Como lo demuestra el éxito de la serie The Crown y aunque muchos no sepan explicar el por qué, la familia real británica ejerce una poderosa atracción sobre el resto de los mortales. Ya sea por curiosidad, cholulismo o auténtica fascinación, al conocerlos “en persona” otras personas se sienten intimidadas y protagonizan momentos entre divertidos y vergonzosos. Las estrellas de Hollywood no escapan a la regla y aunque están acostumbradas a los flashes, cuando fuera de libreto se enfrentan con los royals protagonizan momentos… de película.
Emma Thompson quiere besar al Príncipe
Quizá porque leyó muchos cuentos donde la doncella besaba al sapo que así se convertía en príncipe o quizá simplemente porque su sentido de humor es legendario, lo cierto es que Emma Thompson rompió todo el protocolo con el príncipe William. La actriz se presentó en el Palacio de Buckingham donde sería condecorada como dama del Imperio Británico (o de lo que queda de él).
Emocionada caminó por la alfombra roja. Vestido de gala, el príncipe William la esperaba sonriente y con amable solemnidad la condecoró. La actriz estrechó sus manos y para asombro de los presentes le lanzó un: “No puedo besarte, ¿no?”. Sin turbarse y divertido, el hijo de Lady Di respondió “¡No, no! Este día no es sobre mí, es tu día”.
Thompson explicó que lo suyo no fue desfachatez sino que “Amo al príncipe William, lo conozco desde que era pequeño, y nos hemos reído mutuamente. Si eres el primero, tienes que ser más formal en una ocasión como esta, me ha dicho. Él es maravilloso y lo está haciendo muy bien”. No fue la primera vez que la actriz rompió el protocolo real. Según contó cuando el príncipe Carlos se estaba separando de Diana, le mandaba cartas llenas de humor para animarlo, incluso llegó a decir que “bailar con Carlos es mejor que el sexo”.
Sobre por qué aceptó el premio, ella que no es una defensora de la monarquía explicó: “cuando te conceden un premio como este puedes decir que tienes principios morales y que para qué lo necesitas si ya no tenemos ningún imperio, y menos mal porque era algo horroroso y racista, o simplemente puedes hacer como yo y pensar que te van a dar un premio estupendo”.
Allison Janney, descalzos en la gala
La actriz estadounidense era una de las invitadas principales en la gala de los premios Bafta. Feliz se llevó el premio como mejor actriz de reparto por su papel en “Yo, Tonya”. Para la ocasión se vistió con un glamoroso vestido negro con apliques dorados y se calzó unas sandalias de taco altísimo de esos bautizados “de vértigo”. Los zapatos estaban pensados para ser lucidos pero no caminados y mucho menos bailados. Tan bellos como incómodos, en un momento de la fiesta post premio, Allison se descalzó.
Fue entonces que en medio del salón se encontró con el príncipe William y su esposa Kate, quien en ese momento estaba embarazada de su tercer hijo. La artista estaba tan sorprendida que por un momento olvidó que se encontraba descalza o “en patas”.
“Conocí a Kate y William, y ella estaba en sus tacones y estaba embarazada, así que me sentí un poco rara de estar allí descalza”, recordó con James Corden. “Le dije que estaba descalza y que ella también debería quitarse los zapatos porque estaba embarazada. Fue un momento embarazoso”, cerró divertida.
Para embarrarla más olvidó dirigirse a Kate con el protocolar y obligatorio su “Alteza real”. “La llamé ‘cariño’ y eso probablemente no es parte de las reglas de etiqueta real”. La actriz quedó impresionada con la altura de la duquesa. “Llevaba taconazos y era de mi estatura estando descalza, es extraordinario que sea tan alta”, añadió Janney, que mide 1,83. Sin dudas, un encuentro digno de la Cenicienta y su zapato.
David Duchovny, un traductor por favor
Si es complicado explicar expresiones sexuales a nuestro hijos, imagine el lector lo que será explicárselo al heredero al trono británico. Eso le ocurrió al protagonista de los Expedientes Secretos X, cuando conoció al príncipe Carlos en los años 90. Duchovny había sido invitado a un concierto en Londres, en esa época estaba casado con la actriz Tea Leoni, que vaya a saber por qué decidió quedarse en su casa.
“Toda la gente que me conocía empezó a preguntarme que dónde estaba Tea. El problema es que el príncipe Carlos pensó que estaban preguntándome dónde estaba el té, así que me hizo la misma pregunta y tuve que explicarle que hablaban de mi esposa, no de la bebida”, contó divertido en el programa The late show with James Corden.
Cuando parecía que la confusión idiomática había quedado ahí llegó otra peor. En el escenario comenzaron a tocar la canción Bootie Call de All Saints. “Es un tema en el que no paraban de repetir una y otra vez Booty Call. Y yo veía que el príncipe Carlos no terminaba de entender muy bien el significado de aquella expresión”, recordó. “Entonces, perplejo, me miró repitiendo esas palabras con acento británico como pidiéndome ayuda, y yo le dije que se lo podía explicar pero que era un poco fuerte. Pero él insistió en que por favor lo hiciera”, afirmó.
“Le dije que bueno, que esa expresión significaba cuando un hombre o una mujer llamaba de noche a otro hombre o a otra mujer para que fueran a su casa para el expreso propósito de… de estar juntos un rato y luego despedirse”, comentó y añadió que el príncipe entendió rápidamente todo. “Me dijo ¡Oh! y eso fue todo”, terminó la anécdota Duchovny.
Ben Affleck y un resfrío muy real
Si alguien muestra una capacidad maravillosa para contar anécdotas es Ben Affleck pero puede narrarlas porque también protagoniza momentos insólitos. Affleck estaba rodando La liga de la justicia y como padrazo que es decidió llevar a su familia. Así que sus hijos, Violet, Seraphine y Samuel dejaron por un tiempo Estados Unidos y viajaron a Londres.
Una tarde estaban en pleno paseo familiar por la capital británica cuando comenzó a llover. Su entonces esposa, Jennifer Garner decidió seguir paseando con sus hijas Violet y Seraphina y Affleck prefirió llevar a su hijo menor a un local de juegos para niños.
“Estaba casi vacío y noté una vibra especial entre los demás adultos. Estaban muy bien vestidos y tenían unos aparatos en los oídos. Pensé ‘para un lugar infantil es muy buena seguridad””, relató divertido en el programa The Graham Norton Show.
En un momento su hijo comenzó a jugar con dos chicos, que al le parecieron vagamente conocidos. Después de unos minutos, se dio cuenta que eran George y Charlotte, los hijos de William y Kate. “Fui la última persona en darme cuenta de que estaban jugando con mi hijo”, dijo.
Eso no fue todo, también afirmó que el primogénito de Kate Middleton y el príncipe William, estaba resfriado y contagió a su hijo. “¡En el futuro podré contarle a Samuel que una vez se contagió de resfriado del Rey de Inglaterra!”, finalizó con humor.
Affleck también ironizó sobre el famoso cambio de guardia en el Palacio de Buckingham. “Si fuera en los Estados Unidos tendría un pase VIP, pasaría al detrás de escena y un lugar muy cómodo para verlo. Tomé una guía pensando eso, ¡pero no fue el caso! Fue en el medio de la calle, no vimos nada”. Por lo visto, un actor sin coronita.
Margot Robbie, identifíquese por favor
Vaya a saber si el destino no se hubiera “confundido” hoy el príncipe Harry estaría casado con una actriz pero no sería Meghan Markle, sino la australiana Margot Robbie. Margot estaba en Londres, cuando su amiga la actriz británica Suki Waterhouse la invitó a una fiesta en su casa. Le comentó que además irían Sienna Miller, Cara Delevingne y otros conocidos.
En medio de la fiesta, un muchacho pelirrojo con unos anteojos verdes un tanto ridículos se acercó a hablarle. Era el príncipe Harry. “Estuvimos hablando casi media hora y no me di cuenta de que era él”, confesó en el programa de Fallon. De hecho, vaya a saber si por despiste o porque había bebido alguna copa demás, ella lo confundió con el cantante Ed Sheeran.
“Todo el mundo piensa ahora que si vienen a una noche conmigo en Londres se encontrarán con el príncipe Harry. Pero yo ni siquiera sabía quién era”, reconoció. “Es un tipo encantador. Y creo que Inglaterra tiene la realeza más ‘cool’ de todo el planeta”, añadió y aseguró que no lo reconoció porque “no llevaba corona”. Una excusa poco creíble pero muy encantadora.
Travolta y siga siga el baile
Este encuentro no tuvo nada de papelón pero sí de “alto voltaje”. Diana Spencer y John Travolta, dos celebridades que se admiraban mutuamente, se conocieron el 9 de noviembre de 1985, cuando ella ya era la princesa de Gales y con Carlos de Inglaterra fueron invitados a Estados Unidos, por el presidente Ronald Reagan.
Hubo una recepción en la Casa Blanca y la esposa de Carlos pidió que Travolta fuera uno de los invitados. La princesa admiraba al actor desde el estreno de sus películas Fiebre de Sábado en la noche y Grease. Por aquellos años, Lady Di era una de las tantas adolescentes enamoradas de él.
Años después convertida en princesa lo conocería en esa velada protocolar. En plena recepción, la primera dama de Estados Unidos, Nancy Reagan, se acercó a Travolta y le dijo que tenía un pedido especial de la princesa Diana: “Ella siempre tuvo el gran sueño de bailar con usted: ¿bailaría con ella?”. Travolta, sorprendido por la atención, aceptó.
Luego de que la orquesta arrancara con la canción Shall we dance, que Lady Di bailó con el presidente Ronald Reagan mientras la Primera Dama hacía lo propio con el Príncipe Carlos, la misma orquesta, que tenía todo preparado, comenzó con una selección de temas lentos de las películas Fiebre de sábado por la noche y Grease. Fue entonces que Travolta se acercó a Lady Di y le preguntó con algo de timidez “Disculpe, Princesa, ¿le gustaría bailar?”. La princesa, inclinando la cabeza y algo sonrojada, contestó simplemente: “Me encantaría”. Su marido los miraba indiferente.
Si bien en ese momento había otras parejas en la pista de baile, pasados unos minutos los dos quedaron bailando solos. “Yo era consciente de que todo el mundo estaba mirándonos en ese momento, así que traté de que se sintiera cómoda; puse mi mano en su espalda y le tomé la mano de tal forma que se sintiera segura de sí misma. Y así fue. El baile fue fantástico gracias a ella, porque no se comportó como alguien superior, sino todo lo contrario”, recordaría Travolta, “Ese fue uno de los mejores momentos de mi vida, creo incluso que el mejor de la década”. Es que si la vida te da la oportunidad de bailar con tu ídolo de adolescencia, por un momento dejás de ser la princesa con el matrimonio más triste del mundo, para ser una muchacha feliz que baila con el ídolo de tu adolescencia.
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