Ellos fueron protagonistas de las tiras y publicidades más vistas de la televisión durante la década de los ‘90. Eran super famosos y como un juego que amaban comenzaron su carrera en la actuación. Sin embargo, las obligaciones, los tiempos para llegar con el producto y la necesidad de aprenderse la letra, muchas veces terminaban transformando aquella cosa lúdica en lo que realmente era: un trabajo.
La “actividad artística” es una de las excepciones a la prohibición del trabajo infantil según el artículo 138 de la Organización Internacional del Trabajo. En los últimos tiempos, hubo muchas reglamentaciones para regular la actividad. Por ejemplo, la reducción de la jornada laboral (que no puede superar las seis horas) o la prohibición de las horas extras o que los menores tengan que estar sí o sí acompañados por un adulto durante el casting. Años anteriores los días de grabación podían superar las diez horas diarias si la tira lo requería.
En los últimos días Juan Yacuzzi, Coqui en Cebollitas, quitó el velo y contó que en el elenco no la pasaban bien y además de referirse a las extensas jornadas, aseguró que él y sus compañeros recibían “retos y gritos” cuando olvidaban la letra o se tentaban y que, entre escena y escena los hacían esperar a todos juntos “en un cuartito de 4x4″. Su colega, Brian Caruso, quien interpretó a Gamuza dijo que “no era tan así”. “No sentí que nos retaran ni gritaran por eso. A veces se enjaban cuando las escenas se repetían muchas veces, yo no repetía muchas”, recordó a Teleshow.
Durante los años ‘90 en los que los canales producían gran cantidad de novelas, entre las cuales siempre había por lo menos una tira infantil, por lo que surgió una ola de jóvenes actores, algunos de ellos continuaron con la profesión y otros decidieron apartarse por decisión personal. Varios de ellos recordaron en diferentes oportunidades en diálogo con Teleshow aquella época y contaron cómo fue su paso por la pantalla cuando eran niños, rescatando las cosas buenas y las malas de la fama temprana.
“Trabajé desde primer grado hasta segundo de la secundaria. Teníamos un trato con mi mamá: si yo estudiaba y me iba bien en la escuela, podía seguir trabajando. Entonces aprovechaba cada momento, no era fácil pero lo amaba entonces el esfuerzo era el doble y una vez que entras en el trajín, aprender los guiones te da capacidad de estudio y de memoria”, dijo hace un tiempo quien ahora es estudiante de abogacía.
Su personaje tenía un año más que ella: “Por ejemplo a Yanina, a ella le había venido por primera vez, a mí no, era más chica y tenía que sentarme y ver qué era lo que le pasaba”. A diferencia del testimonio de otros colegas, ella aunque se movía en un mundo de adultos encontró contención por parte de sus compañeros: “En el casting estaban Silvia (Montanari) y Claudio (Garía Satur) y yo pasé y los amé. Ellos me eligieron y fueron increíbles conmigo. En el último tiempo iba sola a grabar (sin sus padres) y Claudio me cuidaba, se fijaba si estaba bien. Estar ahí fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida y que mas feliz me hizo”.
Aunque la fama tenía sus cosas buenas, “en la escuela ¡era tremendo! Ya me conocían pero esa época fue muy fuerte” también tenía su lado B: “Me ha pasado que me dijeron cosas horribles en la calle y siendo chica era difícil de entender”.
El actor que hoy vive y trabaja en Los Ángeles fue al casting de la novela de El Trece de casualidad, a acompañar a un amigo y quedar le cambió la vida. “Tuve que cambiar de colegio porque no me daban los horarios, ya era famoso y era raro, los chicos (del colegio nuevo) gritando ‘Andy’ o sacando fotos, era buena onda pero extraño, yo era introvertido y todo el mundo me miraba, era el bicho raro, pero fue todo bueno”, dijo a este sitio. Al principio como su personaje era “medio asqueroso” tenía miedo que la gente le dijera cosas en la calle, pero fue todo lo contrario.
A partir de los dichos de Yacuzzi, dijo: “Yo tuve una experiencia maravillosa. Pablo Cullel a la cabeza , y el resto del equipo fueron súper profesionales y buena gente. Hasta el día de hoy tengo contacto con algunos, les tengo mucho cariño a todos”.
Al cumplirse 25 años de la novela de Jorge Maestro y Sergio Vainman, la actriz recordó feliz el esfuerzo que fue estar ahí. “Belén era chusma y se enteraba de todo pero a la vez estaba en todas las escenas y era agotador. Todo cambió, antes grabábamos doce horas de lunes a sábados y en mi caso estaba en primer año de la secundaria y mi cole era muy exigente, me tomaban lección todos los días ...y no me daban los tiempos para estudiar todo. Fue una gran experiencia, pero muy intensa. Salía del cole y me iba directo al canal. Comía, me cambiaba y me peinaba en el auto”.
“Me di cuenta que Amigovios marcó a una generación. Después vinieron Chiquititas y otros programas, pero para mí este era un programa mas representativo de la cotidianidad de los niños, más popular”, dijo sobre el ciclo que “felizmente la marcó para siempre”.
La panelista de Editando Teles comenzó en los medios como actriz, también acompañando a una amiga al casting, sin demasiada expectativa de quedar. Aunque estaba en un elenco en el que la mayoría eran menores de edad y ella ya interpretaba a una estudiante de 16 años, Angie ya había cumplido 19 cuando comenzó la novela. Aunque tiene buenos recuerdos, por momentos no la pasó bien.
Balbiani interpretó a una de las alumnas del Elite Way School, que era objeto de burlas de sus compañeros por su peso. Pero lamentablemente algunos de los actores, que ella prefirió no nombrar, trasladaron el conflicto a la vida real: “En el elenco de Rebelde Way tuve problemas de bullying. Era doloroso que algunos compañeros me hicieran sentir mal. Se lo conté a mi familia, no a la gente de la producción. Yo trataba de que no me importara”.
Facundo creció en un estudio. Debutó en Clave de Sol a los nueve años y siguió en programas como El árbol azul, Amigovios, Dibu, Campeones, Son Amores, Los Roldán y Son de Fierro. De adulto decidió patear el tablero y alejarse de los medios, tiene su banda de música y restaura muebles. “El oficio de actor fue de casualidad de muy chico, me llevaron a un casting y de ahí no paré. No lo elegí, no estudié eso y realmente se convirtió en mi trabajo. Pasados muchísimos años de trabajar todos los días, yo quise frenar y tomé la decisión de parar porque no me estaba sintiendo a pleno como persona. Si no puedo elegir lo que quiero hacer, no me voy a sentir feliz nunca”,, dijo hace un tiempo a Teleshow en una de las pocas notas que brindó.
“Salir en tele, estar estudiando un libreto en la escuela, cuando estaban todos los chicos jugando, después salía de ahí y me iba a laburar todo el día. Es algo que un chico no comprende, por eso también en un momento de mas grande me explotó la cabeza y dije ‘basta’. Yo no había dicho que iba a estudiar teatro, sino que se me dio. Necesitaba parar, pero tengo un gran afecto por la profesión”, dijo y ante la pregunta ¿Llevarías a tus hijas a un casting? respondió seguro: “Ni loco, que hagan lo que quieran”.
La aparición de la científica que actualmente conduce La liga de la ciencia por la Tv Pública, fue una sola vez pero tan fuerte que la gente aún recuerda el diálogo que ella mantenía en la publicidad con su papá el teléfono y con su mamá en la cocina. “En el colegio me cargaban y me decían Hellmanns”, contó a Teleshow y recordó: “Era chica, la pasé muy bien grabando, me acuerdo que el director, Martín Lobo, era un genio y me tenía una paciencia infinita, y todos los del equipo también, todo me divertía. En la calle me escondía un poco, me acuerdo que si nos paraban en la calle a veces mi mamá decía ‘si, se parece a la nena de la propaganda, pero no es’”.
Hace un tiempo Celeste Cid contó en diálogo con Gente una situación incómoda que vivió con un productor cuando tenía quince años y grababa una tira, que no mencionó. “Uno de los productores, con quien tenía buena onda, llamaba a la casa (familiar) todos los días. A las once, a las doce de la noche... y charlábamos. Mi mamá me preguntó: ‘¿Qué edad tiene ese chico?, ¿Cuarenta y pico? ¿Y no es raro que te llame tanto?’ Al día siguiente, mi vieja se presentó en el canal y pidió hablar con su jefe. Y le dijo: ‘Esto, por favor, no’. Creo que al poco tiempo lo echaron, porque nunca más volví a verlo. Claro que hoy mi mirada sobre el tema y su ‘extrañeza’ es otra”, dijo quien hoy comprende la situación que en su adolescencia naturalizaba.
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