Las vemos bellas, imponentes, con sonrisas casi perfectas. Sin embargo muchas de las mujeres más lindas de la Argentina guardan una fuerte historia de dolor y superación. Este fin de semana Adabel Guerrero contó cómo rearmó su vida luego que su mamá la abandonara cuando tenía 14 años. Hace un tiempo Graciela Alfano reveló que su infancia fue abusada por un vecino ante la indiferencia de su mamá. Y la misma Susana Giménez cuenta el dolor que vivió siendo pupila en un colegio inglés. Entre estas historias de mujeres fuertes ocupa un lugar de honor Mariana de Melo, quien volvió a ser noticia en estos días: se aseguró que se había divorciado después de una infidelidad, algo que ella se encargó de desmentir. Al trascender la noticia/rumor más de uno debe haber pensado que el destino volvía a cachetearla, pero se sabe que a Mariana la vida puede derrotarla pero jamás vencerla.
De Melo nació el 9 de enero de 1981. Creció en la localidad de 2 de Mayo, en el Misiones profundo. Ya desde chica supo lo que significaba pelearle a la vida. “Cuando tenía cuatro años, mi mamá nos abandonó. Éramos tres hermanos y nos dejó solitos”. Su papá trabajaba todo el día y los chicos se quedaban solos, los vecinos se encargaban de cuidarlos. La plata no alcanzaba y Mariana salía a vender verduras y frutas; después con sus hermanos comenzaron a hacer pan.
A los 15 años Mariana decidió que era tiempo de irse a Posadas a buscar a su mamá. Caminó toda una tarde hasta que la encontró. Luego buscó empleo de niñera y, más tarde, de mucama. A los 18 era empleada de un local y pronto la pusieron de encargada; para conseguir unos pesos más solía cuidar ancianos. A la par estudiaba profesorado de Educación Física y decidió empezar con clases de teatro. Un día su mamá le dijo que se mudaba a Buenos Aires y decidió acompañarla.
En la gran ciudad siguió estudiando teatro con Roxana Randón. Un día estaba en la peluquería y el productor Alejandro Bianchetti quedó impactado con ella. Le preguntó si le gustaría trabajar en la televisión o en el teatro. Debutó en la revista teatral Rubro 59. Al tiempo la convocaron para No hay dos sin tres. Comenzaba a hacerse conocida. Fue parte de las llamadas chicas Sofovich cuando el productor la llamó para Operación ja ja recargada.
Entre trabajo y producciones, Mariana tuvo tiempo de enamorarse. Uno de sus primeros amores/dolores fue Juan Fernández, por entonces futbolista de Colón de Santa Fe. Se conocieron en 2004 y a los tres meses ella quedó embarazada. Partieron a Alemania, donde el jugaría en el Borussia Dortmund. Todo parecía andar bien, pero apenas llegaron a Europa, Mariana perdió el embarazo. Después de un tiempo regresaron al país. La pareja entró en crisis, intentaron remontarla hasta que finalmente se separaron. Ella lo encontró a los besos con otra mujer. “Cuando decido terminar algo es para siempre. Yo lo quiero, él no sé”, dijo.
El 2007 fue el año de su explosión mediática. Así como Wanda Nara aseguraba que era virgen y Luciana Salazar insinuaba una noche de sexo con Luis Miguel, Mariana contaba que chateaba con Ronaldinho, y que quien era estrella del Barcelona lo invitaba a conocerlo. “Le cuento cosas que no hablo con otras personas y él me cuenta algunas cosas, aunque no creo que todo”, juraba De Melo.
La convocaron para el Patinando por un sueño. Cada vez que la sentenciaban, escuchaba el veredicto entre lágrimas, y pronto se ganó un apodo: la Llorona. Aunque fue una de las primeras eliminadas, gracias a ese mote comenzó a hacer presencias en distintos boliches: “Llora, llora, la Llorona, pero a vos te gustará, te atrapará, te matará”, cantaba.
El domingo 16 de diciembre de ese 2007, 1500 personas colmaron un boliche de Santa Rosa, La Pampa, solo para ver a Mariana de Melo. Después de la presentación, la actriz debía volver rápido a Buenos Aires para salir en un programa en vivo y grabar una participación en otro. Había llegado a La Pampa a la 1:40, y 4:30 emprendió la vuelta. Sin tiempo para descansar, decidió dormir en el auto.
Eran las siete de la mañana cuando el conductor perdió el control, se pasó de carril y chocó de frente contra una enorme cosechadora. El auto quedó debajo de la máquina y el conductor murió en el acto. Mariana resultó herida de gravedad.
“Estaba dormida cuando pasó el accidente. Pero lo que sentí es que salí de mi cuerpo y me fui a un lugar divino, del que no quería volver nunca más: había mucho amor, paz; era un lugar tranquilo, cálido. Y tenía a alguien agarrándome de la mano todo el tiempo, y yo andaba con... este ser. Iba a decir ‘con esta persona’, pero en realidad no puedo decir qué era. Era un ser que me llevaba y me daba paz y tranquilidad. Y estaba súper feliz”, recordaba en una entrevista de Teleshow.
El paso de Mariana por aquel lugar fue fugaz. “De repente este ser me agarra fuerte la mano y me lleva al cuerpo. Cuando me lleva al cuerpo, le digo: ‘Ay, pero yo no quiero estar acá, yo quiero irme con vos’. Y me dice: ‘No, no, no, todavía no es tu momento. Tenés que quedarte acá’. Y bueno, así fue que seguramente seguí en coma, o como sea”.
De Melo fue trasladada al hospital de Pehuajó. El médico que la atendió informó que su salud estaba “muy comprometida”, con “hemorragias internas en el abdomen”. Y que sería operada de urgencia. Edema cerebral, fractura de cadera, fractura de la tercera vertebra cervical, heridas cortantes en la cabeza y un brazo que podría ser amputado. Muy grave fue derivada en un avión sanitario a Buenos Aires. Durante el vuelo se quedó por unos segundos sin signos vitales. La reanimaron. Su estado era gravísimo y sin embargo, empezaba el milagro.
Mariana comenzó su recuperación. No fue sencilla y mucho menos fácil. Al principio no sabía qué le había sucedido. No recordaba el accidente, ni entendía por qué tenía la cadera fracturada, el brazo izquierdo maltrecho. Pero lo peor era no saber cómo se veía, cuál era la imagen que le devolvía el espejo. La desesperaba no saber, además, quiénes eran esas personas que decían ser sus parientes (mamá, papá, hermanos), a quienes jamás había visto en su vida, estaba segura.
Los médicos le prohibieron verse al espejo pero los desobedeció. “Me vi: estaba con la cara súper hinchada, sin la oreja izquierda, con el pómulo lastimado, los ojos cerrados, la cabeza toda cortada y rapada. No me podía parar derechita porque todavía no caminaba porque no tenía fuerza en la cadera, y estaba así, como una viejita. Me miré... y no lo pude creer. Me sentí horrible, un monstruo. Me puse a llorar. Y me dije: ‘¡¿Qué va a ser de mi vida?! No quiero estar en este mundo si estoy así’”.
Durante los dos años siguientes se sometió a una serie de cirugías. “Cada vez que tenía alguna operación y me ponían la anestesia, yo quería irme. Decía: ‘Dios, llevame, llevame con vos...’. Porque ya había vivido lo anterior, cuando pasó el accidente y yo estaba en ese lugar divino. Entonces le pedía a Dios que me llevara a ese lugar. Nunca sucedía... Cuando me despertaba, decía: ‘¿Por qué estoy acá? No quiero esto’. Era como que todo el tiempo quería arreglarme para ver si Dios me llevaba. Y no, nada”.
Una de esas operaciones fue muy delicada, de urgencia, debido a una obstrucción intestinal. “Esa vez volví a ver a este ser, que nuevamente me agarró la mano y me dijo que me quedara tranquila, que yo iba a estar bien. Pero no me llevó con él a ese lugar al que yo había ido. Se quedó al lado mío todo el tiempo, me daba tranquilidad y paz. Y yo le decía: ‘Llevame, por Dios, llevame, quiero ir ahí’. Y: ‘No, no es tu momento, tenés que quedarte acá, todavía no’. Y ahora me doy cuenta por qué ‘todavía no’”.
Cuando le dieron el alta, los médicos también le dieron una de las peores noticias. “Me dijeron que los primeros tres, cuatro años, no iba a poder quedar embarazada. Y que posiblemente nunca iba a poder continuar con un embarazo, que por ahí no iba a poder ser madre”. El destino diría otra cosa.
Con Jose Fortunato -sin tilde en la e, como la modelo solía aclarar-, se conocieron en 2011 gracias a un amigo en común, el estilista Ricky Lacco. Fortunato tenía 38 años, era un empresario del rubro alimenticio y vecino de Castelar. “Nos conocimos y nos enamoramos casi a primera vista porque no nos separamos nunca más. Somos tal para cual, se fue dando todo muy naturalmente, no existen las peleas, siento que somos uno”, contaba la morocha. Convivieron desde el primer día “vino a mi casa, se instaló y nunca más se fue”.
Pero había un pero. Mariana sabía que Jose deseaba formar una familia. Una noche se sentaron frente a frente. “Te voy a decir la verdad: me dijeron que posiblemente no pueda ser madre. Y como vos me dijiste que querías tener hijos tengo que contarte esto para que tomemos una decisión y nos separemos”. Él sonrió: “¿Estás loca? Yo estoy con vos porque te amo. Y vamos a luchar. Y vamos a poder. Y si no podemos, no importa: quiero estar con vos, quiero vivir con vos”.
La propuesta de matrimonio fue en Aruba, en una cena romántica. Él la llevó caminando hacia el lado del mar. “Entonces en plena playa, veo un caminito con antorchas cubierto con pétalos de rosa, velas, un saxofonista tocando, tres mozos y un gazebo con una mesa en la que había un enorme ramos de rosas”. Ella pensó que era solo una cena romántica más, comenzaron a charlar y a decirse qué le gustaba a uno del otro. Hasta que él le dijo muy serio que había algo que deseaba que ella cambiara. “Quiero que seas Mariana de Fortunato: ¿te querés casar conmigo?”, le preguntó y sacó un anillo. No es necesario que escribamos cuál fue la respuesta.
Fue en esa época que comenzó a alejarse del foco mediático y explicaba por qué. “Puedo vivir sin los escándalos. Antes mi vida era alocada y no me hacía bien, ahora necesito estar así, tranquila. Estoy muy feliz con mi vida tal cual está”.
En 2016 llegó Lupe, su primogénita. “Estuvimos cuatro años, con tratamientos, controlada. Tengo un obstetra que hoy es amigo y me decía que estábamos perfectos y que era todo de la cabeza, que si me relajaba, iba a estar todo bien, y así fue. Traté de no pensar y de repente llegó”, dijo en aquél entonces. Y luego, quedó embarazada de Zoe, que nació en marzo de 2018. “Estoy super feliz con esta noticia, para mí es un milagro de Dios”, le había dicho a este sitio, cuando anunció que estaba nuevamente embarazada. “¡Lo deseábamos con tantas ganas! Me fue difícil quedar embarazada y que esta vez sea tan rápido es algo hermoso, no lo podíamos creer. Al año de Lupe dejé de amamantar y al toque quedé”.
Estos días, Mariana volvió a ser noticia porque un rumor aseguraba que se había separado de Fortunato por una infidelidad. “No es verdad, estamos juntos”, le escribió al periodista Ángel de Brito. Porque para una mujer que enfrentó la muerte y la venció y que pasó todas las que pasó, enfrentar un rumor de divorcio es casi casi una pavada.
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