Serio, corpulento, romántico, recio y exigente así era Armando Bó. Hijo de una familia de clase media, nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1914 y desde muy temprana edad incursionó en el cine como actor y productor, vinculado al respetado director Leopoldo Torres Ríos y al cine orientado a los temas del fútbol, como fenómeno social. En esa etapa y asociado con Elías Hadad, en 1948, se destacaron en fundar la SIFA (Sociedad Independiente Filmadora Argentina), destinando a la misma todo el capital de ambos, estimado en 40 mil pesos de ese entonces.
Generalmente encarnó personajes con gran temperamento, galanes recios, con fuerte personalidad y con mucho romanticismo. Como actor, trabajó en más de cincuenta películas argentinas, entre las que se encuentran: Si yo fuera chica (1941), Se abre el abismo (1945), Si mis campos hablaran (1947), Pelota de trapo (1948), Con el sudor de tu frente (1950), En cuerpo y alma (1953), Honraras a tu madre (1953) y Fuego (1969).
Paralelamente, tuvo una importante labor como director, donde filmó unas treinta películas, muchas de ellas, protagonizadas por Isabel la Coca Sarli. También tuvo una amplia carrera como guionista e intervino en las bandas musicales de la mayoría de sus filmes.
Gracias a sus películas junto a Sarli alcanzó enorme éxito en Argentina y en toda América, y una considerable difusión en los Estados Unidos y Europa, además de cosechar fanatismo en otros cineastas, como en el caso del reconocido director estadounidense John Waters.
A causa de sus películas eróticas, mantuvo permanentes conflictos con los sistemas de censura de los gobiernos argentinos y las dictaduras militares que los interrumpieron cuando sus cintas eran estrenadas. En ese tiempo, Ramiro de la Fuente-catalogado como el señor de la censura- dirigió el Ente de Calificación Cinematográfica desde su creación en 1969 y lo puso al servicio de varias dictaduras.
Bó fue perseguido hasta el cansancio: de las 28 que protagonizó Isabel Sarli, solo dos pasaron sin ser recortadas. Algunas fueron mutiladas y otras solo se exhibieron años después con la llegada de la democracia en 1983. “El artículo segundo establece seis temas de prohibición. Por ejemplo, la justificación del adulterio y todo lo que atente contra el matrimonio y la familia, la prostitución y perversiones sexuales, la apología del delito, las que nieguen el deber de defender a la Patria y el derecho de sus autoridades a exigirlo, y las que comprometan la seguridad nacional, afecten las relaciones con países amigos, o lesionen el interés de las instituciones fundamentales del Estado”, sostenía De la Fuente cuando tenía que explicar los criterios con que se juzgaba si una película era apta para ser exhibida.
Estuvo casado hasta su muerte con María Teresa Machinandiarena, fruto de este matrimonio nacieron María Inés, María Jesús y Víctor Bó. Su hijo siguió los pasos del padre y coronó una amplia trayectoria como actor y productor. Incluso llegó a ser actor “fetiche” de las películas de Armando. “Mi viejo fue un ser humano extraordinario, el más bueno del mundo, pero no fue un buen padre”, llegó a decir hace unos años cuando le preguntaron por la inexplicable relación entre Bó y la Coca. “Papá nunca durmió fuera de casa y nunca pasó una Navidad fuera de casa”, agregó al respecto.
En los años 50′, Armando Bó conoció a la actriz, vedette y Miss Argentina Isabel Sarli, quien no solo la convirtió en la estrella de sus películas eróticas, sino que también fue el gran amor de su vida. Según contó Sarli en una entrevista, durante el rodaje de El trueno entre las hojas, cinta de 1958 en la Coca hizo el primer desnudo total de la historia del cine argentino, el director le prometió una malla color carne que nunca apareció. Ella se sintió traicionada y le respondió con un cenicerazo en su escritorio de vidrio y allí comenzó la relación que se mantuvo hasta el último día con vida de aquel hombre que le abrió las puertas del mundo artístico
La relación entre ellos no fue sólo la de director y actriz, sino que el amor los sorprendió en el camino. “Yo era su amor y las películas, como decía él, eran nuestros hijos”, confesó Sarli. Pero la pareja no tuvo hijos y ella reconoció tiempo después que él le decía: “Una sexy con panza no era buena”.
Claro que era un amor prohibido porque Bó tenía mujer. “Una vez la traté al comienzo, y nunca más, hasta que Armando se enfermó. Cuando fue a tratarse a los Estados Unidos, el doctor me dice: ‘le quedan seis meses de vida... y se muere’. Tiempo después, cuando ya está muy mal, voy a la casa y al entrar a su dormitorio, me dijo: ‘Uh Coca, estás aquí, me parece imposible. Me voy a primero’...”, relató.
Esa misma noche, cuando las vidas del director se apagaban, Víctor Bó, hijo de Armando, le hizo un pedido que nunca hubiera imaginado: “Coca no te vayas, quédate porque el médico dijo que papá de esta noche no pasa”, contó ella misma sorprendida.
Aunque nunca abandonó a su esposa, la madre de Víctor, Sarli fue su verdadero amor. Ella por él no solo se desnudó y se dejó manosear a destajo, sino que en algún momento arriesgo su salud. En 1958, por ejemplo, mientras filmaban Sabaleros, la actriz protagonizó una pelea con su colega Alba Mujica en las aguas negras de Buenos Aires y terminó inconsciente, provocándole una hepatitis que la alejó por varias semanas del rodaje.
Sin embargo, lo más extraño era ver en la trama cuando el padre y el hijo se disputan el corazón y el cuerpo de la diva. Pero como si esto fuera poco en los diversos filmes de bajo presupuesto se podían ver escenas de asesinatos sanguinarios, violaciones y hasta insinuaciones zoofílicas.
Lujuria tropical (1964), La tentación desnuda (1966), Carne (1968), Fuego (1969), Intimidades de una cualquiera (1974), Insaciable (1979) o Una viuda descocada (1980). fueron algunas de las tantas películas en las que Bó hacía dos versiones: una para ser proyectada en su país con las escenas más fuertes suavizadas, y otra tal y como él la quería para el extranjero más tolerante con el erotismo en pantalla.
Su nieto es el director de cine Armando Bó Jr, hijo de Víctor. Pese a ser el sucesor de Armando nunca tuvo una buena relación con la Coca a quien llamó como la “amante” de su abuelo.
Finalmente, el 8 de octubre de 1981 en Buenos Aires a los 67 años, víctima de un cáncer cerebral del que se venía tratando en el exterior, el corazón de Armando Bó dejó de latir. Meses antes de su muerte fue entrevistado por el periodista Jorge Jacobson, sobre su dura lucha contra la enfermedad. En ella dijo: “Tuve la cruz siempre y quiero que sepan que voy a volver. A los que le hice mal que me perdonen y a los que les hice bien que me recuerden”.
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