Rocío Igarzábal, íntima: el boom de Casi Ángeles, el viaje que le cambió la vida y el desafío de ShowMatch

En diálogo con Teleshow, la joven contó cómo fue atravesar el éxito siendo adolescente y cómo está hoy a sus 32 años, siendo mamá y con la música como su motor de vida

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Rocío Igarzabal hoy brilla en ShowMatch junto al bailarín Gonzalo Gerber (Foto: Ramiro Souto)
Rocío Igarzabal hoy brilla en ShowMatch junto al bailarín Gonzalo Gerber (Foto: Ramiro Souto)

Podrán pasar muchos años más, pero el fenómeno Casi Ángeles no tendrá fecha de vencimiento: a más de 10 años de su final, sus fans no lo olvidan e incluso sigue sumando nuevos seguidores, que ven el programa a través de Youtube. De esto puede dar fe Rocío Igarzábal, que formó parte de la recordada ficción de Cris Morena y luego integró la banda Teen Angels, cuando la China Suárez decidió dar un paso al costado. Junto a Lali Espósito, Peter Lanzani, Gastón Dalmau y Nicolás Riera, se cansó de llenar estadios y teatros y hoy, a sus 32 años, recuerda esa época con mucho cariño, aunque nunca dejará de sorprenderse del fanatismo que generaban.

De perfil muy bajo, ella siguió actuando en televisión y cine, pero luego decidió que era tiempo de parar. En 2014, dejó todo y se fue a México, país al que fue a dejarse llevar y a vivir de su música, pero que además fue el lugar en el que el destino hizo que conociera Milton Cámara, su actual pareja y el padre de Lupe, su hija de cinco años. Y después de años de dedicarse a la música – algo que sigue haciendo -, su trabajo la vuelve a llevar al foco de los medios: se incorporó a La Academia de ShowMatch, en reemplazo de Julieta Nair Calvo, que decidió abandonar la pista tras anunciar su embarazo.

—¿Te sorprendió que te convocaran a ShowMatch?

—Sí, y a la vez veníamos charlando hace meses, pero estaba terminando el disco que era mi prioridad en este momento. Y ya terminé de grabarlo, estoy por producirlo y se abrió el camino para poder estar acá en ShowMatch. Empezamos a hablar cuando entró Lio (Ferro) también, en esa instancia de nuevos participantes, pero tenía muchas cosas en la cabeza, sentía que iba a ser un montón y no iba a poder.

Rochi se emocionó en su debut en la pista con Oriana, la nena de seis años que deslumbró a todos (Foto: Ramiro Souto)
Rochi se emocionó en su debut en la pista con Oriana, la nena de seis años que deslumbró a todos (Foto: Ramiro Souto)

—¿Tenías miedo o prejuicio a estar en ShowMatch por toda la exposición que implica?

—Yo creo que un poco sí, pero no en el mal sentido, sino porque yo soy muy sensible, y a veces siento que esa sensibilidad me juega en contra para estar en un medio tan masivo y estar tan expuesta. Pero a la vez me di cuenta que cuanto más yo misma soy ahí, mejor la paso, mejor recibida soy. También tiene que ver con cómo uno se planta en el medio.

—Contame un poco de ese primer casting con Cris Morena, cuando te animaste a ir

—En realidad, me habían llamado para ese casting por una obra que yo había hecho con un grupo de teatro de zona norte, y justo estaba yéndome de viaje de egresada. Entonces dije “me voy a Bariloche y vuelvo”. Y me llamaron a la semana siguiente, fui al Estudio Pampa, en ese momento estaban grabando a pleno, pero estuvo muy bueno. Yo soy medio mandada, cuando la vida me presenta distintas oportunidades, experiencias, las quiero vivir y me tiro a la pileta, después que sea lo que sea. A veces me sale bien, a veces mal, pero a mí me salió bien.

—¿Cuál es la anécdota más bizarra que te haya pasado con Casi Ángeles?

—Me acuerdo que estábamos en Israel en un hotel dando una conferencia de prensa y estaban las fans afuera y tiraron directamente el portón para abajo. Entraron a correr y nosotros las veíamos venir como una ola, y entonces nosotros también empezamos a correr para que no nos alcancen. A un par de los chicos los agarraron, los tiraron al piso, a Pablo (Martínez), a Peter (Lanzani)… Fue todo una odisea, medio caótico, y nos tuvimos que ir del hotel y trasladarnos a otro lugar. Un flash, en Israel son las anécdotas más locas porque saben que es ese momento o nunca, tal vez acá en Argentina, saben que vivís acá, pero allá no, entonces es todo más intenso, más emocional, las chicas lloran y los regalos…Me acuerdo que una fan me mandó una carta de Tel Aviv diciéndome que había trabajado todo un año para comprarme una guitarra Fender, me la había mandado por correo. Esas cosas que vos decís “no puedo creer el amor de la gente y el fanatismo”.

Rocío Igarzabal se incorporó a Teen Angels cuando Eugenia "La China" Suárez decidió abandonar la banda
Rocío Igarzabal se incorporó a Teen Angels cuando Eugenia "La China" Suárez decidió abandonar la banda

—¿Y cómo fue que te hicieron la propuesta de estar en la banda cuando se va Eugenia?

—Habíamos terminado de grabar, fin de año, yo me estaba yendo de viaje con mis amigas, y recibí el llamado de Gustavo Yankelevich para grabar el disco, estaba la posibilidad también de reemplazar a Euge, que en ese momento estaba con otro proyecto. Fue una locura, y además era todo como “estamos viendo si…”, no era “te llamo para…”. Uno trata de ir regulando las emociones y las ilusiones, porque este medio también tiene eso, que es como muy fluctuante: te aparece una oportunidad y de repente se cae, y tenés que seguir buscando, y también ir viendo que querés hacer vos en ese camino. Y bueno, me acuerdo que grabé dos o tres discos de Teen Angels en dos días, de 8 a 20 grabando, porque hacía falta cambiar las voces del disco para que entre la mía. Fue subirse al tren en tiempo récord.

—¿Te costó lidiar con tanta exposición en esa etapa de la adolescencia?

Fue justo en una época en donde estaban todos los estereotipos de belleza y había que cumplir con ciertos cánones, estaba muy vigente. Y a mí, desde mi lugar sensible y de querer que me vean más por el lado artístico y no tanto por la imagen superficial en sí, a veces me llevaba a entrar en crisis. No quería que se fijen en lo que tenía puesto, sino en lo que hacía artísticamente. Pero bueno, ahí tenés que tratar de focalizar y conectarte con tu propio sentido de las cosas, con tu propio propósito…

—¿Te costó cerrar esa etapa de muchos éxitos? ¿Sentiste incertidumbre?

—Lo que pasa es que justo coincidió con que yo me fui a vivir dos años a México, entonces medio que fue una decisión mía. No tuve ese momento de decir “bueno, ¿y ahora qué?”. Después de Casi Ángeles, dos años de banda, después fue Dulce Amor, Taxi, amores cruzados, la película El Desafío... Fueron varios proyectos que duraron su tiempo y cuando terminé de grabar la película, dije “bueno, necesito irme”. Habían sido diez años de estar muy a pleno, desde que había terminado la secundaria, y me fui dos años,. Cuando volví fue el momento de decir “bueno, ¿y ahora?”. Aparte en esos dos años fue como que Instagram explotó, las redes sociales, la nueva generación de jóvenes en Youtube y todo, como que fue “bueno, ¿dónde estoy parada? ¿cómo puedo volver?”. Pero siempre hay gente en el medio que te abre la puerta, y también con la música, hacer un proyecto independiente, es un camino más largo.

—¿Cómo fue ese viaje a México que te cambió la vida? Lo hiciste para parar un poco, pero justo ahí conociste a tu pareja…

Fue un viaje revelador en donde pasé por todo, muchas experiencias de viajera, porque también estuvimos mucho tiempo los dos solos viajando, recorriendo México…Lo conocí en un hostel, después nos fuimos a tocar, armamos una banda, después la banda se disolvió y seguimos viajando nosotros con un parlante y tocando en bares, en la calle…Fue más austero, y requiere de más esfuerzo porque estas repartiendo volantes, viendo donde tocás. Pasé del Gran Rex y de que toda la gente me conozca a estar en ojotas todo el día…

Rocío Igarzabal junto a Milton Cámara, su pareja y papá de su hija Lupe
Rocío Igarzabal junto a Milton Cámara, su pareja y papá de su hija Lupe

—¿Cuál fue la mejor enseñanza que te dejó el viaje a México?

—Creo que lo que más me enseñó fue perder el miedo al desapego. Yo me fui y solté todo lo que tenía acá, pero sabiendo que me estaba eligiendo a mí misma.

—Otro punto de quiebre me imagino que fue la pandemia y la incertidumbre que le generó a los artistas…

Me pasó una noche de acostarme en la cama y pensar: quiero volver a esa sensación de poder ir a un teatro, sentarme en una butaca y que se apaguen las luces, como esos nervios previos a que arranque algo, o esa sensación de estar en el escenario y sentir el olorcito a la máquina de humo, o mirar a la gente….Fue como un vértigo de decir: “no, pará, que por favor no cambie el mundo”. Aparte yo tengo una hija de 5, así que imagínate, yo quiero que viva todo, que pueda ir a un recital…

—Y además es tu fuente de trabajo…

—Si, obvio, pero creo que también tenemos la capacidad de reinventarnos de una u otra manera, con los streamings, pero no es lo mismo, el vivo y la cosa de encontrarse con la gente y estar ahí, es hermoso.

—¿En qué te cambió ser mamá?

Ser mamá me cambió por completo, siento que Lupe me potencia sin saberlo, con sus pocos añitos ella cuando me ve que hago lo que me gusta, está ahí alentándome. Es muy loco, me dice “ay mamá te vi, me encantó”, o tal vez le cuenta a una amiguita “¿sabés que mamá el otro día cantó?”. Me sorprende y me da felicidad que pueda ver eso, que me vea haciendo lo que me gusta y que lo reconozca, eso me parece un flash.

—Estás en dos chats de WhatsApp de los que se habla mucho: el de Casi Ángeles y el de los participantes de La Academia. Contame alguna intimidad...

—Si, en el de La Academia ya me agregaron, pero muy bien eh, funciona muy tranca, están todos ahí “che, ¿a qué hora grabamos?” o cosas así. Y el de Casi Ángeles es lo más también…No están todos, pero casi, no puedo decir quiénes. Jime (Barón) está, después vas a ir descubriendo otros a medida que vayamos tirando pistas. Nos contamos cosas del día a día, de proyectos, “che, vengan a vernos al teatro”, como fue la otra vez que fuimos a ver a Nico y Gime, lo organizamos por el chat.

—¿Qué sueños te quedan por cumplir?

—Seguir viajando por el mundo con mi música, con mi hija, mi pareja, mi perra. El viaje y la música es algo como que unidos para mí son muy fuertes, me llena de vida.

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