“Fue muy emocionante retratar a Blanquita, un mar de sentimientos....es muy difícil y a la vez todo un desafío. Gracias Pampita por la buena onda, hermosa por dentro y por fuera”, escribió en su cuenta de Instagram Jésica Muñoz, una platense de 33 años que el miércoles, entre las grabaciones de ShowMatch le acercó a Carolina Ardohain un retrato pintado a mano de su hija Blanca, fallecida en el 2012.
El obsequio, por demás significativo, alegró y emocionó a la jurado de La Academia que venía de pasar un momento incómodo luego de que al aire Yanina Latorre afirmar que Wanda Nara tenía audios de la China Suárez hablando mal de Pampita. El miércoles, entre la grabación de ese día y la del jueves, la artista se acercó a la modelo quien apenas vio que en el bastidor que tenía entre sus manos estaba la cara de su hija, abrió sorprendida los ojos, sonrió y se detuvo a hablar, tomarse fotos, agradecer y abrazar a la autora del dibujo.
“Es un poco larga la historia”, advirtió Jésica a Teleshow. Es que detrás de los 40 x 60 centímetros de tela y pintura, hay una historia de dolor, tristeza y solidaridad. “Todo empezó porque con mi hijo Simón de seis años, fanático de Spiderman, tenemos un proyecto y todas las semanas llevamos meriendas al hospital de niños de La Plata, unas 100 o 150 meriendas, con cosas que compramos nosotros y que la gente nos acerca. Como yo tenía el contacto de Larry de Clay, le conté, se hizo amigo de Simón, le hizo una nota en la radio y le dijo que un día teníamos que ir al programa de Marcelo Tinelli”, contó.
Así fue como el humorista puso día y horario para la cita y la familia entera -mamá, Simón, Mateo de cuatro y Gastón el papá- fue a Don Torcuato a los estudios de La Flia y la pintora, que también es maestra de educación especial y hace muebles para chicos de fibro fácil, puso manos a la obra para hacerle un regalo especial a la jurado.
“Siempre la admiré mucho a ella por todo lo que vivió y me pareció buena idea hacer un retrato de su hijita. Es algo que genera sentimientos encontrados, tanto en mí como en las demás personas”, explico quien aunque siempre dibujó, empezó a pintar en la cuarentena y el primer retrato que hizo fue el de su hermano, que falleció hace ocho años, cuando tenía 21.
El cuadro le llevó cuatro horas, incluso lo terminó de madrugada, para poder llegar. “El paso a paso es emocionante porque ves todo en blanco y negro y va tomando forma, es uno de los cuadros que mejor me salió, porque no lo retoqué”, dijo.
—¿Encontraste a través de la pintura una forma de transformar el dolor?
—Tuve muchas pérdidas. Tengo 33 y sufrí bastante y logré canalizar el dolor a través de la pintura. Mi hermano murió a los 21, mi papá hace cuatro años y perdí un sobrino de un año y medio. Ese dolor lo transmito a través de los cuadros, lloraba mucho con las pérdidas y las tomo como aprendizaje y si estoy triste y extraño mucho me pongo hacer cuadros.
—¿Qué hacés con esos cuadros?
—Los hacía para mí y de golpe tenía como diez, entonces los empecé a regalar. La otra vez conocí a un nene internado con cáncer cerebral y le regalé un cuadro a la mamá para que hicieran una rifa para juntar plata para el tratamiento, me llegó al corazón. Regalo los cuadros y eso hace que me sienta mejor.
—¿Y por qué decidiste regalarle también a Pampita uno?
—Yo la admiraba porque pasó por muchas cosas y siempre sigue adelante con una sonrisa. Empecé a buscar la historia de la nena, porque fue hace mucho y no lo tenía fresco. Fue muy triste, doloroso, me emocioné y se me cayeron lágrimas, lo mismo que me pasó cuando pinté a mi hermano y a mi papá, pero a ella no la conocía.
—¿Cómo fue el encuentro con Pampita?
—Primero le di el cuadro a Larry para que se lo alcanzara, pero él me dijo que mejor no, porque la iba a movilizar y que iba a estar sensible, que mejor después del programa. Cuando terminan, pido si alguien se lo puede acercar y había tanta gente que me caigo adelante de ella, con el cuadro dado vuelta, y cuando lo pongo al derecho, abre los ojos y viene conmigo, me agradeció. Super sencilla me abrazo me dio un beso, agradeció por tomarme el tiempo, me preguntó sobre mí, le dije que nunca estudié pintura, y me dijo de sacarnos una foto.
También la familia pudo conocer a Marcelo Tinelli que se interesó por el proyecto de Simón y le encargó un cuadro a Mateo, que con nada más cuatro años sigue la pasión de su mamá, pinta y aprendió a escribir para completar sus dibujos.
Además de dar clases en una escuela, hacer las meriendas con su hijo mayor y de pintar, Jésica vende muebles de fibro fácil para niños, desde cajitas y souvenirs, hasta cocinitas y bancos de herramientas. “El proyecto empezó hace siete años. En febrero del 2014 falleció mi hermano, fue muy duro, después quedé embarazada mientras estudiaba educación especial y como trabajaba en un centro de día con chicos y hay que hacer esfuerzo físico, me pedí licencia. MI marido me dijo porque no me ponía a pintar, ya que siempre hacía cosas para mis sobrinas, y de ahí no paré”.
Así fue comprando máquinas, perfeccionándose y hoy junto con su labor en su escuela, su taller de muebles es una fuente más de ingresos a su hogar. También están armando un proyecto con el Batman Solidario de La Plata.
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