Esta semana la película Alerta roja encabeza la lista de las más vistas en Netflix, una buena propuesta de “acción y entretenimiento”. La trama ágil, las coreografías de acción espectaculares, un par de giros inesperados y unos cuantos gags la transforman en esos lindos recreos ante la vida cotidiana. Al disfrute también contribuyen sus protagonistas. Ryan Reynolds con su carita de eterno chico bueno pero pícaro y su capacidad única para la comedia más Dwayne Johnson con un talento actoral inversamente proporcional a su carisma único, no solo actúan, sino que la pasan bien y se les nota.
A los muchachos se suma, Gal Gadot, que vuelve a demostrar que “cualquier colectivo la deja bien” y en su caso la frase no se aplica en sentido peyorativo. La morocha puede ser Miss Israel, soldado en el ejército israelí, enamorarse en medio del desierto, encarnar a la Mujer Maravilla, estar en la saga de Rápido y furioso, vivir en Israel, pero trabajar en Los Ángeles, ser madre de tres niñas, prepararse para encarnar a Cleopatra, administrar un hotel y todo sin perder una pizca de glamour, buen humor o entrar en un estado alterado.
Gadot nació el 30 de abril de 1985 en Petaj Tikva, Israel. En hebreo su nombre significa “ola” y su apellido “ribera”. Desde chica ya demostró que se destacaría. Según cuenta era una gurrumina de cinco años y toda su familia estaba reunida en la terraza de su casa, pero nadie notaba su presencia, así que tomó una manguera y mojó a todos al grito de “¡Mírenme, soy yo, estoy aquí!”.
De chica también demostró vocación de heroína. A los 12 años estaba con su mamá en la playa, se metió al mar y vio a un nene de seis años que se ahogaba ante la indiferencia de sus padres. Gal no lo dudó, nadó hasta él, lo sacó del agua y se lo llevó a sus padres. “En aquel momento me sentí super responsable y fuerte”.
Irit, su mamá era profesora de Educación Física, por lo que no se asombraba al ver que su hija prefería jugar al básquet y otros deportes antes que ver televisión, pero notó que además de por personalidad y destreza, Gal se destacaba por belleza. La anotó en clases de baile y cuando terminó el secundario, en el 2004, la inscribió en el concurso para Miss Israel. La hija que había empezado a ganarse su primer dinero trabajando como cajera en una hamburguesería, no estaba muy convencida, pero se presentó y ganó.
El siguiente paso, representar a su país en Miss Universo, la abrumó. “Sabía que no quería ganar Miss Universo. No era lo mío. Para una joven de 18 años parecía demasiada responsabilidad”, dijo en entrevista para Rolling Stone. Sin disimulo boicoteó su participación, llegaba tarde a todos los ensayos y no usaba los vestidos adecuados para eventos tan importantes como… el desayuno. “¿Quién desayuno con vestido largo?”, les retrucaba a los organizadores “Recuerdo que Paula Abdul, quien era parte del jurado, me hizo una pregunta y yo estaba como: ‘Lo siento, mi inglés no es tan bueno’”, contó sobre sus tácticas. Pese a su desgano llegó a ser una de las 15 finalistas entre 80 candidatas. No logró la corona algo que ella vivió como “perder victoriosamente”.
Luego del concurso le llovió la notoriedad, pero ser el centro de atención en Israel no le gustaba, así que para escapar se fue a modelar a Milán y París. “En Milán me arriesgué a arruinar mi carrera como modelo debido a su fantástica comida”, contó alguna vez.
Fue entonces que, como todos los jóvenes israelíes tuvo que entrar al servicio militar. “Son dos años en los que tenés que dar algo por tu país. No se trata de uno, se aprende disciplina y respeto”, dice cada vez que le preguntan por esa experiencia. En el ejército aprendió manejo de armas y tácticas militares algo que la ayudaría y mucho en su carrera. “Estar en la fuerza de defensa israelí fue una gran experiencia porque aprendí bases fundamentales de combate; me hubiera costado mucho adaptar mi cuerpo a ciertos movimientos si no hubiera pasado por esa presión. Uno muchas veces piensa que ciertos momentos de la vida pueden ser totalmente inútiles, cuando en realidad son lecciones que pueden abrirte puertas inmensas en el futuro”.
Mientras estaba en el ejército causó controversia cuando posó muy sensual para un artículo de la revista Maxim titulado “Las mujeres de las fuerzas armadas israelíes”. La foto de Gal estaba en la invitación a la fiesta de presentación del controvertido número, la cual apareció en la portada del New York Post.
Al ver las imágenes, muchas compatriotas realizaron una campaña aduciendo que no podía representar a una “mujer luchadora” y un político hasta se animó a asegurar que deberían “haber elegido a alguien con más sustancia”. Hoy, tras su éxito, las voces que la criticaban resaltan su compromiso y la colocan como ejemplo, a diferencia de la modelo Bar Refaeli, también israelí, que se fue del país para evitar el servicio militar.
A la actuación llegó casi por casualidad. Después del ejército se puso a estudiar derecho. El director de casting de James Bond estaba en Israel, buscando a la próxima chica Bond. A Gal le preguntaron si quería hacer una audición y respondió que no por dos válidas razones: no sabía actuar ni sabía inglés, además se consideraba “demasiado seria e inteligente para ser actriz”. Pero sus amigos y familiares insistieron e insistieron y con tal de no seguir escuchándoles fue a la audición. “No obtuve el papel de chica Bond, pero fui elegida para Rápido y Furioso, y así comenzó todo”.
Como Gisel Yashar fue parte de tres películas de la saga y se la pudo ver en otras propuestas como Criminal y Triple 9. Su nombre empezaba a ser algo más que conocido y el éxito parecía asegurado. Sin embargo, Gal no estaba feliz. “En Hollywood hacés una audición y luego una prueba de compatibilidad con otro actor, y luego otras reuniones y después de semanas no obtienes el papel. Estaba un poco cansada de ese mecanismo y echaba de menos Israel”. La muchacha extrañaba la gente, los amigos, la familia, pero también el mar y la comida. En suma, extrañaba eso que llamamos hogar. Estaba evaluando seriamente la posibilidad de abandonar Hollywood, volver a su país, retomar la universidad cuando le llegó la oportunidad de protagonizar La Mujer Maravilla.
La primera vez que la actriz se puso en el papel de la superheroína fue en la cinta Batman vs Superman: El Origen de la Justicia, donde compartió pantalla con los actores Henry Cavill y Ben Affleck. Al año de ese estreno le llegaría su gran oportunidad en el papel protagónico de Wonder Woman. Pero ya sabemos que la vida muchas veces es “una de cal y otra de arena”. Muchos fans del personaje pensaban que comparándola con Lynda Carter, Gadot no era la adecuada.
“Esquelética”, “sin curvas”, “morocha sin gracia”, “palo de escoba con cabeza” o “le faltan pechos”, fueron solo algunos de los epítetos que inundaron las redes y que volvieron a demostrar que más que redes sociales a veces son redes cloacales.
Lejos de bajonearse por los comentarios, Gadot entrenó su cuerpo con una mezcla de artes marciales y pesas, a las que sumó esgrima, kickboxing, capoeira y jiu-jitsu brasileño. Además, aprendió a “dar patadas acrobáticas”, cabalgar y usar espadas. Le organizaron un plan de cinco comidas al día; solo tres de las 20 viandas podían ser de algo que ella deseara.
La película fue un exitazo que recaudó más de 800 millones de dólares y consolidó la fama de Gadot. Sin embargo, mucho pero mucho antes de que le llegara la megafama, las películas exitosas y su nombre se hiciera conocido en casi todo el planeta, a la morocha le llegó el amor.
En el 2006 tenía 21 años y decidió participar en un retiro espiritual en medio del desierto israelí. Según contó en la revista Glamour la propuesta era “hacer yoga, explorar los chakras y comer sano”, pero en el lugar también estaba Jaron Varsano, empresario inmobiliario y diez años mayor y aunque Cupido no era parte del evento hizo su trabajo. La segunda vez que se vieron y solo unos días después del retiro, Varsano le confesó a Gadot que la cosa iba en serio y que no esperaría más de dos años para proponerle matrimonio. “Creo que [sabía que él era el indicado], pero era demasiado joven para entenderlo”. En septiembre de 2008, se casaron y desde entonces están juntos.
En noviembre de 2011 nació Alma su primera hija. De Maya, la segunda, quedó embarazada mientras filmaba Wonder Woman. No le dijo nada al equipo, pero a las semanas de terminar el rodaje le pidieron que volviera a filmar algunas escenas y el traje de heroína no entraba porque estaba de cinco meses. Disimularon el embarazo con un rediseño del traje mientras la actriz decía entre risas que “al menos, podré decirle a Maya que estaba en la panza de su mamá en medio de una escena de batalla”. En junio del año pasado en sus redes sociales anunció la llegada de Daniella, su tercera hija. “No podría estar más agradecida, más feliz (y más cansada)”.
Con Varsano son una pareja bien pareja. No hay una estrella ni un estrellado sino dos compañeros. Gal lo ayudó a reformar y montar un hotel en uno de los barrios históricos de Tel Aviv que luego compró el multimillonario ruso Román Abramóvich por 26 millones de dólares. Él no duda en acompañarla en filmaciones y cuidar a las nenas. “Creo que Jaron y yo formamos un buen equipo. Nos ayudamos a progresar en todas las áreas de la vida. Ambos estamos muy dedicados a nuestras carreras”.
En una entrevista con Vanity Fair, Gal dijo que “Es un marido asombroso, muy a favor de la mujer”. Va un pequeño ejemplo. Su hija mayor tenía dos años y le llegó la propuesta de filmar en Los Ángeles, la familia estaba instalada en Londres y Gal se preguntó si esa vida nómade era lo mejor para su niña. “Fue mi esposo quien me dijo: ‘Pensá en qué tipo de modelo a seguir querés para ella. Si querés demostrarle a Alma que puede seguir sus sueños, eso es lo que debés hacer, ya resolveremos la logística”.
Gal sabe que es una de las actrices del momento. En las entrevistas podría quedarse en un lugar cómodo y hablar solo de sus proyectos, sin embargo, se involucra en la lucha feminista. “No soy el tipo de mujer que apunta a los hombres y los culpa de todo, porque no creo que sea culpa de alguien en específico; sin embargo, pienso que tomará tiempo corregir algo que se viene arrastrando de años y crear un buen ambiente para que las mujeres tengan igualdad de oportunidades y de salario”, declaró en una entrevista con la revista GQ y agregó “el tren va en la dirección correcta y va avanzando, pero hay un largo camino por delante”.
Acompaña sus palabras con pequeñas revoluciones. Se sumó se sumó al movimiento de varias celebridades en contra del código de vestimenta que las obliga a lucir en las alfombrar rojas zapatos de tacazos tan altos como incómodos. “No es bueno para la espalda, entonces, ¿por qué lo hacemos? Mi objetivo es crear tendencia y que otras como yo opten por zapatos planos”.
Bella, comprometida, con un marido compañero y una familia espectacular como dicen por ahí “las tiene todas”.
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