La pasión según Jorge Drexler: “‘Tocarte’ es un experimento creativo de la música popular uruguaya”

En entrevista con Teleshow, el músico habla de la canción que compuso con C. Tangana, un adelanto de su próximo disco. Además, recordó los días de “Sea”, a 20 años de su creación

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Jorge Drexler habla de "Tocarte", la canción que grabó con C. Tangana

Una chica corre desesperada por las calles madrileñas mientras un muchacho le acaricia el muslo a la mujer que lo lleva en su moto. Otro tipo está en un museo contemplando un cuadro con su compañera y repentinamente le aprieta una nalga. Una pareja mayor acumula arrugas con parsimonia sobre un regazo. Dos varones se seducen en un dirty dancing y se acarician los rostros. Un dedo pícaro se pierde en una entrepierna envuelta por una tolla. Unos amantes juguetean desnudos entre las cortinas. Un maître llega a un restaurant para comenzar su turno mientras el cocinero se va porque finalizó el suyo. La chica no para de correr, parece estar queriendo huir de todas esas manos.

Si algo quedó del 2020 es la cicatriz del miedo al contacto humano. Pero “Tocarte”, la flamante canción de Jorge Drexler y C. Tangana, llegó con la intención de sanar eso. “¿Valiente o gallina? ¿La bolsa o la vida? / Picar medicina, chupar golosina / Perder la partida, beber tu saliva / Jugarme la vida / buscarme la ruina”, hila el montevideano para que después lo repita el madrileño.

Así, vuelven a la carga luego de “Nominao”. Sin embargo, “Tocarte” fue grabada antes de la canción que integra El Madrileño. La historia de estos dos artistas y estos dos temas está vinculada a los premios Latin Grammy, tal como se lo contó Drexler a Teleshow a través de una videollamada.

Jorge Drexler y C. Tangana - Tocarte

“Yo conocí a Pucho (C. Tangana) en Las Vegas, hace unos Latin Grammy atrás. Para su sorpresa, lo abordé en la alfombra roja y lo elogié porque él es co-autor de las letras de otro disco que, para mí, es un clásico y ha marcado época, como es El Mal Querer de Rosalía. Ahí me encontré cuartetas con un grado de complejidad, con conceptos difíciles, crudos, intensos, de sentimientos mezclados dentro de lo que es una relación de amor. Sobre todo, me impresionó el rigor estructural: son cuatro octosílabos con rima entre el segundo y el cuarto. Es decir, con rima asonante; una estructura igual que la del romancero español en el que está basado gran parte de la poesía gaucha. Por ejemplo, tiene el mismo largo de versos que la mayor parte del Martín Fierro”, recuerda y ejemplifica Drexler de un tirón.

Tangana también fue elogioso para con Jorge: “Fue muy cálido y cariñoso conmigo. Me contó que me escuchaba porque a su padre le gustaba mi música. Y a mí, que siempre me interesa la interacción, vi en él la posibilidad de un puente. Es un tipo muy determinado en lo que hace, muy talentoso, dispuesto a experimentar. Así que le dije: ‘Quedemos’. Tiempo después, la pandemia lo dejó quieto en Madrid y nos encontramos. Fue una simbiosis muy buena la que tuvimos, los dos nos beneficiamos”, define.

Esta singular dupla se concretó en una noche del verano boreal y pandémico en el estudio que Drexler tiene en Chueca, barrio hipster de la capital española, y que ahora se deja ver a través de su ventana de Zoom. “Pucho vino con Víctor Martínez, una de sus dos manos derecha. El otro es Alizzz, pero él no estaba en la ciudad. Entonces el papel de la computadora lo hizo mi hijo, Pablo, que tiene 24 años y que, para mí, es enormemente talentoso: lo que escuchás de programación es de él, también el diseño de sonido y la elección posterior de los bombos. Nos pusimos a trabajar de manera frenética: todo lo que escuchás ahí, salvo un par de detalles que grabamos después -como la voz de Pucho, unas risas y las mezclas que le hizo Carles Campón, mi productor e ingeniero de sonido-, se hizo, realmente, en seis horas. Salió muy rápido”, recapitula el cantante.

Y la terminación de los detalles fue artesanal: “Se hizo con las cosas que tenemos aquí en el estudio. Si te ponés a escuchar, te vas a dar cuenta de que son percusiones muy chicas. (Muestra a cámara una maraca y un pequeño tambor) Estos elementos tiene la canción, además de los bombos agregados. Y la guitarra de Víctor: yo no la toqué. Sólo me dejé guiar por Pucho en la toma vocal, dejé que programara Pablo y que tocara la guitarra Víctor. Ellos hicieron casi todo, tienen más crédito compositivo que yo en esta canción. Yo escribí la segunda mitad de la letra. A partir de: (Canta) ‘Quiero lamer la sal que traes de la playa…'. Antes de eso, había escrito Pucho”.

Jorge Drexler y C. Tangana
Jorge Drexler y C. Tangana se conocieron en una gala de los Latin Grammy y, a partir de eso, compusieron canciones que fueron premiadas años después (Sofía Colodrón / Gentileza Sony Music Argentina)

A la hora de pensar “Tocarte”, Jorge dice que es “un experimento creativo”. Y defiende el cruce: “Habrá gente que pensará que es una maniobra de marketing. Pero no es ese el móvil por el que la hice. En general, no es el móvil por el que hago las cosas. Si trabajo con Pucho, es porque él tiene un amor y un respeto por el género canción tan grande como el que tengo yo. Y a mí nunca me gustó ir por las autopistas, siempre me gustaron las carreteras zonales (se ríe). Sería mucho más fácil de difundir lo que hago si me mantuviera en mi quinta. Pero salí en otra dirección”.

Drexler no cree que la canción “esté tan alejada de lo que siempre he buscado” y asegura que “Tocarte pertenece “a la MPU, es música popular uruguaya tal como la entiendo yo. Tiene una raíz de candombe, que está escondida pero está ahí, porque Pablo es muy candombero: es medio uruguayo y medio español. Y tiene influencia brasilera, como ha tenido la música de Eduardo Mateo, la mía y la de muchísimos compositores uruguayos. En este caso, con la presencia de un género contemporáneo como es el funk carioca. Paradojalmente, con todo lo que conozco yo de Brasil, me lo presentó Pucho: ‘Tienes que escuchar las cosas nuevas del funk carioca, como MC Kevin O Chris y Dennis’. Ellos tienen un grado de minimalismo al que yo nunca había accedido, hasta ahora”.

A contramano de esa síntesis, está el enorme y celestial coro góspel que decora los versos reivindicatorios del amor de “La guerrilla de Concordia”, canción que Drexler editó en julio. Y que junto con “Tocarte” será parte de su próximo disco. “Va a salir en algún momento del año que viene, espero que a principios. Estamos trabajando en eso. ¿Viste que la pandemia produjo separaciones entre personas? En mi caso, produjo mi separación de las canciones. Sin la presencia del otro delante -del público cuando uno las prueba en vivo o los amigos en el asado del domingo-, me ha costado mucho terminar las canciones. Empecé a hacerlo recién ahora, que volví a tocar en vivo y me dieron ganas de grabar. Estamos depurando el repertorio, intentando encontrarle un hilo conductor”, cuenta.

C. Tangana y Jorge Drexler - Nominao

Cuando Drexler y Tangana finalizaron “Tocarte”, el madrileño le dijo al uruguayo: “Esta te la dejo. Ahora tienes que hacer otra para mi disco”. “Seis meses después, hicimos ‘Nominao’. Y también ‘Hong Kong’, junto con Andrés Calamaro”, dice Jorge sobre las dos canciones incluidas en El Madrileño que, además, los hizo encontrar una vez más en los Latin Grammy. Esta vez, para celebrar: fueron las ganadoras como “Mejor Canción Alternativa” y “Mejor Canción de Pop / Rock”, respectivamente, para cerrar un virtuoso círculo temporal y creativo.

“La historia de ‘Nominao’ es muy curiosa porque la hicimos en la noche de los Latin Grammy 2020. Yo estaba nominado por ‘Codo con codo’, que debe ser la canción con peor sonido de la historia de los premios: está grabada con un teléfono, de lejos, en una habitación de juntas de trabajo en un hotel de Costa Rica. Un sonido súper urgente. Que la hayan nominado me pareció muy bonito, porque me pareció que se estaban fijando más en el contenido que en el continente. Esa gala fue virtual por la pandemia, entonces me pidieron si podía estar conectado al Zoom a la hora señalada. Les dije que sí y luego me aclararon: ‘Es a las 4 y media de la mañana’. ¡Qué dolor!”, rememora.

Pero pasar la noche en vela, le disparó una idea productiva: aprovecharla para abrir una sesión de trabajo en un estudio. “Pensé: ‘¿Qué amigo noctámbulo tengo al que pueda pedirle que se venga a trabajar de madrugada?’. Lo llamé a Pucho y me dijo que sí. Llegó a la 1 de la mañana. Era muy tarde, yo ya estaba muy cansado, pero empezamos. A las 4 paramos para estar en la premiación y, después de eso, volvimos a grabar. Seguimos y a las 6 de la mañana estaba más o menos lista. Todo pasó en seis horas. Yo pedía: ‘Dejame volver a grabar’. Después la escuché y dije: ‘No, no hay que agregar nada, está bien así como esta’. Así trabaja Pucho. Ojalá yo trabajara así, pero en este momento estoy haciendo todo lo contrario: dándole 800 mil vueltas”, compara.

—Finalmente, ganaron el premio.

—Lo conocí en los Latin Grammy del 2019, la escribimos en los del 2020, hablando él desde su punto de vista: “Ni siquiera me han nominao. Me colé en este sarao”. Él estaba en la gala porque yo lo invité, se estaba tomando un whisky al lado mío y se reía mucho. “¿Pero ese no es Tangana?”, decía la gente que miraba los premios. Y todo se cierra porque ganamos en el 2021, lo cual me parece un chiste poético.

—Participaste de incontables galas de premiación, incluso ganaste un Oscar. ¿Qué te pasa con este tipo de ceremonias?

—No es que me disgusten, pero las entregas de premios no son la cosa más linda que uno tiene para hacer en la vida, en el sentido de que se pasa mucho nervio, mucha ansiedad, muchas expectativas. Es un mundo que revuelve mucho y, después, la mayoría de las veces, te deja poco aunque te lleves el premio.

C. Tangana, Jorge Drexler y Andrés Calamaro reciben el premio de "Mejor Canción Pop/Rock" por "Hong Kong" en los Latin Grammy 2021

Drexler nació en Montevideo, la capital de Uruguay, en 1964. Y hace 26 años que vive en Madrid. “Un montón, una vida entera, tengo un vínculo muy fuerte con esta ciudad”, dice.

—¿Sos de aquí o sos de allá? ¿Cuál sentís que es tu identidad?

—La identidad es fractal y podés ir acumulando identidades. Podés sentirte completamente madrileño -como me siento yo- y completamente uruguayo al mismo tiempo. Me encanta esta ciudad, te permite ser madrileño viniendo desde afuera. Como dice Joaquín Sabina: “Mi mujer nacida en Lima; por tanto, madrileña…” (se ríe). Y yo suscribo a eso. Es una ciudad en donde todos somos recién llegados y que se pobló en serio hace pocas generaciones. Tengo muy pocos amigos gatos-gatos (así se le dice a los nacidos en Madrid). Yo ya aporté tres gatos, que son mis hijos: los tres nacieron acá.

—Esa idea de “identidad fractal” puede pensarse en tu música, ¿no?

—Absolutamente. El concepto de fractalidad me interesa mucho: vos podés definir un territorio, pero en un mapa fractal los bordes son infinitamente densos. Y podés extenderlos todo lo que quieras, podés agregar cosas. Me encanta esa idea de que cuanto más te acercás a una cosa, a una persona o a un género musical, no es más sencillo, sino que es más complejo. Si en este momento agarramos un microscopio y lo pusiéramos adentro de esta taza de café, lo que mostraría no sería una cosa super plana: sería un cosmos enteros de seres vivos, de moléculas en movimiento... Hasta podés seguir aumentando a nivel subatómico. La realidad nunca es sencilla, siempre es compleja e infinitamente densa. Y creo que eso es algo que se manifiesta en todos los órdenes de mi vida, personales, creativos, profesionales

—¿Y cómo es poner tu nombre y apellido delante de tu obra?

—Bueno, al conocer a Antón (nombre real de C. Tangana) me di cuenta de que, cuanto más te acercas a él, hay más planos y capas de complejidad en su figura. Que C. Tangana, en sí, es un personaje. Igual que lo era Crema antes, igual que lo es El Madrileño ahora. Hay artistas que trabajan con un personaje interpuesto. Hay otros que, aunque parecemos no interponer un personaje, también tenemos un personaje público que a veces es más disimulado, pero no menos personaje. No hay que cometer el error de confundir la persona con lo que uno escucha de sus canciones, por más de que tenga el mismo nombre y apellido que en el documento de identidad, como es mi caso.

Jorge Drexler cuenta la historia de la canción "Sea"

Mirá, no me acordaba de que Sea salió hace 20 años. Soy muy poco dado a las efemérides”, responde Drexler cuando se le apunta que el álbum que lo puso en más oídos, sobre todo en Argentina, llegó a las dos décadas en este 2021 que se está escurriendo de los dedos. “La historia de ‘Sea’ es muy bonita y tiene mucho que ver con Argentina”, introduce al hablar de la canción que terminó bautizando al disco.

Nació tres veces: la primera, cuando la escribí, creo que en España. Y enseguida me di cuenta de que estaba hecha para ser cantada en vivo: la toqué por primera vez en La Trastienda, en mi primera o segunda ida a la Argentina, en el 2000, creo. O sea, que nació en Buenos Aires en el barrio de San Telmo. Y luego, salió en el disco. Pero realmente volvió a nacer cuando la escuché en la voz de Mercedes Sosa, que la grabó después en su álbum Cantora. Cuando la escuché ahí, dije: ‘Ah... así era la canción’. Porque hay que tener el talento y la acumulación de vivencias que tenía Mercedes como para poner una canción en su lugar de la historia, en el lugar narrativo en el que tiene que estar. Está muy vinculada con eso”, cuenta.

—”Sea”, además, es el nombre del disco. ¿Qué recordás de la concepción de ese trabajo?

—Cuando hicimos Frontera (1999) aplicamos un experimento llamado “Radiohead meets Atahualpa Yupanqui” o “Massive Attack meets Atahualpa Yupanqui” (se ríe). Era un procedimiento de trabajo con sampleos en un contexto rioplatense, aunque lo trabajamos en Madrid. La consigna era esa, literalmente: estaban esos dos tipos de sonidos juntos y nos quedamos con las ganas de avanzar en esta intención. Sea es un disco que se hizo a partir del sonido. Otros discos, como Eco (2004) o Salvavidas de Hielo (2017), se hicieron a partir de un repertorio y se encontró el sonido después. En Sea teníamos el concepto sonoro y queríamos explotarlo, así que me puse a escribir rápido como para poder tener canciones.

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