“Hoy, 9 de noviembre, hace tan solo un mes que te fuiste físicamente de mi lado”, comienza el texto que Ana Rosenfeld escribió en su cuenta de Instagram en memoria de su marido, Marcelo Frydlewski, quien falleció el 9 de octubre en Miami por una complicación en su cuadro de coronavirus.
La abogada compartió una emotiva carta y, en diálogo con Teleshow, contó que el domingo pasado hubo una ceremonia íntima y familiar porque se cumplió un mes de su partida, según el calendario judío. De todas formas, este martes no quiso dejar de hacer mención. “Nunca vas a dejarme sola porque tu luz siempre va a brillar y le prometí a nuestras hijas que iba a ser fuerte y honrar cada minuto de la vida que compartimos”, sostuvo sobre los 36 años que compartieron. Fruto de su amor, nacieron Pamela y Stephanie.
“Lloro cada segundo que huelo tu perfume y te busco a mi alrededor cuando imagino tu voz”, agregó Ana en el desgarrador texto que quiso compartir con sus casi 600 mil seguidores de Instagram. “Ya sé que no vas a entrar más por la puerta, como te vengo esperando. Ahora solo estás adentro mío y es ahí donde estarás para siempre”, continuó la abogada y consideró: “La vida es un antes, y ahora en más, un después”.
Se conocieron en la facultad cuando ella era muy joven (a los 20 ya se había recibido de abogada), pero en ese momento no pasó nada. Tiempo después, cada uno se casó y, una vez divorciados, se reencontraron. “Estudiamos juntos. Nos reencontramos hace 36 años, vino a mi oficina por un tema laboral con quien era mi pareja, él no llegaba y me dijo que lo atendiera yo. Fue de a poco porque teníamos una relación cada uno por nuestro lado. Recordamos historias de la facultad. Después me fui de vacaciones a Brasil con mi hermana y él se apareció de sorpresa, empezó una relación hermosa y no paró”, recordó Ana recientemente en una entrevista con Ángel de Brito en Los ángeles de la mañana.
“Marcelo era un hombre feliz que disfrutaba todo y siempre supo que estaba enfermo de otras cosas”, dijo y recordó cuando durante la internación por COVID-19 los médicos pidieron autorización para realizar procedimientos: “Nos dicen que si no lo intubaban se moría, me despedí de él y lo emocioné con mis palabras. Sentí que le tenía que dar valor porque para él que lo intubaran era una despedida, no era como una anestesia de una operación”.
“¿Cómo te dicen que estaba muriendo?”, le preguntó Ángel de Brito a la abogada. “Eso fue cruel”, admitió ella y siguió: “Al principio no me dejaban ir más que un ratito aunque estaba en terapia común. El 22 de septiembre me llamaron para decir que quedaban horas de vida y me fui a despedir de él. Lloré, grité porque me dijeron que se estaba yendo y duró. Duró hasta le 9 de octubre. Se dieron cuenta que me habían hecho un daño diciendo que le quedaban horas y me dejaron ir dos veces al día. Iba un rato a al mañana y a la tarde, todos los días. Le cantaba, le hablaba, las boludeces que le habré dicho, del día a día, de los mensajes y el cariño, que qué hacía con las camisas y la valija. El 9 de octubre a las cinco y media de la madrugada suena el teléfono y dije... nunca te imaginas. Era del sanatorio y el médico con un inglés muy difícil me dijo por teléfono: ‘Marcelo se acaba de ir’. Largué en llanto, impotencia porque siempre tenés la ilusión del milagro. Yo le pasaba audios y canciones que le habían bien al corazón”.
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