José María Listorti, entre el desafío de Super Super y los nuevos códigos del humor: “No me gusta lo de la cancelación”

El conductor habla de su nuevo programa de entretenimientos en El Nueve, de la experiencia de ShowMatch y de la grieta a la hora de hacer reír

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José María Listorti, feliz al mando de Súper Súper (Prensa LaFlia)
José María Listorti, feliz al mando de Súper Súper (Prensa LaFlia)

“Necesitaba hacer este tipo de programa”. A tres meses de su estreno, José María Listorti se apasiona al hablar de su nueva criatura. Super Super (de lunes a viernes de 16 a 17.30 por El Nueve) le permite dar rienda suelta a su condición innata de humorista, esa que sentía que iba perdiendo luego de tantos años vinculados al magazine.

El antecedente inmediato fueron los tres años de Hay que ver, en la misma pantalla y con la compañía de Denise Dumas, en donde la actualidad, cada vez más dura, le fue ganando terreno a la diversión. “A mí lo que me gusta es hacer reír a la gente, entretenerla y Super Super me pone en ese lugar que yo extrañaba”, ratifica el locutor, mano a mano con Teleshow. “No quería que la realidad me saque el histrionismo” amplía, y celebra el buen andar del programa: “La gente está contenta, la productora está contenta, el canal está contento y yo estoy feliz”.

En el nuevo ciclo, José María articula entre dos parejas de concursantes que se someten a diversos desafíos en un estudio montado como un mercado. Pero su rol va mucho más allá, al punto de involucrarse “al ciento por ciento” en la dinámica de cada programa. “Estoy metido todo el tiempo, el formato lo armamos nosotros, y en gran medida estoy atrás de la dinámica de cada juego. Yo soy el que conduce, y sé lo qué me gusta y puedo hacer bien, y lo que me gusta menos y puedo hacer mal”, afirma.

La emotiva despedida de José María Listorti de Hay que ver después de tres años junto a Denise Dumas (El Nueve)

En cada programa, el humor está presente no solo en su histrionismo marca registrada, sino en el continuo intercambio con los participantes, una de las bases en las que se cimienta Super Super. “La gracia es que se divierta, la pase bien, pero también entienda que puede haber un chiste que lo deje mal parado, pero desde la buena onda. Porque si te tocan dos participantes que se bloquean. Necesitás que la gente se divierta, se ría de sí misma, que no le tenga miedo al ridículo”, explica, antes de analizar este momento de la televisión, en el que su criatura aplica también como muestra.

Super Super es un programa de entretenimientos clásico en lo que parece ser un revival de este género. ¿A qué lo atribuís?

—Creo que los programas de panel saturamos. Saturamos con el caso de Thelma Fardín y Juan Darthés; con la muerte de Diego Maradona; con el coronavirus... Llegó un momento que nos íbamos mordiendo la cola entre nosotros y no distinguías qué programa era y quién era el que opinaba. Todos hablábamos y no todos estamos capacitados para hablar de todo, y eso resiente el programa en sí. Es raro en un programa que hables de coronavirus, después de violencia de género y después del baile de Julieta Nair Calvo. Es un menjunje, me parece que saturamos y la gente se cansó.

—¿Lo tomás como un espacio de resistencia del formato clásico de televisión ante el avance de otras plataformas de consumo?

—Creo que el problema no lo tenemos ni los programas de entretenimientos ni los de información, porque no es algo que encuentres en las plataformas. Creo que en ese sentido la que lo tiene más difícil es la ficción, pero a su vez, los actores que no hacen tanto televisión, pero los ves haciendo tiras para las diferentes plataformas. Además, tenés que competirle a productos como Dr. Milagro o a esta nueva del calamar, que tienen atrás millones y millones de dólares para gastar en producción.

José María en su nuevo lugar en el mundo (Prensa LaFlia)
José María en su nuevo lugar en el mundo (Prensa LaFlia)

—También parece ser un momento de conductores varones, cada uno con su estilo: Guido Kaczka, Darío Barassi, Iván de Pineda, solo por nombrar algunos.

—Desconozco el motivo, así como en los magazines actualmente son más de la conductora mujer, es cierto que en el entretenimiento somos más los varones. No tengo una explicación, son tendencias, así como en un momento estábamos abarrotados de talk shows, después de realities, después de programas políticos, y la gente se fue cansando; como se cansó de los magazines y como también tengo claro que se va a cansar de los programas de entretenimiento. Esperemos que falte mucho para eso.

El desafío de Super Super más su postergado reencuentro con la radio -conduce Re Tarde de lunes a viernes de 18 a 20 por Pop 101.5- lo alejó de momento del cine y el teatro, pero eso no quiere decir que el traje de actor esté guardado. En los videos que sube periódicamente a su cuenta de Instagram encontró un refugio para el oficio y una catarsis en tiempos de cuarentena estricta. Junto a su esposa Mónica, idean una serie de gags y sketches, que a veces cuentan con la colaboración de sus hijos, Franco y Bruno, para constituir una verdadera Pyme familiar en modo de compañía teatral. “Estamos todo el tiempo viendo que hay tendencia, que va, que no va, los videos los grabamos, los editamos, les ponemos música, no es tan fácil”, explica sobre cada publicación. Sus más de un millón y medio de seguidores, agradecidos.

El chiste de José Mariá Listorti a su mujer

Uno de los sketchs generó polémica y le valió una controversia pública con la actriz Julieta Díaz. En el video, Mónica se acerca a José María intentando iniciar una conversación. De inmediato, para no escucharla, él prende una licuadora y la voz de ella queda en segundo plano. “La solución a tus problemas”, escribió el conductor en el posteo en el que compartió el video que se titula “Qué suerte que tengo una licuadora”.

En la cuenta de Instagram Feminacida lo compartieron y lo analizaron bajo el título “El humor que nos estereotipa y aburre”. Y entre los comentarios, se destacó el de Julieta: “Mal gusto. Nada de sensibilidad. De humor nada. Mal gusto y viejo”, señaló la protagonista de Pequeña Victoria, y en otro comentario, se dirigió a Mónica: “A su compañera: hermana acá estamos si necesitas una oreja para reflexionar”. Mónica, que no suele entrar en polémicas ni discusiones, no dudó en responder el “ofrecimiento” de Díaz. “Ya que me ofreciste tu oreja, espero que me escuches. Primero quiero decirte que José es una excelente persona. Nos divertimos mucho haciendo estos videos. Pensándolos, actuándolos. Y la verdad no entiendo por qué hacen este análisis”.

—¿Qué mirada tenés de la situación a la distancia?

—Creo que la gente perdió el sentido del humor y lo que pasó con Julieta Díaz tiene que ver con eso. La gente toma un chiste como si fuese una declaración jurada. Si hago un chiste sobre los gays no me convierte en homofóbico. Si hago un chiste sobre judíos no me convierte en antisemita. Y la gente no lo entiende. Todo se toma como un sello de sangre, todo es gravísimo. Y era un chiste sobre una licuadora. ¿En serio creen que yo colaboro con los femicidios por hacer un chiste prendiendo una licudadora? Me parece mucho. Mirá el caso de Diego Capusotto cuando hace a Micky Vanilla, lookeado como Hitler, con chistes racistas. ¿A alguien se le puede ocurrir que Capusotto es racista o antisemita? Está haciendo ficción. Pasemos a otra página. “Con eso no se jode”. te dicen. ¿Con qué no se puede joder? ¿No se puede hacer chistes de borrachos, ni de locos porque también son enfermedades? Hay veces que hay que desdramatizar un poco.

"La venganza": el video de José María Listorti y su esposa luego de la polémica (Instagram)

—¿Ves una salida posible a este escenario?

—Yo creo que sí, no podés juzgar a una persona con un chiste. Además, vos con un chiste estás haciendo una denuncia. Cuando Capusotto interpreta a Micky Vanilla, está denunciando una forma de pensar. Cuando yo ridiculizo al que piensa que ser gay es una enfermedad, no estoy diciendo que ser gay es una enfermedad. Pero explicarlo uno por uno es muy difícil. O no te importa y seguís, o te quedás en tu casa. Y a mí me gusta hacer reír, y el humor es políticamente incorrecto porque lo que causa gracia es lo extraordinario. ¿Por qué te reís cuando una persona se cae o se equivoca? Ahí está el humor, en ridiculizar y poner el acento en las cosas que está fuera de lugar. Si no te gusta, no lo consumas o no me sigas en redes, pero no me gusta lo de la cancelación.

—¿Estás muy pendiente de lo que se diga de vos en las redes sociales?

—Al principio sí, y me asusté un poco, te hablo de cuando empecé en Twitter, hace como diez años. Cualquier cosa que escribía era una catarata de insultos de los fanáticos, y yo solo había puesto que no me había gustado cómo había bailado Fede Bal. Siempre digo que las redes sociales son una patada en el ego de los famosos, estamos acostumbrados a salir a la calle y que nos saluden, nos pidan autógrafos o fotos; yo en treinta años que llevo en el laburo, nunca me putearon en la calle. Y en las redes sociales sí, entonces me preguntaba si la gente me había empezado a odiar. Pero cuando te enterás que a todos les pasa lo mismo, te das cuenta que no es con vos, sino que es el código de las redes sociales. Y entendí que no hay que darle bola. Una vez le contesté a uno que me tiró mala onda, y otro me dijo, “¿hay que putearte para que contestes?”. Y tenía razón y aprendí. Desde entonces, no bloqueo, no contesto, es como que no lo leí.

—¿Por qué no se pudo continuar con el segmento de humor en ShowMatch?

—Creo que durante mucho tiempo, el programa estaba pensado para hacer humor. Había una estructura de camarógrafos, productores, guionistas trabajando para eso; y ahora la estructura de ShowMatch está puesta para hacer un programa de baile. Aparte, cuando nosotros hacíamos VideoMatch, solo estábamos haciendo VideoMatch; ahora, todos tenemos otra cosa, y coordinarnos para grabar sketches y juntarnos a crear era muy difícil. Creo que él hecho de no estar full time, resintió en no poder hacer lo que teníamos ganas.

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