4 de enero de 2000, Sanatorio Cantegril, Punta del Este, Uruguay. Claudia Villafañe llora, lo mira, lo acaricia. Diego Maradona está intubado, dormido, en coma. Ella lo observa con amor, le toca la frente, dirige sus ojos al techo queriendo llegar al cielo. De repente, llegan Doña Tota y Don Diego a la clínica. “Está difícil la cosa, tiene el cuerpo muy castigado... Pero va a salir adelante, tengo una fe tremenda. Ni se me cruza por la mente que Diego no se despierte más”, les dice Guillermo Coppola a los padres de su amigo, dándoles un aliento de esperanza. Tota entra rauda a la habitación e ignora a Claudia, va directo a Diego. Chitoro, en cambio, consuela a su nuera con un abrazo.
“M’hijo... ¡M’hijo! ¿Qué le hicieron para estar así? Su padre y yo apenas conocemos de eso... Quién lo metió en ese camino, ¿eh? ¿Quién? Me acuerdo como si fuese hoy, cuando usted era chiquito y era feliz, con la pelota en los pies y las patas en el barro”, llora la Tota mientras le habla a su hijo en grave estado. De repente, se da vuelta, le clava los ojos a Claudia y le despacha sin anestesia: “¡No lo cuidaste!”. Villafañe apenas puede sostenerle la mirada a su suegra y agacha la cabeza, hecha un llanto.
El nudo dramático del primer episodio de Diego Maradona: Sueño Bendito es ese choque entre Dalma Salvadora Franco (más conocida como Doña Tota, encarnada por Rita Cortese) y Claudia (Julieta Cardinali), con Don Diego (Claudio Rissi) como único testigo. Pero, ¿fue realmente así?
En el segundo episodio de la serie que emite Amazon Prime Video, Claudia la encara a Tota a la salida de la sala. “¿Qué le pasa conmigo? ¿Por qué dijo algo tan feo? ¿De verdad piensa que yo no lo cuidé a su hijo? Diego tiene este problema hace más de 15 años y yo estoy ahí, hace 15 años cuidándolo sola...”, dispara. “¿Por qué no hablaste en su momento, cuando apareció el problema, en lugar de apañarlo?”, le recrimina la madre del Diez. “Pero si yo jamás lo apañé...”, atina a contestar la mamá de Dalma y Gianinna. “¡Pero no llamaste a la familia, nos dejaste afuera de todo!”, se justificó la mujer de Don Diego.
“¿Y ustedes qué iban a poder hacer? Diego no escucha a nadie”, siguió Villafañe. “A mí sí me escucha, Claudia”, insistió Tota. “Cuando una persona se quiere drogar, no le pide permiso a la mamá”, quiso cerrar Claudia. Pero Franco se guardaba un último puñal: “Mirá, Diego se drogó mucho tiempo, como vos decís, es verdad. Pero nunca llegó a tanto. Y esto es porque vos lo dejaste solo, porque vos te quisiste separar. Él no quería. Te olvidaste que le dijiste que era para toda la vida, te olvidaste. Y ahora qué, ¿le querés soltar la mano? Si mi hijo se muere, yo no te lo voy a perdonar nunca. Y si no se muere, tampoco”, cerró la Tota dejando perpleja a Claudia y sin posibilidad de réplica.
Lo que pone en evidencia en este diálogo es que Diego y Claudia ya no eran pareja desde hacía algunos años (son muchos los que señalan que Maradona se consideraba “soltero” desde 1998), pero pese a esto, ella decidió acompañarlo a Punta del Este para pasar fin de año juntos, en familia y con las hijas de ambos. El destino, casi trágico, hizo que se dieran escenas como las que recrea la serie.
“¿Me podés escuchar?”, le pide ella a él en otra escena. “En realidad la pregunta sería: ¿Hace cuánto que no me podés escuchar, que no me podés ver?”, le dice Claudia entre lágrimas. Y aprovecha que Diego está dormido para descargarse: “¿Sabés una cosa? Hasta cuando te ibas con otra... Yo te odiaba, eh. Pero te amaba. Qué importa si me fuiste infiel una vez, mil veces, me diste tanto amor. ¿Te acordás en el Barcelona, cuando te rompiste y nos dejaron ahí tirados en el playón y yo te dije: ‘No se terminó el juego’?. Bueno, no se terminó el juego ahora tampoco. Así que despertate porque vas a salir vivo de acá. Dale, Diego, despertate, por favor”, insiste la Villafañe que interpreta Cardinali, acostado a los pies del Maradona al que le puso el cuerpo Juan Palomino. Y la realidad vuelve a superar a la ficción.
“Los dos sabíamos que nos espiábamos, así que apenas la cabeceé, aceptó. Justo, justo en el momento en que empezamos a bailar, ni nos habíamos saludado todavía, meten el tema ‘Yo te propongo’, de Roberto Carlos... ¡Espectacular! Me ahorró todas las palabras, que justamente no me sobraban. A partir de ahí, a partir de ese momento exacto, somos El Diego y La Claudia. Y no sabemos vivir el uno sin el otro”, recordó el propio Diego en su biografía Yo soy El Diego de la gente (2000), escrita por Ernesto Cherquis Bialo y Daniel Arcucci a partir de diálogos con el Diez.
“Bueno, ella se tuvo que acostumbrar a algunas cosas. Y no hablo de las concentraciones, precisamente: una vez yo volví muy tarde, casi de día. Ni dormí: me bañé y me fui a entrenar. Mi viejo me escuchó, pero no me dijo nada... Al mediodía, cuando volví, lo veo a mi viejo hablándole a la Claudia, casi a los gritos: ‘¡Vos no podés hacerlo acostar tan tarde al nene, lo tenés que cuidar un poco más, él tiene que ir al entrenamiento!’. Yo quería que me tragara la tierra: esa noche no había salido con la Claudia”, contó Maradona. Y con esas palabras se cierra el capítulo inicial (“El origen”) de su citada biografía, en el que Diego admite no haberle sido del todo fiel a Claudia, incluso cuando la relación entre los dos recién comenzaba.
“Nuestro momento más difícil fue cuando él estuvo en coma”, recordó Claudia cuando estuvo de invitada en Quien quiere ser millonario (Telefe), en febrero del 2020. “Eso fue muy difícil porque las chicas eran muy chicas y Dalma se puso todo eso a su hombro, salió ella a enfrentar a la prensa. Yo no me animaba a hablar, no me gustaban las cámaras. Y cómo ella ya trabajaba en la tele, sintió que tenía que ser ella a salir a hablar y contar la realidad, lo que estábamos viviendo”, le contó a Santiago del Moro, conductor del ciclo.
“Fue un momento super difícil, pero gracias a Dios y a él, que quiso, se pudo salir. Y se terminó con una batalla fea, que lo hizo perder un montón de cosas, sin querer, sin darse cuenta de la situación. Por suerte eso quedó atrás y resurgió otra vez”, enfatizó Villafañe. “En esos momentos yo siempre supe que iba a salir. No sé por qué, por ahí pensando en mis hijas. Uno le pone: ‘Tenés que hacerlo, tenés que hacerlo, tenés que salir de esta’. En los momentos del coma, cuando sentís que se puede ir, es fuerte”, cerró su relato.
Pocos días después de su ataque cardíaco, Diego volvió a Buenos Aires desde Punta del Este para continuar su internación en el Fleni. Allí seguía firme Claudia, quien dormía cada noche al lado de la cama de él, acostada en una colchoneta tirada en el piso. “La colchoneta me la trajeron unas mamás del colegio, porque primero dormía sentada en el sillón. La inflamos un poco cada una, acá en el pasillo. La gente nos miraba porque no entendía qué hacíamos con una colchoneta de pileta. Pero es más cómodo. Al menos me acuesto un poco”, le dijo a la revista Gente. Al respecto, Diego hizo una broma típicamente maradoniana: “Es que yo voy a llenar el cuarto de agua para que Claudia quede flotando a la altura de mi cama así la puedo tocar un poquito”.
“Lo tengo todo el día con canales que pasan videos de música y Discovery Channel. No quiero que se enganche con nada de lo que dicen de él. Ya es suficiente con esto, ¿no?”, le decía Claudia a Gabriela Cociffi en aquel encuentro en la habitación del Fleni. “Claudia es la mejor mujer, la que elegí para toda la vida. No puedo hacerle ningún reproche. Yo me sentí dejado de lado, pero ella es la mejor madre, la mujer que tengo en mi corazón. Voy a morirme a su lado, la quiero con toda mi alma”, confesó Maradona durante su internación.
Así como se ve en la actual serie y lo que se recuerda de la época, Claudia no le soltó la mano a Diego en ese duro momento. Incluso, dos semanas después de que le dieran el alta, ella lo acompañó a Cuba para que iniciara su recuperación. Los problemas, encadenados a la misma adicción, no tardarían en volver. Pero esa ya es otra historia.
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