Jessica Alba supo toda su vida que quería ser actriz. En alguna oportunidad comentó que desde que tiene uso de razón en su cabeza estaba la idea de dedicarse a la actuación. El vago recuerdo, cuando se traslada a aquella época, la sitúa en sus cinco años, pero ella cree que mucho antes ya jugaba a interpretar.
Sin embargo, por distintas cuestiones por las que atravesó en su infancia, vinculadas a su salud y a la de su mamá, recién a los 12 años pudo ir a tomar clases de actuación. Sus maestros le advirtieron a sus padres que tenía un talento que había que desarrollar. Que la niña tenía capacidad, y que solo había que pulir ese diamante en bruto para que brillara con luz propia.
Corría el año 1993, habían pasado tan solo 9 meses de su primera clase, de esa primera incursión, y un agente de cine, una especie de cazatalentos, vio a Jessica y le ofreció un papel en la comedia Camp Nowhere, que se estrenaría en 1994. Ese fue su salto, que vino acompañado de una especie de guiño del destino. Sintió que fue tocada por la varita mágica por cómo se habían dado los acontecimientos.
Los productores le dijeron en un principio que la convocaban para un papel menor, de apenas unas pocas semanas, que no estaría durante todo el desarrollo del guion. Sin embargo, la grata impresión que dejó Alba, sumado a que la protagonista se bajó del filme, hizo que la adjudicaran el personaje principal. Mejor no podía comenzar su camino a la fama dentro del mundo hollywoodense.
Al tiempo Jessica, que se caracteriza por el bajo perfil y brindar pocas entrevistas, sostuvo que no la eligieron por su talento, sino porque tenía características físicas similares a la persona que había reemplazo. Claro, el director dijo todo lo contrario: que había visto en ella un gran potencial.
Como fuera, desde entonces ya no paró nunca de trabajar, aun desarrollándose en papeles menores. Había comenzado demasiado arriba, y no le resultaría sencillo equiparar aquel debut. En 1999 logró tener lugares destacados en Nunca me han besado y El diablo metió la mano. Y un año después se le abrieron las puertas de manera definitiva por su labor en Dark Angel. Fue su arribo al estrellato, en un presente que le abría las puertas a un futuro promisorio dejando atrás, al fin, un pasado de sufrimiento.
Una infancia compleja
Es momento de introducirnos en aquella época traumática: sus primeros años de vida. Jessica Alba transitó por momentos delicados que, según explicaría más adelante, le permitieron fortalecerse y no detenerse en pequeñeces. Golpes de esos que cada tanto suele darnos el destino, pero que ella los recibió todos juntos, y siendo apenas una niña.
Alba nació en Pomana, California, Estados Unidos. Su padre, Mark Alba, fue un militar mexicano, y su madre, Catherine Jensen, tiene ascendencia danesa. A Catherine le diagnosticaron cáncer a los 20 años, cuando Jessica era muy pequeña. En un primer momento los médicos no fueron optimistas: las probabilidades de que superara la enfermedad eran pocas. Y a partir de entonces, la dinámica familiar se modificaría por completo: corridas, idas y vueltas al hospital, tratamientos, un padre que se desdoblaba cuidando de sus esposa y sus dos hijos (Jessica y Joshua, un año menor de su hermana y también actor). Y estaban las dificultades económicas, que la actriz describiría más adelante, en un posteo en las redes sociales: “Nací en una familia mexicoamericana trabajadora. Mis padres tenían varios trabajos, haciendo lo que fuera necesario para salir adelante”.
Casi al mismo tiempo que su madre enfrentaba el cáncer, Jessica también empezó a exhibir una salud frágil. “Sufrí de enfermedades crónicas, asma severa y alergias, lo que me llevó a largas y solitarias semanas en el hospital durante el periodo en el que era tan solo una niña”, contó hace dos años en el sitio Romper. “No había soluciones duraderas para mis problemas de salud, me recuperaba y al poco tiempo de vuelta, y cuando tenía diez años, me di cuenta de cómo el bienestar puede definir toda tu vida”.
“Entre los cuatro y cinco años sufría neumonías, y por años, vivía hospitalizada. En dos oportunidades tuve los pulmones colapsados. La pasé verdaderamente mal”. Pero eso no fue lo peor: tuvo una peritonitis que casi le cuesta la vida. Al poco tiempo le encontraron un amigdalar. Como resumió Jessica, fue un “padecimiento constante”.
El miedo la persigue desde entonces. Si bien su mamá se pudo recuperar y llevar una vida normal, está en permanente alerta: se hace estudios permanentes de prevención. “Muchas mujeres en mi familia murieron por diferentes tipos de cáncer, ninguno de ellos genético”, explica la actriz.
Respirar
En 2008, con el nacimiento de su primera hija, Honor Warren, decidió cambiar su mirada angustiante por otra optimista. Enfocarse en las cuestiones positivas. En definitiva, lo peor ya había pasado. Ya para ese año era una actriz exitosa de Hollywood, había encontrado al amor de su vida en el productor Cash Warren y estaba disfrutando de esa familia que tanto soñó.
“Tuve un momento real de pensar quiero vivir, florecer y pasar todo el tiempo con esta personita que traje al mundo como pueda” contó la actriz. “Mi salud importa, quiero que esta personita sea saludable. Y es muy duro ser feliz cuando no tienes tu salud”.
“Mi motivación no era: ‘¿Van a volver a contratarme otra vez?’. Francamente, estaba en la cima de mi carrera”, sostuvo, y se enfocó entonces en Honor. Se alejó por un tiempo de las grandes producciones para dedicarle tiempo a su hija. Luego regresó, con el mismo espíritu y enfoque de siempre, pero sabiendo que el trabajo ya no lo era todo.
Sin ir más lejos, desde 2019, que hizo Killers Anonymous, está alejada de la pantalla por decisión propia. Ya son casi tres años fuera de los sets de filmación, y parece no extrañarlo. En parte porque el pasado golpeó de nuevo su puerta (su padre tiene cáncer de colon). Y además, porque puso sus energías en otro lado, en su faceta empresarial.
En 2012 fundó su propia firma, a la que llamó The Honest Company, dedicada a la belleza, el cuidado personal y los productos infantiles. Si bien antes tenía personas encargadas de hacerla crecer, hoy está ella enfocada en eso, para poder tener más tiempo libre, todo muy distinto a las largas jornadas de grabaciones. Entendió que hacer lo que la hace feliz es su prioridad número uno, más allá de que la actuación también sea importante. Porque Jessica Alba prometió volver, pero no con papeles que le demanden mucho tiempo. Prioridades. De eso se trata.
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