La versión extendida de Cinema Paradiso que cambia el sentido del filme: un reencuentro amoroso y la obsesión de Alfredo

El clásico italiano de Giuseppe Tornatore se estrenó en 1988 en Europa y dos años más tarde en la Argentina. La historia de Totó y Alfredo se convirtió en un verdadero homenaje al cine. Sin embargo, en el 2002 se conoció la versión del director, de 173 minutos que cambia la historia

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Totó se reencuentra con su madre y regresa a Giancaldo, Cinema Paradiso

María (Pupella Maggio) está tejiendo, escucha el timbre y suelta las agujas. Mientras el tejido se deshace, como una metáfora del tiempo que va para atrás, ella se reencuentra con Salvatore, Totó, su hijo quien hace más de 30 años no visita su pueblo, Giancaldo.

En la versión del filme de Giuseppe Tornatore que se importó a América Latina, la visita de Salvatore a la casa de la infancia es breve: visita a su madre, va al funeral de Alfredo y va a la casa de la viuda a buscar la cinta que le dejó su maestro, con los cortes de los besos, para cerrar la película con una de las escenas más famosas de la historia del cine. Sin embargo, aquel viaje según la mirada del director que se conoció 24 años más tarde, no fue tan fugaz.

“Vete y no vuelvas, no pienses en nosotros, no llames, no escribas y hagas lo que hagas, ámalo, como amabas la cabina del Cinema Paaradiso”, le había dicho treinta años antes Alfredo (Philippe Noiret) a Totó (interpretado en su adolescencia por Marco Leonardi) al oído, segundos antes de que éste se tomara el tren a Roma para comenzar su exitosa carrera como director y productor cinematográfico, pasión que él le había transmitido en su niñez. Aquella frase con la que el ex proyectista despidió a su joven amigo, toma otra dimensión al ver la versión del director del filme, que salió en el 2002, que en realidad dura casi una hora más que la que llegó a la Argentina y que hoy se puede ver a través de Youtube.

Alfredo y Totó se despiden

En ambas, el filme muestra cómo un pequeño Salvatore (Salvatore Cascio ) de seis años, se refugia en el cine del pueblo mientras espera ilusionado que su padre regrese de la guerra. Fascinado por la pantalla grande, le insiste a Alfredo el proyectista, para que le enseñe el oficio que de inmediato amó.

A sabiendas de que el cine era una fuente de entretenimiento que no todos podían pagar, una noche deciden proyectar una película en una pared para que quienes estuvieran en la calle pudieran verla, pero el proyector comenzó a calentarse hasta prender fuego la cinta generando un incendio que le costó la vista a Alfredo por lo que a su corta edad, Toto comienza a trabajar oficialmente allí.

Trailer de la película italiana "Cinema Paradiso"

Llegada su adolescencia, se enamora de Elena (Agnese Nano), a quien por oposición de los padres de ella, según la versión acotada, dejó de ver. Tras su primera desilusión amorosa, el protagonista deja el pueblo y regresa recién más de tres décadas después, tras la muerte de Alfredo. Ahora es un importante director de cine radicado en Roma y se reencuentra con su madre, su pueblo y con los restos del Cinema Paradiso que tras la irrupción de las videocaseteras, está a punto de ser demolido.

Aunque el final es el mismo y como dice el dicho, aquí literal, todos los caminos conducen a Roma, Toto regresa a su casa a continuar con su carrera y nuevamente da vuelta la página al salir de su pueblo, varias situaciones y revelaciones lo atravesaron en su viaje a Giancaldo luego de ver en la calle a una mujer idéntica a su amada Elena, su novia de la juventud.

Persiguiendo a la joven que le hizo rememorar su juventud, el personaje interpretado ahora por Jacques Perrin logra encontrar a su Elena a quien, aunque sabe que hoy su vida es diferente -está casada y tiene hijos- invita a salir. Ahora interpretada por la actriz francesa Brigitte Fossey, ella mantiene intacta su belleza y su mirada y él vuelve a ser el inocente y divertido Totó de sus veinte años, muy lejos del exitoso e imponente productor rodeado de mujeres que es en la capital italiana.

Totó se reencuentra con Elena, Cinema Paradiso

—Te esperé.

—Yo no te he olvidado nunca, jamás.

—Yo tampoco, pero desapareciste. ¿De qué sirve hablar ahora?

“La última vez quedamos en encontrarnos el el Cinema Paradiso y no viniste, ¿sabés cuántos años pasaron? Más de treinta”, la acusó Salvatore de mentir sobre los motivos que los separaron, pero ella tenía su argumento. Habiendo asistido a la cita contó detalle a detalle lo ocurrido y le confiesa que le había dejado una nota que decía dónde buscarla y ahí los personajes reaccionan. “¡Maldito Alfredo!”, protesta Totó consciente de que su amigo manipuló la situación.

“Siempre me ha faltado algo. Nunca habría imaginado que todo terminara por culpa de quien fue un padre para mí. Un loco”, reflexionó el personaje principal al hacer un balance de su vida sin Elena y se cuestionó cómo pudo ser que no viera aquella anotación que ella le dejó y que hubiera cambiado la vida de ambos.

¿Qué deberían sentir los personajes tras la mentira de Alfredo? “Si él no hubiera hecho te hubieras quedado y no hubieras hecho tus películas, las vi todas y son maravillosas”, comprendió Elena que la pasión que Salvatore tenía por el cine era tan profunda y que Alfredo, quien de alguna manera le transmitió eso cuando Totó era un niño y quería aprender cómo se proyectaba, la puso por encima de todo, incluso de quien era el amor de su vida.

Un fragmento de Cinema Paradiso

Cinema Paradiso se estrenó el 8 de febrero de 1990 en la Argentina, dos años después que en Italia y tiene una duración de 124 minutos, 39 menos que la versión del director que salió a la venta en el 2002.

No hay dudas, quienes vieron la obra maestra de Giuseppe Tornatore la amaron. El montaje de las escenas, las metáforas y la espectacular música de Ennio Morricone (La misión, Los Intocables, Los ocho más odiados) hicieron de Cinema Paradiso un clásico al que no habría que revisar, ni cuestionar, como si se tratara de un amor de la adolescencia a quien es mejor no ver años después. Así, la poco más de media hora que no se vio hace 31 años, podría dejar un sabor agridulce a quienes tienen a la película entre sus indiscutidas.

La versión del director tiene el mismo final que la que llegó en 1990: Totó en el cine en Roma mirando las escenas prohibidas que le separó su amigo fallecido, pero indudablemente cambia la esencia de la película. Cinema Paradiso es una historia de amor, pero no del amor de pareja, sino del amor al cine, a un oficio, y a la amistad. La “nueva” versión da un rol central al romance de Totó y Elena dejando tal vez no muy bien parado a Alfredo que con estos agregados, aunque sigue siendo un consejero para el protagonista, ya no es tan transparente.

La versión de Tornatore muestra la verdad de lo que pasó, que aunque incomode, es la verdad. Los 39 minutos reveladores responde aquellas preguntas que el espectador fascinado con la película no se hizo y de alguna forma ata cabos que quedaban sueltos.

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