. “Mi mamá tiene cambios de estados de ánimo, no está bien y lo lleva como puede. Para ella fue terrible, no lo superó para nada, es una tortura para mi vieja todos los días”, dijo Rodolfo con dolor, y contó que aunque como madre e hija tenían sus idas y vueltas, estaban llevándose bien durante los últimos meses. Incluso, habían arreglado encontrarse en la semana para ver un departamento, porque Rocío pensaba volver a vivir cerca de su familia.

“Fue un momento en el que yo tenía el ruido en la cabeza, tener que hacerme cargo, reconocerla, todo el quilombo. Además había personas que teníamos alrededor que no servían y que embarullaban las cosas”, dijo en referencia al entorno de la ex Gran Hermano por esos tiempos. Un año después, cuando la Justicia le entregó el iPad y el teléfono de Rocío, pudo ver quiénes estaban cerca de su hermana genuinamente y quiénes le hacían mal.

“Algunas personas le escribieron cosas muy lindas. Cuando vi la información, también vi contactos que no eran productivos, gente que no sirve y la rodeaba”. Por esos tiempos, ella estaba en tratamiento psicológico con Gervasio Díaz Castelli y psiquiátrico con Elvira Sacco: “Por el teléfono de Rocío me di cuenta de quiénes eran ellos en la vida de mi hermana, que nada que ver a lo que nos contaban”.

—¿Qué eran ellos para Rocío?

—Vi su verdadera personalidad: que Gervasio intentó ayudar a mi hermana. Más allá de alguna equivocación, todo lo que quiso fue hacer el bien.

—¿Le guardás rencor o te enojaste con él?

—No. Se ofreció incluso a darnos una mano y fue atento con nosotros.

—¿Qué le pasó a Rocío?

—El cuadro de mi hermana era complicado. Uno dice ‘si viajara en el tiempo…', pero ella podría haber hecho cualquier cosa, ese día u otro.

—¿Qué sentís cuando pensás en el desenlace?

—Impotencia te da, porque si hubiese estado solo me quedo a vivir en el departamento con ella, pero tenía una nena chiquita, mi mujer, yo viviendo en Lomas del Mirador y ella en Palermo. El último día que la veo es el 14 de noviembre, en mi cumpleaños. En el medio, hablamos.

—¿Ella dio alguna señal?

—En ese momento no me daba cuenta, no creía que las cosas podían llegar a tanto, nadie cree. Ella pedía ayuda a todo el mundo y estuve lo mas presente que pude, pero más no pude hacer y conmigo no quería vivir acá.

“Yo creo que no lo pensó, era muy impulsiva y fue un impulso. Lo que ella tenía era un problema, una enfermedad mental y para cuando se arrepintió fue tarde”, sostiene Rodolfo. En los próximos días irá a Tribunales a pedirle a la jueza que autorice a la familia a retirar el cuerpo de Rocío, ya que la causa por la investigación de su muerte está cerrada. La idea es cremarla y que repose en el cenizario de de la iglesia a la que la familia asistía. “Mi mamá quiere eso y se lo prometí, aunque lo vengo demorando inconscientemente”.

En sus últimos meses había comenzado a pintar, actividad que la entusiasmaba
En sus últimos meses había comenzado a pintar, actividad que la entusiasmaba

Rodolfo creía en Dios hasta que pasó lo de su hermana: “Hay una fuerza grande que mueve las cosas, Dios, Alá o como se llame, pero pasan estas cosas... hay algo que es injusto”. ¿De dónde saca energía para desde hace cuatro años salir adelante? De su hija, de su mujer, a quien definió como “de fierro”. Y contó la charla que tuvo con Gervasio Días Castelli que lo hizo reflexionar: “Después de lo que pasó yo llegué a pesar 225 kilos, me dediqué a comer, a castigarme con eso y él me quiso ayudar, y me dijo: ‘Estás eligiendo el mismo camino de tu hermana pero de otra manera’. Ahora ya bajé 60 kilos”.

Al comienzo me pasaba que me despertaba diciendo ‘es mentira’ y cuando te das cuenta que sí pasó, empezás el día cansado. Es feo. Murieron mis abuelos y me hice cargo, me crié con ellos pero es algo que esperaba. En el 2016 se fue mi papá y me lo veía venir, pero lo de ella no. La partida de mi viejo afectó mucho a Rocío, él tenía una enfermedad mental, demencia con cuerpos de Lewy (mezcla síntomas del Parkinson y el Alzheimer), fue duro”.

Para cerrar, Rodolfo acerca un mensaje para quienes están pasando una situación similar con algún ser querido. “Les diría que no pierdan tiempo, que mientras la persona respire, hay posibilidad de salvarla, que no esperen nada para actuar”. Aunque pudo acompañar a su Rocío siente que faltaron cosas por decir y abrazos por dar: “Quedan cosas, y más cuando no se espera que la persona se vaya. Hubo veces que nos dejamos de hablar, perdimos tiempo y por eso se los digo a mis amigos: hablen, no sean boludos, un abrazo, un te quiero y ya está, no tiene que estar ese orgullo de mierda”.

*Si conocés a alguien que está en crisis o en riesgo de suicidio, llamá al número de asistencia telefónica gratuita al 135 desde Buenos Aires o al 011-5275-1135 o 0800-345-1435 desde todo el país.

SEGUIR LEYENDO:

Guardar